/ martes 5 de junio de 2018

Rescate Tierra


Deseos Ambientales

Ayer estuve con Miranda, la heroína de la película “Firefly”, quien descubrió junto a Nat Fillion que los líderes mundiales en su afán de controlar a la humanidad habían terminado dañándola. Miranda, con sus bellos ojos verdes, recibió nombre por la protagonista de la película y nos conocimos en una reunión ambientalista en la Ciudad de México, donde estaba Josefa, el empresario Romo, Irania y Hugo, además de múltiples asociaciones vinculadas al medio ambiente, a la equidad de género, a la igualdad entre seres humanos.

Escuchamos de la importancia de la transversalidad de las acciones ecológicas que todas las dependencias del gobierno deben vincular las metas ambientales en cada uno de sus proyectos para que no ocurran situaciones como el Manglar de Tajamar, en donde medio ambiente dio un permiso, sin importar dictámenes y reservas, sin que a turismo le importara el daño y la calidad de reserva del lugar fuera omitida por los jueces que en principio llevaron el caso y que de no haber intervenido la sociedad civil, el daño hubiera continuado. Una situación repetida, y no única, pareciera que el valor de dinero es más apreciado que la conservación de nuestras riquezas naturales.

La transversalidad, comentada por Josefa, permitiría a medio ambiente, energía y minas, turismo, transporte, comunicaciones, desarrollo económico, agricultura, educación y en general a todas las áreas del gobierno conocer la viabilidad de un proyecto en función de su impacto al medio ambiente.

Confieso que insistí ante quienes me escucharon que de nada servía una lista de buenos deseos, que teníamos que bajar al gobierno un catálogo de actividades con tiempos, movimientos y fechas de cumplimiento, de los objetivos a cumplir para reforestar a México, recargar los mantos freáticos, impedir la destrucción de zonas de reserva, cuidar la producción agrícola, apícola y la biodiversidad de México, sin la introducción de materiales transgénicos, semillas híbridas o especies animales o la construcción de trenes, sus vías y estaciones, sin un plan previo de corrección al impacto ambiental, rompiendo el equilibrio ecológico del lugar que invaden, afectando a los seres vivos que compartimos esos espacios.

Estamos en la etapa de buenos deseos, cuando prometer no empobrece. Sin embargo la congruencia en el cumplimiento de las promesas ofrecidas dará credibilidad a las palabras emitidas y esperanza en el futuro. Hasta la vista, Miranda…


Deseos Ambientales

Ayer estuve con Miranda, la heroína de la película “Firefly”, quien descubrió junto a Nat Fillion que los líderes mundiales en su afán de controlar a la humanidad habían terminado dañándola. Miranda, con sus bellos ojos verdes, recibió nombre por la protagonista de la película y nos conocimos en una reunión ambientalista en la Ciudad de México, donde estaba Josefa, el empresario Romo, Irania y Hugo, además de múltiples asociaciones vinculadas al medio ambiente, a la equidad de género, a la igualdad entre seres humanos.

Escuchamos de la importancia de la transversalidad de las acciones ecológicas que todas las dependencias del gobierno deben vincular las metas ambientales en cada uno de sus proyectos para que no ocurran situaciones como el Manglar de Tajamar, en donde medio ambiente dio un permiso, sin importar dictámenes y reservas, sin que a turismo le importara el daño y la calidad de reserva del lugar fuera omitida por los jueces que en principio llevaron el caso y que de no haber intervenido la sociedad civil, el daño hubiera continuado. Una situación repetida, y no única, pareciera que el valor de dinero es más apreciado que la conservación de nuestras riquezas naturales.

La transversalidad, comentada por Josefa, permitiría a medio ambiente, energía y minas, turismo, transporte, comunicaciones, desarrollo económico, agricultura, educación y en general a todas las áreas del gobierno conocer la viabilidad de un proyecto en función de su impacto al medio ambiente.

Confieso que insistí ante quienes me escucharon que de nada servía una lista de buenos deseos, que teníamos que bajar al gobierno un catálogo de actividades con tiempos, movimientos y fechas de cumplimiento, de los objetivos a cumplir para reforestar a México, recargar los mantos freáticos, impedir la destrucción de zonas de reserva, cuidar la producción agrícola, apícola y la biodiversidad de México, sin la introducción de materiales transgénicos, semillas híbridas o especies animales o la construcción de trenes, sus vías y estaciones, sin un plan previo de corrección al impacto ambiental, rompiendo el equilibrio ecológico del lugar que invaden, afectando a los seres vivos que compartimos esos espacios.

Estamos en la etapa de buenos deseos, cuando prometer no empobrece. Sin embargo la congruencia en el cumplimiento de las promesas ofrecidas dará credibilidad a las palabras emitidas y esperanza en el futuro. Hasta la vista, Miranda…