/ martes 26 de junio de 2018

Rescate Tierra


Cambia la geometría política de México

¿Qué pasará con los partidos políticos, después del 1 de julio? Quién gane asumirá el poder acompañado de sus aliados o los ignorará. Lo intentó el PAN en el 2000 con el Verde Ecologista, pero al final la alianza se rompió y el PRI fue el favorecido de sus coqueteos, manteniéndose ambos en esa relación hasta hoy.

Los partidos de izquierda, frecuentemente caminan juntos. PT, PRD, MC, intercambian personas, ideología, proyectos y a sus militantes les es fácil pasar de una institución a otra.

Acción Nacional, por su lado, no es dado a las alianzas y excepto en su origen ha preferido caminar solo o incluso no postular candidato. Por ello es significativo el acuerdo que hoy mantiene con el PRD, representante de un ala de la izquierda militante en México.

El PRI, concebido en 1928 para aglutinar a las fuerzas políticas de México, acabar con los ánimos belicosos de los hijos de la Revolución Mexicana y corporativamente ejercer un poder, conservado omnímodamente por más de 60 años, ha tenido aliados con quienes lo comparte, de vez en vez.

Morena, surge en 2015, rápido ascendió en las preferencias ciudadanas, recibiendo en principio afiliados perredistas y petistas, pero pronto, alrededor de López Obrador, construyó su propia identidad y en 2018 se nutre de inconformes de PAN y PRI, además de las otras fuerzas políticas.

Encuentro Social, al igual que Morena, inició su actividad política nacional en 2015, logrando algunas diputaciones federales y locales, aliándose en 2018 a Morena, para junto a ella buscar el triunfo en México.

Sin embargo, el proceso electoral que se define el próximo primero de julio, también es una prueba de fuego para la identidad política e institucional de las fuerzas que generosamente acordaron unirse para buscar el poder. Será ese instante en que agradecerán el momento, asumirán el resultado y continuarán su tránsito hacia el futuro positivo o se acusarán abierta o silenciosamente del resultado obtenido.

Quizá, la amenaza de desaparición del registro de 1 o 2 partidos federales se fue, con la fuerza de las alianzas y legalmente permanecerá su participación, aunque en la realidad estén diezmados y sólo un ejercicio de congruencia, humildad, disciplina y fuerza, los mantenga. O tal vez, simplemente desaparezcan y sus militantes se adhieran a la institución mayoritaria superviviente.

Seguramente, la lectura de las encuestas políticas, ya han echado a andar las medidas de contingencia posibles de acuerdo a los desenlaces esperados. Escenarios deseados, intermedios y no deseados.

En estas condiciones, la geometría política de nuestro país, tendrá una nueva identidad después del 1 de julio, donde la mezcla de las fuerzas que hicieron a un lado sus diferencias para caminar juntos, establecerá una posible nueva institucionalidad político partidista. Reflejo del azul y el amarillo, el rojo y el verde, el morado y el marrón.


Cambia la geometría política de México

¿Qué pasará con los partidos políticos, después del 1 de julio? Quién gane asumirá el poder acompañado de sus aliados o los ignorará. Lo intentó el PAN en el 2000 con el Verde Ecologista, pero al final la alianza se rompió y el PRI fue el favorecido de sus coqueteos, manteniéndose ambos en esa relación hasta hoy.

Los partidos de izquierda, frecuentemente caminan juntos. PT, PRD, MC, intercambian personas, ideología, proyectos y a sus militantes les es fácil pasar de una institución a otra.

Acción Nacional, por su lado, no es dado a las alianzas y excepto en su origen ha preferido caminar solo o incluso no postular candidato. Por ello es significativo el acuerdo que hoy mantiene con el PRD, representante de un ala de la izquierda militante en México.

El PRI, concebido en 1928 para aglutinar a las fuerzas políticas de México, acabar con los ánimos belicosos de los hijos de la Revolución Mexicana y corporativamente ejercer un poder, conservado omnímodamente por más de 60 años, ha tenido aliados con quienes lo comparte, de vez en vez.

Morena, surge en 2015, rápido ascendió en las preferencias ciudadanas, recibiendo en principio afiliados perredistas y petistas, pero pronto, alrededor de López Obrador, construyó su propia identidad y en 2018 se nutre de inconformes de PAN y PRI, además de las otras fuerzas políticas.

Encuentro Social, al igual que Morena, inició su actividad política nacional en 2015, logrando algunas diputaciones federales y locales, aliándose en 2018 a Morena, para junto a ella buscar el triunfo en México.

Sin embargo, el proceso electoral que se define el próximo primero de julio, también es una prueba de fuego para la identidad política e institucional de las fuerzas que generosamente acordaron unirse para buscar el poder. Será ese instante en que agradecerán el momento, asumirán el resultado y continuarán su tránsito hacia el futuro positivo o se acusarán abierta o silenciosamente del resultado obtenido.

Quizá, la amenaza de desaparición del registro de 1 o 2 partidos federales se fue, con la fuerza de las alianzas y legalmente permanecerá su participación, aunque en la realidad estén diezmados y sólo un ejercicio de congruencia, humildad, disciplina y fuerza, los mantenga. O tal vez, simplemente desaparezcan y sus militantes se adhieran a la institución mayoritaria superviviente.

Seguramente, la lectura de las encuestas políticas, ya han echado a andar las medidas de contingencia posibles de acuerdo a los desenlaces esperados. Escenarios deseados, intermedios y no deseados.

En estas condiciones, la geometría política de nuestro país, tendrá una nueva identidad después del 1 de julio, donde la mezcla de las fuerzas que hicieron a un lado sus diferencias para caminar juntos, establecerá una posible nueva institucionalidad político partidista. Reflejo del azul y el amarillo, el rojo y el verde, el morado y el marrón.