/ martes 29 de octubre de 2019

Rescate Tierra / Día de muertos y de vivos


Toda persona sabe que va a morir. El ciclo de la vida es nacer, crecer, reproducirse y morir. No hay escape humano, posible.

En el proceso aprendemos, sufrimos, amamos, odiamos, acumulamos riqueza o pobreza, nos relacionamos con la gente, generamos amor o repudio, construimos bellas relaciones, en ocasiones sufrimos por ellas y todo eso forma parte de nuestra vida, historia, carácter, valores y forma de enfrentar nuestro paso por la tierra.

Al final moriremos

Me comentó una persona que sabía que Dios la había perdonado, pero que él no era capaz de perdonarse el daño que había hecho a la sociedad, a sus amigos y a su familia. Cuantos viven con temor a la muerte, por no saber el lugar al que irán.

Qué difícil es perdonarse, cuando se tiene conciencia del mal hecho. Quizá esa es la razón por la cual vivimos con una amnesia selectiva que justifica lo malo y pondera el éxito, aunque hayamos destruido las oportunidades y la vida de otros.

Hace miles de años, dependiendo de la cultura y tradiciones de cada pueblo, había un destino al morir. Virgilio bajó al infierno para rescatar a Beatriz. Los vikingos peleaban y morían para alcanzar el Valhala. Griegos y romanos creían en el hades. Algunos pueblos de América consideraron varios destinos, dependiendo de la forma en que morían, los guerreros iban a un lugar, igual que las mujeres muertas en parto, los accidentados, los niños. Cada nación imaginaba un destino final.

La celebración de muertos de nuestro país es consecuencia del sincretismo entre la cultura prehispánica y la católica. Una mezcla de infiernos y cielos, cristianos e indígenas. Cielo, purgatorio, infierno, regreso de muertos y fiesta, mucha fiesta.

Escuché hablar a Lorely Fraustro del amor y el egoísmo. Amor-vida, egoísmo-muerte. Quienes aman procuran a sus semejantes, hacen el bien, perdonan, no se envanecen, no hacen injusticia, ni destruyen otras vidas. Quienes viven en el egoísmo satisfaciendo su avaricia, su codicia, sus pasiones, sin importar el daño que provocan, sufren varias muertes, son como muertos que caminan.

Pero el hombre no quiere morir, quiere pasar de muerte a vida y lucha por mejores condiciones, salario, empleo, recreo, estudios, paz, eliminar la trata de personas, los secuestros, la drogadicción, la corrupción e intenta modificar el cascarón sin atender el corazón.

Para lograr un cambio real hay que llegar a quienes realmente controlan el modelo de vida global y han definido los salarios, las deudas, el modelo económico, la ganancia de los bancos, la jornada laboral, sistema de salud, protección ambiental y ecológica. Para que dejen de abusar del ser humano, matándolo en vida y orillándolo a protestas cada vez más violentas por la condición de sufrimiento y pobreza que impera en el mundo.

Aprovechemos este tiempo de reflexión sobre la muerte, para que con conciencia de lo que se ha hecho, tengamos oportunidad de vivir y dar vida.

Licenciado en Comunicación egresado de la UAEM

YOUTUBE: Jord Luum

Twitter: @pedrogmez


Toda persona sabe que va a morir. El ciclo de la vida es nacer, crecer, reproducirse y morir. No hay escape humano, posible.

En el proceso aprendemos, sufrimos, amamos, odiamos, acumulamos riqueza o pobreza, nos relacionamos con la gente, generamos amor o repudio, construimos bellas relaciones, en ocasiones sufrimos por ellas y todo eso forma parte de nuestra vida, historia, carácter, valores y forma de enfrentar nuestro paso por la tierra.

Al final moriremos

Me comentó una persona que sabía que Dios la había perdonado, pero que él no era capaz de perdonarse el daño que había hecho a la sociedad, a sus amigos y a su familia. Cuantos viven con temor a la muerte, por no saber el lugar al que irán.

Qué difícil es perdonarse, cuando se tiene conciencia del mal hecho. Quizá esa es la razón por la cual vivimos con una amnesia selectiva que justifica lo malo y pondera el éxito, aunque hayamos destruido las oportunidades y la vida de otros.

Hace miles de años, dependiendo de la cultura y tradiciones de cada pueblo, había un destino al morir. Virgilio bajó al infierno para rescatar a Beatriz. Los vikingos peleaban y morían para alcanzar el Valhala. Griegos y romanos creían en el hades. Algunos pueblos de América consideraron varios destinos, dependiendo de la forma en que morían, los guerreros iban a un lugar, igual que las mujeres muertas en parto, los accidentados, los niños. Cada nación imaginaba un destino final.

La celebración de muertos de nuestro país es consecuencia del sincretismo entre la cultura prehispánica y la católica. Una mezcla de infiernos y cielos, cristianos e indígenas. Cielo, purgatorio, infierno, regreso de muertos y fiesta, mucha fiesta.

Escuché hablar a Lorely Fraustro del amor y el egoísmo. Amor-vida, egoísmo-muerte. Quienes aman procuran a sus semejantes, hacen el bien, perdonan, no se envanecen, no hacen injusticia, ni destruyen otras vidas. Quienes viven en el egoísmo satisfaciendo su avaricia, su codicia, sus pasiones, sin importar el daño que provocan, sufren varias muertes, son como muertos que caminan.

Pero el hombre no quiere morir, quiere pasar de muerte a vida y lucha por mejores condiciones, salario, empleo, recreo, estudios, paz, eliminar la trata de personas, los secuestros, la drogadicción, la corrupción e intenta modificar el cascarón sin atender el corazón.

Para lograr un cambio real hay que llegar a quienes realmente controlan el modelo de vida global y han definido los salarios, las deudas, el modelo económico, la ganancia de los bancos, la jornada laboral, sistema de salud, protección ambiental y ecológica. Para que dejen de abusar del ser humano, matándolo en vida y orillándolo a protestas cada vez más violentas por la condición de sufrimiento y pobreza que impera en el mundo.

Aprovechemos este tiempo de reflexión sobre la muerte, para que con conciencia de lo que se ha hecho, tengamos oportunidad de vivir y dar vida.

Licenciado en Comunicación egresado de la UAEM

YOUTUBE: Jord Luum

Twitter: @pedrogmez