/ martes 27 de febrero de 2018

Rescate Tierra

Dios hizo la Tierra y el hombre la destruye


Hay tan poco aprecio por la vida de nuestro planeta, que tenemos que elaborar leyes que obliguen a los seres humanos a cuidar los animales y plantas con quienes compartimos el aire, la tierra, el agua y toda la belleza y riqueza que nos rodean. Tan poco aprecio, que hacemos leyes que desprotejan lo que antes cuidábamos.

Leyes que involucran a los pueblos indígenas que desde sus zonas de influencias saben que plantas y animales conviven con ellos e intentan cuidarlos.

Eses cuidado nos lleva al aprovechamiento sustentable de nuestros recursos, es decir, mantener un equilibrio entre lo que se consume y lo que se produce, sin embargo, el abuso ha marcado la situación actual del planeta y de México. 16 mil 900 especies animales están en peligro de extinción, 869 ya se extinguieron, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La tala de bosques y el agotamiento de ríos y lagunas han hecho que numerosas especias no sobrevivan.

Entre 2008 y 2010 las cifras variaron enormemente, de 170 especies en riesgo, pasaron a más de 221, siendo un país megadiverso teníamos el 12 por ciento de las especies del planeta y 2 años después el 10 por ciento. Hoy 8 años después, las cifras se mantienen y el riesgo también.

Con tan sólo el 1.5 de la superficie del planeta, estamos entre los 17 países con mayor número de especies animales, 1681 de mamíferos, 1054 de aves, 704 de reptiles, pero con el agotamiento de nuestros recursos naturales, la desaparición de selvas y la pérdida de ríos, lagos y lagunas, el carácter de santuario que tenía México para los animales y plantas, se pierde.

Además de los delitos ecológicos documentados y denunciados como la tala del Manglar de Tajamar, la contaminación del Río Sonora con Arsénico, igual que el Río del Ahogado en Zacazonapan, la tala de 35 hectáreas en el Nevado de Toluca, la pérdida de la Laguna de Chiconahuapan, en tierras mexiquenses, el riesgo en la de Chapala, Jalisco.

Por todo lo anterior, firmar una Ley General de Biodiversidad, que en verdad detenga la extinción de especies animales y vegetales y proteja la riqueza que Dios brindó a nuestra Nación, no es poca cosa. La propuesta actual, pone en riesgo esa riqueza, al permitir la instalación de empresas en zonas antes protegidas, sin la obligación de consultar a los pueblos allí asentados. Pondera el interés comercial, por encima del bienestar de las comunidades, donde se pretendan instalar complejos turísticos, industriales, mineros o energéticos, quitando la protección que ya había a especies en riesgo de extinción.

Ojalá, nuestros legisladores, detengan la aprobación de una ley, que promueve la destrucción de nuestra riqueza, sólo para que algunos ganones se llenen las bolsas de dinero, a costa del bienestar de millones de mexicanos.

Dios hizo la Tierra y el hombre la destruye


Hay tan poco aprecio por la vida de nuestro planeta, que tenemos que elaborar leyes que obliguen a los seres humanos a cuidar los animales y plantas con quienes compartimos el aire, la tierra, el agua y toda la belleza y riqueza que nos rodean. Tan poco aprecio, que hacemos leyes que desprotejan lo que antes cuidábamos.

Leyes que involucran a los pueblos indígenas que desde sus zonas de influencias saben que plantas y animales conviven con ellos e intentan cuidarlos.

Eses cuidado nos lleva al aprovechamiento sustentable de nuestros recursos, es decir, mantener un equilibrio entre lo que se consume y lo que se produce, sin embargo, el abuso ha marcado la situación actual del planeta y de México. 16 mil 900 especies animales están en peligro de extinción, 869 ya se extinguieron, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La tala de bosques y el agotamiento de ríos y lagunas han hecho que numerosas especias no sobrevivan.

Entre 2008 y 2010 las cifras variaron enormemente, de 170 especies en riesgo, pasaron a más de 221, siendo un país megadiverso teníamos el 12 por ciento de las especies del planeta y 2 años después el 10 por ciento. Hoy 8 años después, las cifras se mantienen y el riesgo también.

Con tan sólo el 1.5 de la superficie del planeta, estamos entre los 17 países con mayor número de especies animales, 1681 de mamíferos, 1054 de aves, 704 de reptiles, pero con el agotamiento de nuestros recursos naturales, la desaparición de selvas y la pérdida de ríos, lagos y lagunas, el carácter de santuario que tenía México para los animales y plantas, se pierde.

Además de los delitos ecológicos documentados y denunciados como la tala del Manglar de Tajamar, la contaminación del Río Sonora con Arsénico, igual que el Río del Ahogado en Zacazonapan, la tala de 35 hectáreas en el Nevado de Toluca, la pérdida de la Laguna de Chiconahuapan, en tierras mexiquenses, el riesgo en la de Chapala, Jalisco.

Por todo lo anterior, firmar una Ley General de Biodiversidad, que en verdad detenga la extinción de especies animales y vegetales y proteja la riqueza que Dios brindó a nuestra Nación, no es poca cosa. La propuesta actual, pone en riesgo esa riqueza, al permitir la instalación de empresas en zonas antes protegidas, sin la obligación de consultar a los pueblos allí asentados. Pondera el interés comercial, por encima del bienestar de las comunidades, donde se pretendan instalar complejos turísticos, industriales, mineros o energéticos, quitando la protección que ya había a especies en riesgo de extinción.

Ojalá, nuestros legisladores, detengan la aprobación de una ley, que promueve la destrucción de nuestra riqueza, sólo para que algunos ganones se llenen las bolsas de dinero, a costa del bienestar de millones de mexicanos.