/ martes 15 de enero de 2019

Rescate Tierra


Crónicas Huachicoleras

A punto estaba de acabarse la gasolina de mi auto. Andaba por Joquicingo y al paso, alcancé a oler un tufo penetrante del combustible, mi corazón se aceleró. Acaso ¿había llegado a un filón de combustible? que solucionará mi aflicción. El olor provenía de una camioneta estacionada al lado de una fonda. Bajé, comí y discretamente me acerqué a los propietarios de tan valiosa carga. -Transportaban cientos de litros en tambos alojados en su vehículo- amablemente les pedí me vendieran 20 litros y gentilmente accedieron, pero a 50 pesos el litro. Ante el excesivo costo, que superaba en mucho la capacidad de mi bolsillo. Agradecí, y me aventuré con fe para regresar a Toluca.

La anécdota dio inicio, ante la urgente necesidad de combustible de Nice, Nice. Raudo y veloz, recorrí las gasolineras de Toluca. Comencé en San Mateo Oxtotitlán, filas y filas de automovilistas obstruían el carril de baja, esperando la reanudación del servicio. La escena se repitió estación, tras estación.

A la encomienda se sumó Bruno, -fiel escudero- a quién agradecí su aporte logístico. En su unidad recorrimos, Metepec, Zinacantepec, Tenango, Lerma, San Mateo Atenco y Ocoyoacac. En el trayecto observamos escenas de desesperados usuarios peleando por un lugar. Muchos dejaron su auto, para con tambos hacer fila, aceptando el hecho de padecer un rato, esperando que los corruptos y ladrones que se enriquecieron a nuestras costillas, robando la gasolina de los ductos de Pemex o de las mismas entrañas de la paraestatal, vean terminado su robo.

A la espera hubo, quienes con burla dijeron, allí están las decisiones de su presidente. Lo cierto es, que el robo es resultado del “Cinismo Hegemónico” de quienes, en el ejercicio del poder, dejaron al ladrón entrar en casa sin importarles que el petróleo y sus derivados son nuestros y no propiedad de un grupo de ladrones.

Inesperadamente, entró un mensaje a mi Android, -el único que hicieron Google y Motorola-. El mensaje decía que el alcalde de Toluca solicitó el apoyo de Pemex para abastecer al Municipio y ofrecía sumarse a los esfuerzos a favor de los toluqueños y los habitantes de la zona metropolitana, pagando la operación de pipas para abastecer el combustible necesario en la realización de las actividades diarias. Ir a la escuela, al trabajo, a una cita, reunión de negocios.

La resignación y esperanza, cayó sobre nosotros. No había forma de solucionar el problema ese día. Habría que esperar. Los carros formados. Las gasolineras cercadas y sin combustible. Los conductores con ojeras de 1 y 2 días. Los huachicoleros de tierra, de cuello blanco, funcionarios del gobierno o simples intermediarios del delito, esperando el cansancio del gobierno, la desesperación de los automovilistas y la falta de aplicación de la ley en la sanción al delito. Unos piden Quinazo, otros, sólo el tanque lleno.


Crónicas Huachicoleras

A punto estaba de acabarse la gasolina de mi auto. Andaba por Joquicingo y al paso, alcancé a oler un tufo penetrante del combustible, mi corazón se aceleró. Acaso ¿había llegado a un filón de combustible? que solucionará mi aflicción. El olor provenía de una camioneta estacionada al lado de una fonda. Bajé, comí y discretamente me acerqué a los propietarios de tan valiosa carga. -Transportaban cientos de litros en tambos alojados en su vehículo- amablemente les pedí me vendieran 20 litros y gentilmente accedieron, pero a 50 pesos el litro. Ante el excesivo costo, que superaba en mucho la capacidad de mi bolsillo. Agradecí, y me aventuré con fe para regresar a Toluca.

La anécdota dio inicio, ante la urgente necesidad de combustible de Nice, Nice. Raudo y veloz, recorrí las gasolineras de Toluca. Comencé en San Mateo Oxtotitlán, filas y filas de automovilistas obstruían el carril de baja, esperando la reanudación del servicio. La escena se repitió estación, tras estación.

A la encomienda se sumó Bruno, -fiel escudero- a quién agradecí su aporte logístico. En su unidad recorrimos, Metepec, Zinacantepec, Tenango, Lerma, San Mateo Atenco y Ocoyoacac. En el trayecto observamos escenas de desesperados usuarios peleando por un lugar. Muchos dejaron su auto, para con tambos hacer fila, aceptando el hecho de padecer un rato, esperando que los corruptos y ladrones que se enriquecieron a nuestras costillas, robando la gasolina de los ductos de Pemex o de las mismas entrañas de la paraestatal, vean terminado su robo.

A la espera hubo, quienes con burla dijeron, allí están las decisiones de su presidente. Lo cierto es, que el robo es resultado del “Cinismo Hegemónico” de quienes, en el ejercicio del poder, dejaron al ladrón entrar en casa sin importarles que el petróleo y sus derivados son nuestros y no propiedad de un grupo de ladrones.

Inesperadamente, entró un mensaje a mi Android, -el único que hicieron Google y Motorola-. El mensaje decía que el alcalde de Toluca solicitó el apoyo de Pemex para abastecer al Municipio y ofrecía sumarse a los esfuerzos a favor de los toluqueños y los habitantes de la zona metropolitana, pagando la operación de pipas para abastecer el combustible necesario en la realización de las actividades diarias. Ir a la escuela, al trabajo, a una cita, reunión de negocios.

La resignación y esperanza, cayó sobre nosotros. No había forma de solucionar el problema ese día. Habría que esperar. Los carros formados. Las gasolineras cercadas y sin combustible. Los conductores con ojeras de 1 y 2 días. Los huachicoleros de tierra, de cuello blanco, funcionarios del gobierno o simples intermediarios del delito, esperando el cansancio del gobierno, la desesperación de los automovilistas y la falta de aplicación de la ley en la sanción al delito. Unos piden Quinazo, otros, sólo el tanque lleno.