/ martes 3 de octubre de 2017

Rescate Tierra

Me senté a escribir en los Bísquets Obregón en Tlalnepantla, a un lado de los caldos de Indianilla, algo así como las Fodongas toluqueñas y bueno, los bísquets no tenían mucho público, y las indianillas estaban llenas.

Miraba los árboles del parque frontal pensando en lo difícil que es al hombre cuidar el lugar en que vive, nuestra Tierra, el planeta, nuestro México, había 10 acacias en media de cuadras de concreto, cero animales, muchos humanos, muchos carros, peseras, camiones, humo ruido y estrés.

Intentaba comprender las dos propuestas de leyes que se discuten en el Senado, después del madruguete sísmico denunciado por algunas asociaciones molestas porque los senadores, mientras los mexicanos ciudadanos de a pies, formaban brigadas de rescate, centros de acopio y se organizaban de manera desbordada para ayudar a nuestros hermanos en desgracia, los legisladores aprovecharon para pasar a su siguiente etapa, la Ley General de Biodiversidad y la Desarrollo Forestal, afectando en teoría y luego práctica, a las comunidades indígenas donde se aloja el 10 por ciento de la biodiversidad del planeta, esto es México.

Dicen los que saben sobre el tema, que la propuesta Ley General de Biodiversidad ocasiona confusión en la protección de los animales, dado que está construida con parches derivados de la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, toma del Protocolo de Nagoya, deroga la Ley General de Vida Silvestre, quitando protección a las tortugas marinas, a los loros, papagayos y guacamayas, mamíferos marinos, primates y otras especies en extinción.

Parece que la senadora Ninfa Salinas se confundió e impulsó la muerte de tortugas y el tráfico de loros en zona urbana, además de afectar otras especies, poniendo en riesgo el equilibrio ecológico de las comunidades indígenas donde habitan los psitácidos y olvidando que naciones del primer mundo, protegen su vida silvestre. Pensará la senadora que por tener mucho, podemos arriesgar todo.

Ya lo vimos con el Manglar de Tajamar, hay confusión y quizá dolo en la interpretación, aplicación e incluso redacción de leyes, hechas para proteger la vida silvestre en riesgo de extinción. En esa ocasión, metieron tractores, tiraron el Manglar, mataron animales y se burlaron de niños que intentando proteger el lugar, interpusieron un amparo. Entonces estuvieron involucrados, Semarnat, Turismo y hasta el Poder Judicial, y sólo se detuvieron ante la presión de la sociedad civil.

***

Llegó el 2 de octubre, recuerdo sangriento de la muerte de estudiantes en 1968 a manos del Batallón Olimpia y de los Halcones de 1971. Septiembre y octubre, meses delicados para el recuerdo, 42 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos. Historias de intolerancia y reflexión. La violencia como solución al desacuerdo. Historias que deseo no se repitan ante las contradicciones del poder y la justicia.

Me senté a escribir en los Bísquets Obregón en Tlalnepantla, a un lado de los caldos de Indianilla, algo así como las Fodongas toluqueñas y bueno, los bísquets no tenían mucho público, y las indianillas estaban llenas.

Miraba los árboles del parque frontal pensando en lo difícil que es al hombre cuidar el lugar en que vive, nuestra Tierra, el planeta, nuestro México, había 10 acacias en media de cuadras de concreto, cero animales, muchos humanos, muchos carros, peseras, camiones, humo ruido y estrés.

Intentaba comprender las dos propuestas de leyes que se discuten en el Senado, después del madruguete sísmico denunciado por algunas asociaciones molestas porque los senadores, mientras los mexicanos ciudadanos de a pies, formaban brigadas de rescate, centros de acopio y se organizaban de manera desbordada para ayudar a nuestros hermanos en desgracia, los legisladores aprovecharon para pasar a su siguiente etapa, la Ley General de Biodiversidad y la Desarrollo Forestal, afectando en teoría y luego práctica, a las comunidades indígenas donde se aloja el 10 por ciento de la biodiversidad del planeta, esto es México.

Dicen los que saben sobre el tema, que la propuesta Ley General de Biodiversidad ocasiona confusión en la protección de los animales, dado que está construida con parches derivados de la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, toma del Protocolo de Nagoya, deroga la Ley General de Vida Silvestre, quitando protección a las tortugas marinas, a los loros, papagayos y guacamayas, mamíferos marinos, primates y otras especies en extinción.

Parece que la senadora Ninfa Salinas se confundió e impulsó la muerte de tortugas y el tráfico de loros en zona urbana, además de afectar otras especies, poniendo en riesgo el equilibrio ecológico de las comunidades indígenas donde habitan los psitácidos y olvidando que naciones del primer mundo, protegen su vida silvestre. Pensará la senadora que por tener mucho, podemos arriesgar todo.

Ya lo vimos con el Manglar de Tajamar, hay confusión y quizá dolo en la interpretación, aplicación e incluso redacción de leyes, hechas para proteger la vida silvestre en riesgo de extinción. En esa ocasión, metieron tractores, tiraron el Manglar, mataron animales y se burlaron de niños que intentando proteger el lugar, interpusieron un amparo. Entonces estuvieron involucrados, Semarnat, Turismo y hasta el Poder Judicial, y sólo se detuvieron ante la presión de la sociedad civil.

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Llegó el 2 de octubre, recuerdo sangriento de la muerte de estudiantes en 1968 a manos del Batallón Olimpia y de los Halcones de 1971. Septiembre y octubre, meses delicados para el recuerdo, 42 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos. Historias de intolerancia y reflexión. La violencia como solución al desacuerdo. Historias que deseo no se repitan ante las contradicciones del poder y la justicia.