/ martes 29 de junio de 2021

Rescate Tierra | El Charquito del Nevado de Toluca 

Recorrer las lagunas del Nevado de Toluca, su cráter, sentir el viento frío y admirar sus picos, con nieve o sin ella, cocinarse una carne asada con leña azuzada por el viento y sentir la majestuosidad de la naturaleza estremecer la piel ante su belleza, es un privilegio que conocí en los años 70s, cuando a la primera nevada del año, las familias de Toluca subíamos el volcán y jugábamos entre la Nieve.

Hoy sus dos lagunas se han empequeñecido, la de la luna dramáticamente, la del sol, por su profundidad se resiste. Esa laguna donde entrenaron nadadores como Damián Piza, para cruzar el canal de la mancha en 1953.

Conforme se secan las lagunas, la amenaza de escases de agua potable en México y el mundo crece, por más programas e intentos de políticas públicas para mitigar su agotamiento, y es qué, los programas y políticas públicas para recargar mantos freáticos, parecen mas trabajos de lucimiento político, de azoteas verdes y reforestación de parques recreativos e incluso siembra de arboles frutales, donde deben ir pinos, para no afectar la flora y fauna endémicas, de los lugares talados. A consecuencia de lo anterior, la recarga de agua se ve muy lejana por la tala y las pocas acciones exitosas de los gobiernos municipales, a los que hay que pedir permiso para proteger los bosques.

No sirve marcar árboles para aprovechamiento forestal, si los taladores cortan marcados y sin marcar, viejos y jóvenes. El negocio es bueno y ante la ausencia de policías del bosque, porque no hay guardias forestales con autoridad y respaldo para enfrentar a quienes roban la madera, las zonas taladas crecen, condenando el futuro de la sociedad toluqueña, incrementando la amenaza de quedarnos sin agua, sin árboles y con gran contaminación.

Como intervendrán los municipios y el Estado, si la Federación no los respalda y las mafias de desmontadores amenazan a quien se les enfrenta, exigiendo cuotas de madera a cambio de respetar sus vidas.

Quizá legalizar la tala y empadronar a los taladores no registrados, para invitarlos a plantar y talar árboles de manera ordenada y sustentable, daría trabajo a ejidatarios y comuneros, permitiría identificar a quienes se dedican al negocio maderero, incrementaría las contribuciones de los tres niveles de gobierno e impediría la destrucción y agotamiento de los pocos árboles que quedan, contribuyendo a la recuperación de las reservas de agua.

Tal vez, empresas como Coca Cola o las Cerveceras, entre otras, que utilizan grandes volúmenes de agua en sus plantas, podrían destinar parte de sus recursos a la reforestación y cuidado del Nevado de Toluca, de manera que los tres sectores, público, privado y social nos involucremos para combatir cuando menos, tres amenazas al planeta, la deforestación, el agotamiento del agua potable y el calentamiento global.

Recorrer las lagunas del Nevado de Toluca, su cráter, sentir el viento frío y admirar sus picos, con nieve o sin ella, cocinarse una carne asada con leña azuzada por el viento y sentir la majestuosidad de la naturaleza estremecer la piel ante su belleza, es un privilegio que conocí en los años 70s, cuando a la primera nevada del año, las familias de Toluca subíamos el volcán y jugábamos entre la Nieve.

Hoy sus dos lagunas se han empequeñecido, la de la luna dramáticamente, la del sol, por su profundidad se resiste. Esa laguna donde entrenaron nadadores como Damián Piza, para cruzar el canal de la mancha en 1953.

Conforme se secan las lagunas, la amenaza de escases de agua potable en México y el mundo crece, por más programas e intentos de políticas públicas para mitigar su agotamiento, y es qué, los programas y políticas públicas para recargar mantos freáticos, parecen mas trabajos de lucimiento político, de azoteas verdes y reforestación de parques recreativos e incluso siembra de arboles frutales, donde deben ir pinos, para no afectar la flora y fauna endémicas, de los lugares talados. A consecuencia de lo anterior, la recarga de agua se ve muy lejana por la tala y las pocas acciones exitosas de los gobiernos municipales, a los que hay que pedir permiso para proteger los bosques.

No sirve marcar árboles para aprovechamiento forestal, si los taladores cortan marcados y sin marcar, viejos y jóvenes. El negocio es bueno y ante la ausencia de policías del bosque, porque no hay guardias forestales con autoridad y respaldo para enfrentar a quienes roban la madera, las zonas taladas crecen, condenando el futuro de la sociedad toluqueña, incrementando la amenaza de quedarnos sin agua, sin árboles y con gran contaminación.

Como intervendrán los municipios y el Estado, si la Federación no los respalda y las mafias de desmontadores amenazan a quien se les enfrenta, exigiendo cuotas de madera a cambio de respetar sus vidas.

Quizá legalizar la tala y empadronar a los taladores no registrados, para invitarlos a plantar y talar árboles de manera ordenada y sustentable, daría trabajo a ejidatarios y comuneros, permitiría identificar a quienes se dedican al negocio maderero, incrementaría las contribuciones de los tres niveles de gobierno e impediría la destrucción y agotamiento de los pocos árboles que quedan, contribuyendo a la recuperación de las reservas de agua.

Tal vez, empresas como Coca Cola o las Cerveceras, entre otras, que utilizan grandes volúmenes de agua en sus plantas, podrían destinar parte de sus recursos a la reforestación y cuidado del Nevado de Toluca, de manera que los tres sectores, público, privado y social nos involucremos para combatir cuando menos, tres amenazas al planeta, la deforestación, el agotamiento del agua potable y el calentamiento global.