/ miércoles 28 de agosto de 2019

Repique inocente / Y parió la abuela


La vida expuesta a la política del arriba firmante comenzó muy temprano. Básicamente porque tenía una cierta vocación de metiche —que aún no se me quita—, de modo que en algún momento a finales de los setentas o principios de los ochentas me apersoné en la casilla electoral para ofrecerme de amanuense a mi tío Pancho, que había sido nombrado presidente de casilla. No le hacía falta, pero no vio mal tener un secretario que llenara las intrincadas actas dispuestas por la ya desaparecida Comisión Estatal Electoral.

Gracias que no había ipods ni ifons ni nada que se le pareciera, mi incursión se prolongó toda la jornada electoral. Recuerdo a la perfección que el PRI, la entonces aceitada maquinaria electoral, fue una “aplanadora”. El desaparecido Partido Popular Socialista y el Partido Acción Nacional tuvieron un par de votos. El Partido Socialista Unificado de México, cero.

De este último recuerdo una barda de aquella o alguna otra campaña electoral de la época. El mensaje era clarísimo: “ya basta de joder al pueblo”… pero dados sus resultados electorales, supongo que araba en el desierto.

Ese PSUM, el de la hoz y el martillo sobre un fondo rojo encendido, fue uno de los partidos que dio germen al Partido de la Revolución Democrática, con aquellos Partido Mexicano de los Trabajadores, Movimiento Revolucionario del Pueblo y Partido Socialista de los Trabajadores, entre otras fuerzas de aquella izquierda marginada y quizás hasta incomprendida.

A ese Partido de la Revolución Democrática, que acarició un par de veces la presidencia de la república, ahora se le desgrana la mazorca.

Resulta que cuatro de cada cinco militantes del perredismo dijo: “si te he visto, no me acuerdo”, desde que el PRD se hundió, ignominiosamente, en la elección de julio de 2018. Ojos que te vieron ir, ¿cuándo te verán volver?

Los más recientes militantes de lo que queda del perredismo que han abandonado el barco han sido Alejandra Barrales y Juan Zepeda, este último, senador por el Estado de México y excandidato a la gubernatura. Como dirían en mi pueblo: ya éramos muchos, y parió la abuela.

Al paso que van, no va a haber quien cierre la puerta del PRD cuando el último militante o simpatizante decida irse con su música a otra parte. Porque ni siquiera se están peleando por las siglas o arrebatando la bandera con el emblema del sol azteca —porque dicen que eso es la bolita con rayitas que llevan por emblema—. Todo parece indicar que la elección como presidente de la república de su exdirigente nacional, Andrés Manuel López Obrador, le dio la puntilla al perredismo, al grado de que ya están en aquello de cambiar por completo de razón social. Y mientras al PRD se lo lleva la tristeza, ya se promueve una entelequia llamada Futuro 21, o algo así, que más que nombre de partido político me remite a algún grupo de esos de reguetón —sus mercedes disculpen—… aunque sus integrantes Se apelliden Quadri, Narro, Pagés, Zambrano o Aureoles. Eso que de sí significa un revoltijo de olores, colores y sabores, también podría significar que el rumbo de la antigua izquierda está extraviado. Perdido por un plato de lentejas.

Mail: felgonre@gmail.com @FelipeGlz


La vida expuesta a la política del arriba firmante comenzó muy temprano. Básicamente porque tenía una cierta vocación de metiche —que aún no se me quita—, de modo que en algún momento a finales de los setentas o principios de los ochentas me apersoné en la casilla electoral para ofrecerme de amanuense a mi tío Pancho, que había sido nombrado presidente de casilla. No le hacía falta, pero no vio mal tener un secretario que llenara las intrincadas actas dispuestas por la ya desaparecida Comisión Estatal Electoral.

Gracias que no había ipods ni ifons ni nada que se le pareciera, mi incursión se prolongó toda la jornada electoral. Recuerdo a la perfección que el PRI, la entonces aceitada maquinaria electoral, fue una “aplanadora”. El desaparecido Partido Popular Socialista y el Partido Acción Nacional tuvieron un par de votos. El Partido Socialista Unificado de México, cero.

De este último recuerdo una barda de aquella o alguna otra campaña electoral de la época. El mensaje era clarísimo: “ya basta de joder al pueblo”… pero dados sus resultados electorales, supongo que araba en el desierto.

Ese PSUM, el de la hoz y el martillo sobre un fondo rojo encendido, fue uno de los partidos que dio germen al Partido de la Revolución Democrática, con aquellos Partido Mexicano de los Trabajadores, Movimiento Revolucionario del Pueblo y Partido Socialista de los Trabajadores, entre otras fuerzas de aquella izquierda marginada y quizás hasta incomprendida.

A ese Partido de la Revolución Democrática, que acarició un par de veces la presidencia de la república, ahora se le desgrana la mazorca.

Resulta que cuatro de cada cinco militantes del perredismo dijo: “si te he visto, no me acuerdo”, desde que el PRD se hundió, ignominiosamente, en la elección de julio de 2018. Ojos que te vieron ir, ¿cuándo te verán volver?

Los más recientes militantes de lo que queda del perredismo que han abandonado el barco han sido Alejandra Barrales y Juan Zepeda, este último, senador por el Estado de México y excandidato a la gubernatura. Como dirían en mi pueblo: ya éramos muchos, y parió la abuela.

Al paso que van, no va a haber quien cierre la puerta del PRD cuando el último militante o simpatizante decida irse con su música a otra parte. Porque ni siquiera se están peleando por las siglas o arrebatando la bandera con el emblema del sol azteca —porque dicen que eso es la bolita con rayitas que llevan por emblema—. Todo parece indicar que la elección como presidente de la república de su exdirigente nacional, Andrés Manuel López Obrador, le dio la puntilla al perredismo, al grado de que ya están en aquello de cambiar por completo de razón social. Y mientras al PRD se lo lleva la tristeza, ya se promueve una entelequia llamada Futuro 21, o algo así, que más que nombre de partido político me remite a algún grupo de esos de reguetón —sus mercedes disculpen—… aunque sus integrantes Se apelliden Quadri, Narro, Pagés, Zambrano o Aureoles. Eso que de sí significa un revoltijo de olores, colores y sabores, también podría significar que el rumbo de la antigua izquierda está extraviado. Perdido por un plato de lentejas.

Mail: felgonre@gmail.com @FelipeGlz