/ martes 27 de marzo de 2018

Rescate Tierra


Simulación y muerte

La palabra simulación implica personas que aparentan hacer algo y no lo hacen, ser leales a alguien y no lo son, tener convicciones y no las tienen. Hablo de política, porque un conocido ex presidente mexicano la mencionaba mucho en sus discursos, él simulaba y todos le creían.

La simulación igual que la corrupción es mal de todos los tiempos. Caín simuló llevar una ofrenda desinteresada a Dios y la consecuencia de su mentira y envidia fue la muerte de Abel. Judas simuló ser discípulo de Jesús, pero lo vendió por unas monedas. Algunos secretarios, funcionarios y líderes simulan que trabajan, que combaten la pobreza, que gobiernan para todos, que no tienen ingresos y el resultado es más pobreza, un gobierno oligárquico-aristocrático y la aparición de benefactores de todos los colores.

Una mentira que se repite con frecuencia: “nadie puede cambiar a otro” es falsa, la mujer amada o el amado que se ve engañado, cambia. El alumno que copia pierde la confianza de sus maestros. En la revolución francesa el pueblo decapitó a quienes simulaban gobernar para ellos, cambiaron veneración por odio.

México es admiración del mundo, por su resistencia a malos gobiernos, a la corrupción, la mentira y la simulación. Líderes de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos han dicho que nuestro problema es la corrupción y admiran la resistencia del pueblo.

Trabajamos jornadas mayores a 12 horas, nuestra pensión, servicio de salud, garantías individuales, seguridad, derecho a vivienda, libertad de expresión y manifestación se diluyen en medio de nuevas leyes que van contra el marco constitucional.

Simulamos proteger el medio ambiente y secamos depósitos de agua para construir casas. Simulamos combatir la delincuencia y la dejamos gobernar estados como Michoacán, Veracruz y Tamaulipas. Simulamos combatir el abuso infantil, la trata de personas y dejamos empoderarse a los cabecillas de esas organizaciones y hasta dirigir Puebla o Quintana Roo. A quienes los denuncian, la justicia simula que los cuida y no pocos han buscado protección en otros países.

Simulación y corrupción van de la mano. La palabra corrupción se refiere a la carne podrida, se corrompió, huele mal, sabe mal y hace daño. Para disfrazar esa corrupción se agregaba pimienta al cocinarla, disimulando su estado. La simulación -es la pimienta- enmascara la condición real de las cosas. En política no pocas veces he escuchado a algunos personajes decir que ahora sí se portarán bien, y hasta cumplirán lo que ofrecen, frases como “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear” o “defenderé la moneda como un perro” o el de “tepocatas y víboras prietas”, “hemos disminuido la inseguridad” disimulaban a los personajes que las decían, y hasta se las creía uno. Hoy tenemos una nueva generación de políticos que con su ejemplo continuarán la corrupción, aunque quizá entre ellos haya algunos con verdadero interés por engrandecer a México y cuidar a esta Nación hermosa llena de héroes de la resistencia.


Simulación y muerte

La palabra simulación implica personas que aparentan hacer algo y no lo hacen, ser leales a alguien y no lo son, tener convicciones y no las tienen. Hablo de política, porque un conocido ex presidente mexicano la mencionaba mucho en sus discursos, él simulaba y todos le creían.

La simulación igual que la corrupción es mal de todos los tiempos. Caín simuló llevar una ofrenda desinteresada a Dios y la consecuencia de su mentira y envidia fue la muerte de Abel. Judas simuló ser discípulo de Jesús, pero lo vendió por unas monedas. Algunos secretarios, funcionarios y líderes simulan que trabajan, que combaten la pobreza, que gobiernan para todos, que no tienen ingresos y el resultado es más pobreza, un gobierno oligárquico-aristocrático y la aparición de benefactores de todos los colores.

Una mentira que se repite con frecuencia: “nadie puede cambiar a otro” es falsa, la mujer amada o el amado que se ve engañado, cambia. El alumno que copia pierde la confianza de sus maestros. En la revolución francesa el pueblo decapitó a quienes simulaban gobernar para ellos, cambiaron veneración por odio.

México es admiración del mundo, por su resistencia a malos gobiernos, a la corrupción, la mentira y la simulación. Líderes de Alemania, Inglaterra y Estados Unidos han dicho que nuestro problema es la corrupción y admiran la resistencia del pueblo.

Trabajamos jornadas mayores a 12 horas, nuestra pensión, servicio de salud, garantías individuales, seguridad, derecho a vivienda, libertad de expresión y manifestación se diluyen en medio de nuevas leyes que van contra el marco constitucional.

Simulamos proteger el medio ambiente y secamos depósitos de agua para construir casas. Simulamos combatir la delincuencia y la dejamos gobernar estados como Michoacán, Veracruz y Tamaulipas. Simulamos combatir el abuso infantil, la trata de personas y dejamos empoderarse a los cabecillas de esas organizaciones y hasta dirigir Puebla o Quintana Roo. A quienes los denuncian, la justicia simula que los cuida y no pocos han buscado protección en otros países.

Simulación y corrupción van de la mano. La palabra corrupción se refiere a la carne podrida, se corrompió, huele mal, sabe mal y hace daño. Para disfrazar esa corrupción se agregaba pimienta al cocinarla, disimulando su estado. La simulación -es la pimienta- enmascara la condición real de las cosas. En política no pocas veces he escuchado a algunos personajes decir que ahora sí se portarán bien, y hasta cumplirán lo que ofrecen, frases como “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear” o “defenderé la moneda como un perro” o el de “tepocatas y víboras prietas”, “hemos disminuido la inseguridad” disimulaban a los personajes que las decían, y hasta se las creía uno. Hoy tenemos una nueva generación de políticos que con su ejemplo continuarán la corrupción, aunque quizá entre ellos haya algunos con verdadero interés por engrandecer a México y cuidar a esta Nación hermosa llena de héroes de la resistencia.