/ martes 17 de noviembre de 2020

Rescate Tierra | ¿Debemos Tolerar a los intolerantes…? Popper 

Hacer el bien o no hacerlo, esa reflexión la planteo Jesús ante los Fariseos que buscaban excusas para enjuiciarlo, cuando bajaban al enfermo por el techo de la Sinagoga en sábado.

Hacer el bien, o no hacerlo, puede convertirse en un mal. Y entonces, la pregunta sería, hacer el bien o hacer el mal. Entrando en una serie de contradicciones filosóficas que indican que lo malo es según la persona que lo define y lo bueno se explica a partir de lo conveniente.

Lo cierto es que hay acciones que nos provocan dolor o con las que provocamos dolor a otras personas. Entonces, lo bueno y malo, quedaría enmarcado en el no hacer daño a nadie. En la sabiduría popular hay un dicho, no hagas a otros, lo que no quieras que te hagan a ti. Juárez dijo: El respeto al derecho ajeno es la paz y Cristo, ordenó amar al prójimo, como uno mismo.

Alguna vez me preguntaron, si me gustaría ser Presidente Municipal, les contesté que no, debido a las decisiones que en la administración pública se toman, las cuales –en ocasiones- lastiman el bienestar de unas personas y favorecen a otras. A mi en lo personal, me hubiera gustado ser diputado e impulsar leyes favorables al medio ambiente, cuidado del agua, combate el calentamiento de la Tierra y la que presenté en los años 2000, 2003, 2006, 2015 y la última en 2018, intentando que hicieran obligatoria la Educación vial en el país y el Estado de México. Tema que hoy ocupa las discusiones en la opinión pública y que si lo hubieran hecho en el año 2000, tendríamos 20 años de avance.

Meditaba en esto del mal, por las inundaciones en Tabasco, cuya responsabilidad y direccionamiento, dicen se las atribuyó el Presidente. De quien me llama la atención, como asume el riesgo político, ante decisiones de sus subalternos como, la fuga del hijo del Chapo, el cubrebocas, el covid-19 y ahora las inundaciones en Tabasco.

De más joven, bromeábamos entre amigos, sobre el valor que da la ignorancia. Ese momento, en que la toma de una decisión, traerá consecuencias y uno lo sabe o lo ignora. Creo que el Presidente conoce las consecuencias de sus actos. Comprende las condiciones económicas, políticas y sociales del camino que ha trazado para México, por ello, acelera el paso en la reformas del Marco Constitucional y Jurídico del país, para tener el control de todas las instituciones, antes de la elección de 2021 y no perder poder, aunque la mayoría en las cámaras no este en Morena.

Supongo, que su deseo es hacer el bien, desde la perspectiva ideológica en que se formó, la cual choca con el bienestar de los grupos de empresarios, estudiantes, científicos, investigadores, jóvenes y mujeres, que no comparten su visión de México y están siendo afectados por sus decisiones, sean ricos o pobres.

El escenario futuro de México y el mundo cambió este año. La economía se ralentizó, la educación se volvió en línea, la salud mundial fue afectada, los políticos replantean discursos y estrategias y más allá de lo que vivimos, el futuro es incierto y urge recuperar la confianza…

Hacer el bien o no hacerlo, esa reflexión la planteo Jesús ante los Fariseos que buscaban excusas para enjuiciarlo, cuando bajaban al enfermo por el techo de la Sinagoga en sábado.

Hacer el bien, o no hacerlo, puede convertirse en un mal. Y entonces, la pregunta sería, hacer el bien o hacer el mal. Entrando en una serie de contradicciones filosóficas que indican que lo malo es según la persona que lo define y lo bueno se explica a partir de lo conveniente.

Lo cierto es que hay acciones que nos provocan dolor o con las que provocamos dolor a otras personas. Entonces, lo bueno y malo, quedaría enmarcado en el no hacer daño a nadie. En la sabiduría popular hay un dicho, no hagas a otros, lo que no quieras que te hagan a ti. Juárez dijo: El respeto al derecho ajeno es la paz y Cristo, ordenó amar al prójimo, como uno mismo.

Alguna vez me preguntaron, si me gustaría ser Presidente Municipal, les contesté que no, debido a las decisiones que en la administración pública se toman, las cuales –en ocasiones- lastiman el bienestar de unas personas y favorecen a otras. A mi en lo personal, me hubiera gustado ser diputado e impulsar leyes favorables al medio ambiente, cuidado del agua, combate el calentamiento de la Tierra y la que presenté en los años 2000, 2003, 2006, 2015 y la última en 2018, intentando que hicieran obligatoria la Educación vial en el país y el Estado de México. Tema que hoy ocupa las discusiones en la opinión pública y que si lo hubieran hecho en el año 2000, tendríamos 20 años de avance.

Meditaba en esto del mal, por las inundaciones en Tabasco, cuya responsabilidad y direccionamiento, dicen se las atribuyó el Presidente. De quien me llama la atención, como asume el riesgo político, ante decisiones de sus subalternos como, la fuga del hijo del Chapo, el cubrebocas, el covid-19 y ahora las inundaciones en Tabasco.

De más joven, bromeábamos entre amigos, sobre el valor que da la ignorancia. Ese momento, en que la toma de una decisión, traerá consecuencias y uno lo sabe o lo ignora. Creo que el Presidente conoce las consecuencias de sus actos. Comprende las condiciones económicas, políticas y sociales del camino que ha trazado para México, por ello, acelera el paso en la reformas del Marco Constitucional y Jurídico del país, para tener el control de todas las instituciones, antes de la elección de 2021 y no perder poder, aunque la mayoría en las cámaras no este en Morena.

Supongo, que su deseo es hacer el bien, desde la perspectiva ideológica en que se formó, la cual choca con el bienestar de los grupos de empresarios, estudiantes, científicos, investigadores, jóvenes y mujeres, que no comparten su visión de México y están siendo afectados por sus decisiones, sean ricos o pobres.

El escenario futuro de México y el mundo cambió este año. La economía se ralentizó, la educación se volvió en línea, la salud mundial fue afectada, los políticos replantean discursos y estrategias y más allá de lo que vivimos, el futuro es incierto y urge recuperar la confianza…