Ya hay desesperación por el encierro de la cuarentena. Muchas personas han salido a las calles, unos con cubre boca, otros careta, unos más sin nada. Sin embargo, es necesario tener precaución en lo que pasa el tiempo calculado por las autoridades, para que el riesgo de contagio se reduzca transitando del semáforo rojo, al naranja y concluya el periodo concluya.
Todo virus incluyendo el COVID-19, tienen formas de contagio y reproducción semejantes, unos por vía aérea como la gripa, otros por los fluidos como el VIH o el ébola, unos por contacto directo o transmitidos por otros agentes orgánicos, sin embargo su modo de reproducción es peculiar, invasivo y exitoso. El virus, llega al organismo, se introduce en el, ataca las células que lo componen, le inyecta su código genético, lo reproduce, lo multiplica, y concluido el proceso destruye la célula huésped y los nuevos virus -multiplicados en el interior- se riegan por el cuerpo.
En tanto, nuestras defensas entran en acción iniciando una guerra entre anfitrión e invasor. Aquí la fortaleza del sistema inmunológico, la salud, enfermedades como diabetes, hipertensión, afecciones cardiacas, males renales y pulmonares y otras patologías juegan un papel importante en el desenlace de la enfermedad, observando en consecuencia, recuperación, lesiones permanentes o la muerte considerando la edad y la fortaleza de la persona, como variables a considerar.
Por ello, ver personas que sin ningún cuidado socializan, poniendo en riesgo a otros individuos, sacude mi interior recordando la frase que habla, sobre el valor que da la ignorancia, aunque agregaría que no aman a sus semejantes y sólo si sufrieran en carne propia las aflicciones de la enfermedad, cumplirían la cuarentena.
Ayer, las calles del centro de Toluca fueron cerradas al tránsito, en un esfuerzo responsable del Alcalde, Juan Rodolfo, por controlar el contagio. La OMS, considera endémico al COVID-19, una enfermedad que llegó para quedarse y los seres humanos expuestos y sobrevivientes serán inmunes a otro ataque, pero habrá quienes no lo sean y quizá mueran.
Hablamos en publicaciones anteriores de esta columna, sobre las proyecciones de contagio y diseminación. Para fin de año la exposición puede llegar, al 90 por ciento de la población mundial. Quizá haya grupos sociales que, por su aislamiento, no hayan estado en contacto, lo que no significa, que estén a salvo.
La manufactura de un medicamento es vital, para reducir el riesgo de muerte y minimizar la sobrecarga sanitaria que sufren los hospitales. Enfermar todos al mismo tiempo, no ayuda.
Pensar y repensar en los más de 23 mil médicos y enfermeras contagiados por COVID, el personal del hospital, afanadores, administradores, limpieza, mantenimiento, laboratoristas y otros que por servir y salvar vidas, exponen la vida propia, merecen el reconocimiento social, público y privado. Ojala el gobierno recapacite en la importancia de tan importantes profesionistas y mejore sus prestaciones, su seguro de vida y trabajo dignos.