/ martes 21 de enero de 2020

Rescate Tierra | Nacionalismo global contra liberalismo global


Tiene décadas que comenzó la discusión sobre el modelo de desarrollo que prevalecería en México. Las prácticas y estrategias de apertura económica que implementaron los gobiernos de Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña o el nacionalismo, enunciado por la izquierda –PRD y Morena- hoy representado por López Obrador. Unos pugnando por la venta de paraestatales, tratados de libre comercio, liberación del control financiero y apertura de mercados, con condicionantes para el crecimiento y desarrollo de México en sectores como el automotriz, el acero, algunos productos agrícolas, educación, seguridad y tecnología o el cierre de ese liberalismo con políticas que ponderen la protección de programas sociales y económicos que protejan los recursos nacionales de la voracidad de los empresarios globales.

Dos modelos en discusión, cuya ejecución va en camino desde hace años. El primero impulsado por las presiones de la comunidad y el capital internacional, el segundo, como estrategia de protección a los segmentos más pobres de México, combinando liberalismo y nacionalismo, en un mundo donde las reglas del juego son impuestas por los dueños del capital y las políticas públicas para proteger a los sectores más necesitados, sólo sirven como válvula de escape al descontento provocado por la falta de oportunidades, el hambre, la carencia de trabajo y la destrucción de las instituciones nacionales para el bienestar social, ISSEMyM, ISSSTE, IMSS y otras del mismo fin.

Parece una contradicción hablar de un nacionalismo global, cuando la definición de nacionalismo es la protección de valores, cultura, economía, riqueza y política, dentro de un espacio territorial con fronteras delimitadas, población definida y gobierno. Lo global rompe las fronteras y, sin embargo, vemos intentos migratorios nacionalistas, de Centro y Sudamérica a Estados Unidos y Europa del oeste, en la suposición de que allí sí hay trabajo y estrategias de bienestar social.

Hoy la noticia de los cerca de 1 mil migrantes hondureños que intentan cruzar por México hacia el norte del continente pone a prueba las relaciones entre México y Trump, justificando la estrategia antiinmigrante de este último, la cual lo legitimó ante un segmento de la sociedad estadounidense y lo fortalece en el juicio político que pudiera enfrentar en breve, junto con los resultados del ataque a Irak.

Las piezas están en juego, juicio y reelección en puerta. México, dentro del tablero mundial apalancando los movimientos, esperando una mejor posición para avanzar. Algunos jugadores en resistencia, otros ya han sido sacrificados. Excluirse del juego implica romper los lazos y políticas globales que mueven al mundo, con más de 7 mil millones de habitantes, compromisos económicos enlazados con el bienestar de las potencias, el calentamiento de la Tierra, cambio climático, la amenaza de la guerra, el hambre y la pobreza. Aprender a mover las piezas requiere una combinación de acciones que van del liberalismo al nacionalismo. Una extraña, pero necesaria combinación en el contexto global.

Licenciado en Comunicación egresado de la UAEM

Twitter: @pedrogmez

Facebook: pedro.gomez.7509


Tiene décadas que comenzó la discusión sobre el modelo de desarrollo que prevalecería en México. Las prácticas y estrategias de apertura económica que implementaron los gobiernos de Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña o el nacionalismo, enunciado por la izquierda –PRD y Morena- hoy representado por López Obrador. Unos pugnando por la venta de paraestatales, tratados de libre comercio, liberación del control financiero y apertura de mercados, con condicionantes para el crecimiento y desarrollo de México en sectores como el automotriz, el acero, algunos productos agrícolas, educación, seguridad y tecnología o el cierre de ese liberalismo con políticas que ponderen la protección de programas sociales y económicos que protejan los recursos nacionales de la voracidad de los empresarios globales.

Dos modelos en discusión, cuya ejecución va en camino desde hace años. El primero impulsado por las presiones de la comunidad y el capital internacional, el segundo, como estrategia de protección a los segmentos más pobres de México, combinando liberalismo y nacionalismo, en un mundo donde las reglas del juego son impuestas por los dueños del capital y las políticas públicas para proteger a los sectores más necesitados, sólo sirven como válvula de escape al descontento provocado por la falta de oportunidades, el hambre, la carencia de trabajo y la destrucción de las instituciones nacionales para el bienestar social, ISSEMyM, ISSSTE, IMSS y otras del mismo fin.

Parece una contradicción hablar de un nacionalismo global, cuando la definición de nacionalismo es la protección de valores, cultura, economía, riqueza y política, dentro de un espacio territorial con fronteras delimitadas, población definida y gobierno. Lo global rompe las fronteras y, sin embargo, vemos intentos migratorios nacionalistas, de Centro y Sudamérica a Estados Unidos y Europa del oeste, en la suposición de que allí sí hay trabajo y estrategias de bienestar social.

Hoy la noticia de los cerca de 1 mil migrantes hondureños que intentan cruzar por México hacia el norte del continente pone a prueba las relaciones entre México y Trump, justificando la estrategia antiinmigrante de este último, la cual lo legitimó ante un segmento de la sociedad estadounidense y lo fortalece en el juicio político que pudiera enfrentar en breve, junto con los resultados del ataque a Irak.

Las piezas están en juego, juicio y reelección en puerta. México, dentro del tablero mundial apalancando los movimientos, esperando una mejor posición para avanzar. Algunos jugadores en resistencia, otros ya han sido sacrificados. Excluirse del juego implica romper los lazos y políticas globales que mueven al mundo, con más de 7 mil millones de habitantes, compromisos económicos enlazados con el bienestar de las potencias, el calentamiento de la Tierra, cambio climático, la amenaza de la guerra, el hambre y la pobreza. Aprender a mover las piezas requiere una combinación de acciones que van del liberalismo al nacionalismo. Una extraña, pero necesaria combinación en el contexto global.

Licenciado en Comunicación egresado de la UAEM

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