/ martes 31 de octubre de 2017

Rescate Tierra

Las autoridades no quieren hacerlo. La persona que elegimos para que nos represente, ¿no le interesa el bienestar de los ciudadanos?, le pregunté, y me contestó, que no podía emitir juicios de valor. No me dijo sí, no me dijo, no. En sus manos no estaba la decisión.

Medité mi pregunta, esperaba yo una respuesta que confirmara el deseo de ayudar a la población, instruirla en reglas de manejo que reduzcan el número de accidentes, de muertos y de pérdidas materiales. La iniciativa para incluir la educación vial, en la Ley de Educación del Estado de México, fue presentada el 2 de febrero de 2016, turnada a comisiones para su análisis y desde entonces espera las condiciones apropiadas para ser enviada al pleno -espero que para su aprobación-. Ningún otro estado tiene una propuesta semejante. Los mexiquenses seríamos pioneros y educaríamos a nuestros estudiantes de primaria y secundaria, para que en 6 años, conozcan las normas y técnicas básicas del manejo seguro, un manejo a la defensiva y no a la ofensiva.

Comprendí que no era su responsabilidad. Sólo me escuchaba y servía de filtro y válvula de escape a las inquietudes de un ciudadano, que desea eliminar los 25 mil muertos por año en accidentes viales, que nuestros jóvenes de 18 a 25 años dejen ser estadística en primer lugar de muertes en siniestros de carros y alcohol, que las pérdidas materiales equivalentes al 1.7 del producto interno bruto, ya no lo sean.

Me miraba, pero no estaba en sus manos. Le comenté qué en el proceso, el candidato entonces, mandó sus representantes a preguntarnos como ciudadanos, cuáles eran nuestras propuestas y peticiones, en tal evento, mencioné la necesidad de incluir la educación vial en la ley, como uno de los programas básicos y resaltó, que así lo haría.

Quizá sea pronto, para esperar una reacción positiva, va apenas un mes de trabajo y algunos días. Sin embargo, el comentario de los juicios de valor, me hizo pensar. Criticamos y proponemos poco. Nos hemos acostumbrado a ver y esperar lo malo. Estamos a la defensiva para protegernos de quien pretende engañarnos y no damos entrada a la confianza, a ayudarnos, trabajar por el bien de otros, y creer.

México anhela creer, aunque ha dejado de hacerlo. Dudamos en automático y acusamos, sin dar tiempo a una respuesta positiva y razonada. Dad y se os dará, escribió Lucas el Apóstol, porque con la medida que midas serás medido. Y la declaración aplica para lo bueno y lo malo.

Hoy, esperaré lo bueno.

***

En 6 días comenzará la COP23, al correo llega información que compartiré conforme avance el evento, en Alemania. Este es organizado por nuestra antigua secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, quien como anfitrión en México, ayudó a preparar la COP16. Patricia Espinosa es hoy la secretaria de Naciones Unidas contra el Cambio Climático UNFCCC, un cargo de alta responsabilidad ante el creciente incremento de la temperatura en el planeta, la destrucción del medio ambiente y el redireccionamiento de actividades económicas globales, que promuevan la restauración del planeta y no su destrucción.

Las autoridades no quieren hacerlo. La persona que elegimos para que nos represente, ¿no le interesa el bienestar de los ciudadanos?, le pregunté, y me contestó, que no podía emitir juicios de valor. No me dijo sí, no me dijo, no. En sus manos no estaba la decisión.

Medité mi pregunta, esperaba yo una respuesta que confirmara el deseo de ayudar a la población, instruirla en reglas de manejo que reduzcan el número de accidentes, de muertos y de pérdidas materiales. La iniciativa para incluir la educación vial, en la Ley de Educación del Estado de México, fue presentada el 2 de febrero de 2016, turnada a comisiones para su análisis y desde entonces espera las condiciones apropiadas para ser enviada al pleno -espero que para su aprobación-. Ningún otro estado tiene una propuesta semejante. Los mexiquenses seríamos pioneros y educaríamos a nuestros estudiantes de primaria y secundaria, para que en 6 años, conozcan las normas y técnicas básicas del manejo seguro, un manejo a la defensiva y no a la ofensiva.

Comprendí que no era su responsabilidad. Sólo me escuchaba y servía de filtro y válvula de escape a las inquietudes de un ciudadano, que desea eliminar los 25 mil muertos por año en accidentes viales, que nuestros jóvenes de 18 a 25 años dejen ser estadística en primer lugar de muertes en siniestros de carros y alcohol, que las pérdidas materiales equivalentes al 1.7 del producto interno bruto, ya no lo sean.

Me miraba, pero no estaba en sus manos. Le comenté qué en el proceso, el candidato entonces, mandó sus representantes a preguntarnos como ciudadanos, cuáles eran nuestras propuestas y peticiones, en tal evento, mencioné la necesidad de incluir la educación vial en la ley, como uno de los programas básicos y resaltó, que así lo haría.

Quizá sea pronto, para esperar una reacción positiva, va apenas un mes de trabajo y algunos días. Sin embargo, el comentario de los juicios de valor, me hizo pensar. Criticamos y proponemos poco. Nos hemos acostumbrado a ver y esperar lo malo. Estamos a la defensiva para protegernos de quien pretende engañarnos y no damos entrada a la confianza, a ayudarnos, trabajar por el bien de otros, y creer.

México anhela creer, aunque ha dejado de hacerlo. Dudamos en automático y acusamos, sin dar tiempo a una respuesta positiva y razonada. Dad y se os dará, escribió Lucas el Apóstol, porque con la medida que midas serás medido. Y la declaración aplica para lo bueno y lo malo.

Hoy, esperaré lo bueno.

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En 6 días comenzará la COP23, al correo llega información que compartiré conforme avance el evento, en Alemania. Este es organizado por nuestra antigua secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, quien como anfitrión en México, ayudó a preparar la COP16. Patricia Espinosa es hoy la secretaria de Naciones Unidas contra el Cambio Climático UNFCCC, un cargo de alta responsabilidad ante el creciente incremento de la temperatura en el planeta, la destrucción del medio ambiente y el redireccionamiento de actividades económicas globales, que promuevan la restauración del planeta y no su destrucción.