/ martes 7 de agosto de 2018

Rescate Tierra


Dañados los manantiales de Cano y Terreros en Toluca

La temporada de lluvias sigue a todo lo que da, los aguaceros bañan Toluca. Añoro esos años en que una ligera llovizna, el chipi, chipi, como se dice, permanecía durante el día haciendo que todos nos abrigáramos, previendo que el clima de la ciudad cambiara. Se podía caminar por la ciudad y parecía que no llovía, mi padre decía que era “agüita moja tontos”, porqué, aunque uno no lo creyera, mojaba.

Otra característica de la capital choricera, era qué en un solo día, podían identificarse las 4 estaciones del año, hoy este fenómeno sigue.

Sin embargo, los torrenciales aguaceros actuales, -ya no el típico chipi-chipi- arrastran con fuerza piedras, arena, lodo, maderos, fierros. Todo lo que ha sido abandonado en la calle. Las bolsas de plástico y los envases de pet, tapan las coladeras aumentando el daño provocado por la precipitación pluvial.

Un efecto del calentamiento global es el incremento de los fenómenos meteorológicos en el mundo, lluvia intensa, vientos más fuertes, ondas calóricas altas, frío extremo. Al paso que vamos, en los próximos 100 años el clima del mundo cambiará y eso provocará una movilización de plantas y animales adaptados a diferentes condiciones climáticas, mientras escuchamos que el derretimiento de los polos hace subir el nivel del mar amenazando con la desaparición de algunas islas, en esta área ya se han dañado algunos manantiales de la zona Zinacantepec-Toluca y los efluentes que de ellos nacían como el Cano, Terrilleros, Agua bendita, Zacango y las Conejeras.

Entre las lluvias, las sequías, el aire y el frío, nuestro medio ambiente no alcanza a equilibrarse. El uso sin enfoque sustentable de los recursos naturales, suma otros daños, las fracturas del subsuelo se hacen grandes e inestables. En 2014 se identificaban 22 zonas de fracturamiento en Toluca, con 27 kilómetros de longitud en lugares como: La colonia Morelos, El Carmen Totoltepec, San Pedro y Santa Ana entre otros, consecuencia de la extracción de agua.

Hace 30 años el agua para abastecer los hogares del valle se alcanzaba a 4 o 6 metros de profundidad. Hoy, se excava hasta a 40 metros.

El calentamiento global, la desertificación, el uso no sustentable que hacemos de nuestros recursos naturales, nos ha pasado la factura. Es urgente y obligatorio, dejar el discurso político que legitima, por las acciones que sanifican nuestra tierra, con resultados posibles y medibles de forma que el beneficio local, impulse un equilibrio mundial.


Dañados los manantiales de Cano y Terreros en Toluca

La temporada de lluvias sigue a todo lo que da, los aguaceros bañan Toluca. Añoro esos años en que una ligera llovizna, el chipi, chipi, como se dice, permanecía durante el día haciendo que todos nos abrigáramos, previendo que el clima de la ciudad cambiara. Se podía caminar por la ciudad y parecía que no llovía, mi padre decía que era “agüita moja tontos”, porqué, aunque uno no lo creyera, mojaba.

Otra característica de la capital choricera, era qué en un solo día, podían identificarse las 4 estaciones del año, hoy este fenómeno sigue.

Sin embargo, los torrenciales aguaceros actuales, -ya no el típico chipi-chipi- arrastran con fuerza piedras, arena, lodo, maderos, fierros. Todo lo que ha sido abandonado en la calle. Las bolsas de plástico y los envases de pet, tapan las coladeras aumentando el daño provocado por la precipitación pluvial.

Un efecto del calentamiento global es el incremento de los fenómenos meteorológicos en el mundo, lluvia intensa, vientos más fuertes, ondas calóricas altas, frío extremo. Al paso que vamos, en los próximos 100 años el clima del mundo cambiará y eso provocará una movilización de plantas y animales adaptados a diferentes condiciones climáticas, mientras escuchamos que el derretimiento de los polos hace subir el nivel del mar amenazando con la desaparición de algunas islas, en esta área ya se han dañado algunos manantiales de la zona Zinacantepec-Toluca y los efluentes que de ellos nacían como el Cano, Terrilleros, Agua bendita, Zacango y las Conejeras.

Entre las lluvias, las sequías, el aire y el frío, nuestro medio ambiente no alcanza a equilibrarse. El uso sin enfoque sustentable de los recursos naturales, suma otros daños, las fracturas del subsuelo se hacen grandes e inestables. En 2014 se identificaban 22 zonas de fracturamiento en Toluca, con 27 kilómetros de longitud en lugares como: La colonia Morelos, El Carmen Totoltepec, San Pedro y Santa Ana entre otros, consecuencia de la extracción de agua.

Hace 30 años el agua para abastecer los hogares del valle se alcanzaba a 4 o 6 metros de profundidad. Hoy, se excava hasta a 40 metros.

El calentamiento global, la desertificación, el uso no sustentable que hacemos de nuestros recursos naturales, nos ha pasado la factura. Es urgente y obligatorio, dejar el discurso político que legitima, por las acciones que sanifican nuestra tierra, con resultados posibles y medibles de forma que el beneficio local, impulse un equilibrio mundial.