/ miércoles 15 de julio de 2020

Repique inocente | Soberano camote

Desde que se acabó la Jornada Nacional de Sana Distancia, hace un mes y medio, al cierre del mes de mayo, todos estamos hechos un soberano camote. Y ahora que rige un sistema de semáforos, vivimos como lampareados. Y sin semáforo explícito, es peor.

El arriba firmante no comprende, por ejemplo, que mientras en la capirucha —léase la cedemequis— ya están en semáforo naranja, la epidemia de Covid-19 tenga 644 casos por cada 100 mil habitantes, mientras que el lugar en el que se encuentra el ombligo del mundo, que no es otro que el Edomex —el Estado Libre y Soberano de México— estamos todavía en semáforo rojo, con una tasa de 245 casos por cada 100 mil habitantes.

Tampoco comprende que los mismos que demandaban a grito pelado —o a golpe de tuiter— que nos pusieran en cuarentena desde febrero, hoy cuestionen que empecemos a salir del confinamiento. Además de culpar de los casos y muertes al gobierno, como si el gobierno en persona hubiera infectado a cada mexicano que ya figura en las estadísticas o hubiera causado su muerte, previa ordeña del líquido de las rodillas.

Desde luego, el gobierno federal ha tenido yerros en su estrategia para comunicar las acciones gubernamentales y personales para enfrentar la pandemia. El paso acelerado del cambio que trajo la enfermedad llamada Covid-19 requería de un nuevo tipo de sistema de información. Pero se usó una especie de escalera, en donde todo venía de arriba para abajo, pero falto de claridad… y el resultado fue que los mensajes contradictorios generaron que cada persona y familia tomara las medidas que le parecían más convenientes y de las que disponía según su formación, educación y capacidad de entendimiento —que desafortunadamente en algunos casos es reducida, en todos los sentidos—.

De ese modo, hubo quien siguió al pie de la letra aquello de que la epidemia nos vino como anillo al dedo y siguió —y sigue— comportándose como fuera inmune a la Covid-19, gracias a su escapulario de la Virgen del Carmen… hasta que termina enfermo o fulminado. En el extremo, hubo quien se encerró a piedra y lodo —compra de toneladas de papel de baño de por medio—, sin atreverse a asomar un dedo fuera de su casa.

Nadie sabe para cuándo bajará el pico de la epidemia y menos para cuando estaremos en el semáforo en color verde. Tampoco lo sabíamos antes, pero ahora es más difícil saberlo, porque en un audaz cambio en el contenido de la conferencia de prensa acostumbrada de la Secretaría de Salud, esta semana desaparecieron del mensaje público los datos de casos positivos de Covid-19, muertes y sospechosos. Como si nos quisieran dejar a ciegas o empelotados con gráficas que tienden a señalar que ya se domó la pandemia —mientras nos vamos a comer a El Cardenal—. O que la culpa es de los gobiernos municipales.

Pasar del “quédate en casa” al desconfinamiento casi sin reglas y con mensajes contradictorios, nos traerá varios meses más de preocupación. Aunque ya nos advirtieron que la epidemia se prolongará hasta octubre y que no sirve de nada buscar culpables. Que seamos resilentes, al fin y al cabo el pueblo de México tiene ese espíritu de afrontar con una sonrisa en la cara el momento en el que se lo carga el payaso.

***

Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.

Desde que se acabó la Jornada Nacional de Sana Distancia, hace un mes y medio, al cierre del mes de mayo, todos estamos hechos un soberano camote. Y ahora que rige un sistema de semáforos, vivimos como lampareados. Y sin semáforo explícito, es peor.

El arriba firmante no comprende, por ejemplo, que mientras en la capirucha —léase la cedemequis— ya están en semáforo naranja, la epidemia de Covid-19 tenga 644 casos por cada 100 mil habitantes, mientras que el lugar en el que se encuentra el ombligo del mundo, que no es otro que el Edomex —el Estado Libre y Soberano de México— estamos todavía en semáforo rojo, con una tasa de 245 casos por cada 100 mil habitantes.

Tampoco comprende que los mismos que demandaban a grito pelado —o a golpe de tuiter— que nos pusieran en cuarentena desde febrero, hoy cuestionen que empecemos a salir del confinamiento. Además de culpar de los casos y muertes al gobierno, como si el gobierno en persona hubiera infectado a cada mexicano que ya figura en las estadísticas o hubiera causado su muerte, previa ordeña del líquido de las rodillas.

Desde luego, el gobierno federal ha tenido yerros en su estrategia para comunicar las acciones gubernamentales y personales para enfrentar la pandemia. El paso acelerado del cambio que trajo la enfermedad llamada Covid-19 requería de un nuevo tipo de sistema de información. Pero se usó una especie de escalera, en donde todo venía de arriba para abajo, pero falto de claridad… y el resultado fue que los mensajes contradictorios generaron que cada persona y familia tomara las medidas que le parecían más convenientes y de las que disponía según su formación, educación y capacidad de entendimiento —que desafortunadamente en algunos casos es reducida, en todos los sentidos—.

De ese modo, hubo quien siguió al pie de la letra aquello de que la epidemia nos vino como anillo al dedo y siguió —y sigue— comportándose como fuera inmune a la Covid-19, gracias a su escapulario de la Virgen del Carmen… hasta que termina enfermo o fulminado. En el extremo, hubo quien se encerró a piedra y lodo —compra de toneladas de papel de baño de por medio—, sin atreverse a asomar un dedo fuera de su casa.

Nadie sabe para cuándo bajará el pico de la epidemia y menos para cuando estaremos en el semáforo en color verde. Tampoco lo sabíamos antes, pero ahora es más difícil saberlo, porque en un audaz cambio en el contenido de la conferencia de prensa acostumbrada de la Secretaría de Salud, esta semana desaparecieron del mensaje público los datos de casos positivos de Covid-19, muertes y sospechosos. Como si nos quisieran dejar a ciegas o empelotados con gráficas que tienden a señalar que ya se domó la pandemia —mientras nos vamos a comer a El Cardenal—. O que la culpa es de los gobiernos municipales.

Pasar del “quédate en casa” al desconfinamiento casi sin reglas y con mensajes contradictorios, nos traerá varios meses más de preocupación. Aunque ya nos advirtieron que la epidemia se prolongará hasta octubre y que no sirve de nada buscar culpables. Que seamos resilentes, al fin y al cabo el pueblo de México tiene ese espíritu de afrontar con una sonrisa en la cara el momento en el que se lo carga el payaso.

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Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com. Twitter: @FelipeGlz.