/ martes 15 de octubre de 2019

Rescate Tierra | El C40 contra la contaminación en las capitales del Planeta

El 11 de octubre del presente 35 capitales del planeta, entre las que se encontraban la Ciudad de México y Guadalajara, firmaron la “Declaración de C40 por un aire limpio en las ciudades”.

En la Cumbre Mundial celebrada en Copenhague reconocieron la urgencia de atender dos peligros: La contaminación atmosférica y la emergencia climática, es decir detener el calentamiento del Planeta, estableciendo políticas públicas exitosas contra la contaminación atmosférica.

Decirlo es fácil, firmarlo implica un compromiso, pero hacerlo requiere una serie de acciones que hasta el momento los dueños del poder económico mundial se han negado a realizar.

Para ejemplo tenemos los estudios que indican que buena parte de las emisiones de bióxido de carbono provienen de los automotores y la industria. Actualmente existen vehículos híbridos, de hidrógeno y eléctricos cuyo precio es excesivamente alto y por ello sólo un exclusivo segmento del mercado puede comprarlos. Sin embargo, de bajar los precios al nivel de los sedanes y cupés más comerciales, estoy seguro que un amplio sector de la población procuraría comprarlos, contribuyendo a reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Otra área en la que se habla mucho, aunque de lento avance, es la reforestación. Para lograrla requerimos vincular los sectores público, privado y social a efecto de cumplir las metas definidas, con planes responsables, sustentables y ecológicamente planeados y no simples ocurrencias de interés político que lejos de arreglar el problema lo agravan. Plantar variedades de árboles, no endémicos en zonas de emergencia, genera un desequilibrio ecológico que afecta la flora y fauna de los lugares donde se colocan, dañando el suelo y la filtración natural de agua.

No podemos ignorar a las industrias, tan necesarias en la generación de empleos y riqueza económica. Algunas ya cuentan con plantas tratadoras, pero pocas han migrado al uso de energía solar o la implementación de reactores propulsados por combustibles no contaminantes. Es patético saber de empresas donde la quema de llantas permanece, a pesar de existir motores de hidrógeno capaces de proveer la energía y calor que necesitan.

Recuerdo un proyecto para hornear ladrillos en Metepec y Toluca, con motores poco contaminantes, que reciclaran desechos, el cual fracasó por una mala ejecución y desconocimiento de las políticas públicas globales. De haberse realizado, los dos municipios tendrían 20 años de avance en el tema.

En fin, que nuevamente, la realidad nos alcanzó y ahora debemos corregir, lo que cuando se pudo, no se hizo.


Licenciado en Comunicación egresado de la UAEM

Twitter: @pedrogmez

El 11 de octubre del presente 35 capitales del planeta, entre las que se encontraban la Ciudad de México y Guadalajara, firmaron la “Declaración de C40 por un aire limpio en las ciudades”.

En la Cumbre Mundial celebrada en Copenhague reconocieron la urgencia de atender dos peligros: La contaminación atmosférica y la emergencia climática, es decir detener el calentamiento del Planeta, estableciendo políticas públicas exitosas contra la contaminación atmosférica.

Decirlo es fácil, firmarlo implica un compromiso, pero hacerlo requiere una serie de acciones que hasta el momento los dueños del poder económico mundial se han negado a realizar.

Para ejemplo tenemos los estudios que indican que buena parte de las emisiones de bióxido de carbono provienen de los automotores y la industria. Actualmente existen vehículos híbridos, de hidrógeno y eléctricos cuyo precio es excesivamente alto y por ello sólo un exclusivo segmento del mercado puede comprarlos. Sin embargo, de bajar los precios al nivel de los sedanes y cupés más comerciales, estoy seguro que un amplio sector de la población procuraría comprarlos, contribuyendo a reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Otra área en la que se habla mucho, aunque de lento avance, es la reforestación. Para lograrla requerimos vincular los sectores público, privado y social a efecto de cumplir las metas definidas, con planes responsables, sustentables y ecológicamente planeados y no simples ocurrencias de interés político que lejos de arreglar el problema lo agravan. Plantar variedades de árboles, no endémicos en zonas de emergencia, genera un desequilibrio ecológico que afecta la flora y fauna de los lugares donde se colocan, dañando el suelo y la filtración natural de agua.

No podemos ignorar a las industrias, tan necesarias en la generación de empleos y riqueza económica. Algunas ya cuentan con plantas tratadoras, pero pocas han migrado al uso de energía solar o la implementación de reactores propulsados por combustibles no contaminantes. Es patético saber de empresas donde la quema de llantas permanece, a pesar de existir motores de hidrógeno capaces de proveer la energía y calor que necesitan.

Recuerdo un proyecto para hornear ladrillos en Metepec y Toluca, con motores poco contaminantes, que reciclaran desechos, el cual fracasó por una mala ejecución y desconocimiento de las políticas públicas globales. De haberse realizado, los dos municipios tendrían 20 años de avance en el tema.

En fin, que nuevamente, la realidad nos alcanzó y ahora debemos corregir, lo que cuando se pudo, no se hizo.


Licenciado en Comunicación egresado de la UAEM

Twitter: @pedrogmez