/ martes 14 de diciembre de 2021

Rescate Tierra | Más impuestos, más violencia, menos familia 


Dicen que “al perro más flaco se le cargan las pulgas” y el empobrecimiento generalizado de los mexicanos parece cumplirlo. Muchos le echan la culpa al gobierno federal y local, por el cierre de empresas, la pérdida de patrimonios familiares como casas, carros, terrenos, equipos, ropa, muebles que han tenido que venderse para que las familias sobrevivan, a lo que se suma el desempleo o la reducción del salario, el incremento de precios de los productos básicos, salud, transporte, educación.

Lo triste es que en medio de la crisis pospandemia e intergobierno, la mejor solución que se le ocurre a quienes dirigen nuestro país y estado es incrementar los impuestos, perseguir a quienes aun tienen buenos empleos, sean investigadores, científicos, maestros, estudiantes o empresarios, como para empobrecer a todos y hacerlos dependientes del partido en el poder, haciéndolos alzar la mano para pedir.

El problema crece, no se soluciona y la carga impositiva no ayuda, hay muchos que no tienen para pagar y viven con la amenaza del incremento de gastos y carencia de dinero.

Quienes bajan los sueldos de los empleados, ¿porque no bajan el precio de los productos? quizá así provoquemos una deflación y apreciación de la moneda, incrementando el poder adquisitivo de los ciudadanos, haciéndonos más competitivos al exterior. Lograrlo no es posible con una acción aislada, debe ser un concierto nacional, para que todos los sectores, público, privado y social, sean beneficiados.

Necesitamos cambiar la mentalidad nacional del espíritu de venganza y revancha que destruyen a uno de colaboración y compromiso entre todos, quienes tienen recursos y quienes no. Los dueños del capital y los dueños de la mano de obra, deben trabajar unidos, fuera de un discurso polarizante de ricos y pobres, conservadores y liberales, profesionistas y no profesionistas, arquitectos y albañiles, doctores y enfermeras, maestros o alumnos, varón o mujer, sin celos enfermos por el tener y no tener, para que tengamos todos.

Quienes gobiernan, quienes dirigen México, lo hacen por y para todos, no sólo para unos cuantos. Hacer decisiones cargadas para favorecer a un segmento hegemónico, es perjudicial, cuando la balanza se inclina a otro lado, por eso las leyes deben ser iguales para todos.

Por muchos años se intentó tener, tanto gobierno como fuera necesario y tanta sociedad como fuera posible, así fueron creadas muchas organizaciones sociales que desde la sociedad propusieran soluciones a los problemas que la afectan y no que las políticas públicas fueran creadas desde un escritorio, sin el conocimiento de las variables que provocan inseguridad, desempleo, falta de salud, educación empleo.

Hoy quienes pagan predial o agua o cambios de propiedad o regularización de bienes ven con temor los posibles incrementos ante la carencia de dinero y oportunidades, ojalá el próximo año nos permita ver crecer el bienestar de todos y la fortaleza de las familias, sin que un científico de escritorio proponga cosas que desconoce.


Dicen que “al perro más flaco se le cargan las pulgas” y el empobrecimiento generalizado de los mexicanos parece cumplirlo. Muchos le echan la culpa al gobierno federal y local, por el cierre de empresas, la pérdida de patrimonios familiares como casas, carros, terrenos, equipos, ropa, muebles que han tenido que venderse para que las familias sobrevivan, a lo que se suma el desempleo o la reducción del salario, el incremento de precios de los productos básicos, salud, transporte, educación.

Lo triste es que en medio de la crisis pospandemia e intergobierno, la mejor solución que se le ocurre a quienes dirigen nuestro país y estado es incrementar los impuestos, perseguir a quienes aun tienen buenos empleos, sean investigadores, científicos, maestros, estudiantes o empresarios, como para empobrecer a todos y hacerlos dependientes del partido en el poder, haciéndolos alzar la mano para pedir.

El problema crece, no se soluciona y la carga impositiva no ayuda, hay muchos que no tienen para pagar y viven con la amenaza del incremento de gastos y carencia de dinero.

Quienes bajan los sueldos de los empleados, ¿porque no bajan el precio de los productos? quizá así provoquemos una deflación y apreciación de la moneda, incrementando el poder adquisitivo de los ciudadanos, haciéndonos más competitivos al exterior. Lograrlo no es posible con una acción aislada, debe ser un concierto nacional, para que todos los sectores, público, privado y social, sean beneficiados.

Necesitamos cambiar la mentalidad nacional del espíritu de venganza y revancha que destruyen a uno de colaboración y compromiso entre todos, quienes tienen recursos y quienes no. Los dueños del capital y los dueños de la mano de obra, deben trabajar unidos, fuera de un discurso polarizante de ricos y pobres, conservadores y liberales, profesionistas y no profesionistas, arquitectos y albañiles, doctores y enfermeras, maestros o alumnos, varón o mujer, sin celos enfermos por el tener y no tener, para que tengamos todos.

Quienes gobiernan, quienes dirigen México, lo hacen por y para todos, no sólo para unos cuantos. Hacer decisiones cargadas para favorecer a un segmento hegemónico, es perjudicial, cuando la balanza se inclina a otro lado, por eso las leyes deben ser iguales para todos.

Por muchos años se intentó tener, tanto gobierno como fuera necesario y tanta sociedad como fuera posible, así fueron creadas muchas organizaciones sociales que desde la sociedad propusieran soluciones a los problemas que la afectan y no que las políticas públicas fueran creadas desde un escritorio, sin el conocimiento de las variables que provocan inseguridad, desempleo, falta de salud, educación empleo.

Hoy quienes pagan predial o agua o cambios de propiedad o regularización de bienes ven con temor los posibles incrementos ante la carencia de dinero y oportunidades, ojalá el próximo año nos permita ver crecer el bienestar de todos y la fortaleza de las familias, sin que un científico de escritorio proponga cosas que desconoce.