/ martes 26 de septiembre de 2017

Rescate Tierra

Clima frío, clima caliente, sismos, edificios caídos, hambre, dolor, incertidumbre. Familias completas lo han perdido todo. Sólo las mantiene su fe. Creen que mañana todo mejorará. Así es mi México. Una nación, un pueblo, que jamás pierde su fe. Luchón por nacimiento.

Las imágenes de televisión con edificios derrumbados, las fotos de Facebook, los comentarios boca a boca y de redes sociales, muestran mexicanos y hasta no mexicanos, buscando sobrevivientes, peleando contra los escombros y la muerte, la vida de una mujer, un hombre, un niño. Mexicanos en Guerrero, Oaxaca, Estado de México, Morelos y Puebla, instalando centros de acopio, distribuyendo alimentos, ropa, cobijas. Por allá andaban Nayo Elizabar, Betza Herrera, Iris, JC Marker, Javier Ríos, entre muchos héroes anónimos, proveyendo bienes materiales y confort espiritual.

Es impactante la manera en que sociedad y gobierno han trabajado, ayer charlé con Jorge Rescala, secretario de Medio Ambiente del Estado de México, me comentó de la preocupación del gobernador Alfredo del Mazo, para que la ayuda llegue a quienes más la necesitan y no se pierda en manos de líderes abusivos o personas que sin necesidad toman lo que puede salvar una vida y dar esperanza a una familia y como el gobernador los ha enviado para procurar ayuda, valorar daños y necesidades y auxiliar en la mejor administración de los recursos humanos y materiales.

Amecameca y Ocuilan son los nombres más conocidos de las poblaciones afectadas, aunque hubo muchos otros lugares, donde personajes de 2 pies y 4 patas, buscaron personas bajo los escombros.

Menudo reto le tocó a la administración entrante. Recién tomaba posesión Alfredo del Mazo, cuando ya hubo que demostrar con hechos su capacidad de respuesta ante desastres y dar continuidad a las acciones normales de gobierno.

Observo en este fenómeno, una mayor educación en la ciudadanía para actuar en condiciones de riesgo. El 19 de septiembre, el movimiento telúrico me agarró entre la escuela, la carnicería y el sastre, en San Mateo Oxtotitlán, sorprendiéndome la paz con que las mamás orientaban a sus hijos para protegerse. No vi gente corriendo, ni aventándose, los automovilistas se detuvieron y todos esperamos a que dejara de temblar para evaluar las condiciones de riesgo. Ignoro si así fue en todo el país, pero supongo que las prácticas de protección civil, han rendido fruto.

Creo que el primer susto, ya pasó. Dicen los que saben, que hay que mantener la ayuda a damnificados, por varios meses, ya que conforme los que auxilian se reintegren a sus actividades normales y los que han donado dejen de hacerlo, los que se quedaron sin techo, ni alimento, ni escuela, ni trabajo y hasta sin familia, necesitaran una mano amiga que no los deje, hasta que puedan reintegrarse totalmente a la sociedad y mientras eso pasa, cada día habrá menos donativos y recursos.

Perseveremos en el servir, en el dar y el amar. Que no sea flor de un día.

Clima frío, clima caliente, sismos, edificios caídos, hambre, dolor, incertidumbre. Familias completas lo han perdido todo. Sólo las mantiene su fe. Creen que mañana todo mejorará. Así es mi México. Una nación, un pueblo, que jamás pierde su fe. Luchón por nacimiento.

Las imágenes de televisión con edificios derrumbados, las fotos de Facebook, los comentarios boca a boca y de redes sociales, muestran mexicanos y hasta no mexicanos, buscando sobrevivientes, peleando contra los escombros y la muerte, la vida de una mujer, un hombre, un niño. Mexicanos en Guerrero, Oaxaca, Estado de México, Morelos y Puebla, instalando centros de acopio, distribuyendo alimentos, ropa, cobijas. Por allá andaban Nayo Elizabar, Betza Herrera, Iris, JC Marker, Javier Ríos, entre muchos héroes anónimos, proveyendo bienes materiales y confort espiritual.

Es impactante la manera en que sociedad y gobierno han trabajado, ayer charlé con Jorge Rescala, secretario de Medio Ambiente del Estado de México, me comentó de la preocupación del gobernador Alfredo del Mazo, para que la ayuda llegue a quienes más la necesitan y no se pierda en manos de líderes abusivos o personas que sin necesidad toman lo que puede salvar una vida y dar esperanza a una familia y como el gobernador los ha enviado para procurar ayuda, valorar daños y necesidades y auxiliar en la mejor administración de los recursos humanos y materiales.

Amecameca y Ocuilan son los nombres más conocidos de las poblaciones afectadas, aunque hubo muchos otros lugares, donde personajes de 2 pies y 4 patas, buscaron personas bajo los escombros.

Menudo reto le tocó a la administración entrante. Recién tomaba posesión Alfredo del Mazo, cuando ya hubo que demostrar con hechos su capacidad de respuesta ante desastres y dar continuidad a las acciones normales de gobierno.

Observo en este fenómeno, una mayor educación en la ciudadanía para actuar en condiciones de riesgo. El 19 de septiembre, el movimiento telúrico me agarró entre la escuela, la carnicería y el sastre, en San Mateo Oxtotitlán, sorprendiéndome la paz con que las mamás orientaban a sus hijos para protegerse. No vi gente corriendo, ni aventándose, los automovilistas se detuvieron y todos esperamos a que dejara de temblar para evaluar las condiciones de riesgo. Ignoro si así fue en todo el país, pero supongo que las prácticas de protección civil, han rendido fruto.

Creo que el primer susto, ya pasó. Dicen los que saben, que hay que mantener la ayuda a damnificados, por varios meses, ya que conforme los que auxilian se reintegren a sus actividades normales y los que han donado dejen de hacerlo, los que se quedaron sin techo, ni alimento, ni escuela, ni trabajo y hasta sin familia, necesitaran una mano amiga que no los deje, hasta que puedan reintegrarse totalmente a la sociedad y mientras eso pasa, cada día habrá menos donativos y recursos.

Perseveremos en el servir, en el dar y el amar. Que no sea flor de un día.