/ martes 22 de septiembre de 2020

Rescate Tierra | Paz o Guerra


En 1981 la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaró el 3 martes de septiembre, como el “Día Internacional de la Paz”. En 2001, la misma Asamblea instituyó una fecha fija, el 21 de septiembre, para que ese día se celebre y haya cese al fuego por 24 horas.

En 2017 hubo en el mundo 464 mil víctimas de homicidio, 89 mil conflictos armados y 26 mil actos terroristas. Este año en México durante el primer semestre tuvimos 17 mil 982 personas asesinadas, y falta el segundo semestre.

Paz y guerra, violencia y paz, términos que el hombre repite en palabras, pero los actos de paz, no llegan. Participamos en ceremonias muy espirituales y humanas, que nos recuerdan esa necesidad de tranquilidad, armonía, sana convivencia, edificación mutua, respeto, pero, la paz no llega.

“Miserable de mi, quién me librará de este cuerpo de muerte. Porque querer el bien esta en mi, pero no el hacerlo” dijo Pablo, los hombres queremos la paz, pero hacemos cosas que la destruyen. Quizá sea el egoísmo, el afán de poder, la perversión de los deseos, la religiosidad, la intolerancia, el desamor, lo que acaba con la paz.

En la guerra, la paz es rota por causas como el abuso de un grupo social a otro, o el deseo de apropiarse de las riquezas de una Nación. El pretexto para iniciar la primera y segunda guerras mundiales fue la ambición expansionista y de superioridad de la Alemania de entonces. La guerra de Vietnam, por el choque en el imperialismo estadunidense y el socialismo ruso. Las dictaduras y guerras de Latinoamérica, por la militarización de sus estructuras y el empobrecimiento de sectores sociales.

En las relaciones sociales, la violencia contra la mujer, contra los niños, el matrimonio, la amistad, donde las asociaciones terminan por una deslealtad, un engaño, el orgullo, la vanidad. La paz termina, porque una de las partes engañó o la codicia de sus intereses son diferentes a los que la construyeron y hay celo, envidia, abuso, intentos de control y desavenencia, que no siempre terminan en amistosa separación, pero si en violenta conflagración.

¿De donde vienen las guerras? El libro más leído del mundo describe la lucha de nuestras pasiones como el origen de la falta de paz. Es decir que en el interior del hombre se gestan acciones reflejo de la paz o de la guerra.

Hablar de paz es fácil. Actuar en paz, no, requiere de acciones razonadas, en ocasiones contra nuestros deseos, contra nuestro egoísmo, pero siempre benéficas cuando el carácter se forja y podemos amar y cuidar a nuestros semejantes no por la obligación de una ley o la amenaza de algo o alguien. Sino porque nos gusta hacer el bien y eso no es un acto de magia, ni religiosidad. Es una decisión vivir en amor y paz.


En 1981 la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaró el 3 martes de septiembre, como el “Día Internacional de la Paz”. En 2001, la misma Asamblea instituyó una fecha fija, el 21 de septiembre, para que ese día se celebre y haya cese al fuego por 24 horas.

En 2017 hubo en el mundo 464 mil víctimas de homicidio, 89 mil conflictos armados y 26 mil actos terroristas. Este año en México durante el primer semestre tuvimos 17 mil 982 personas asesinadas, y falta el segundo semestre.

Paz y guerra, violencia y paz, términos que el hombre repite en palabras, pero los actos de paz, no llegan. Participamos en ceremonias muy espirituales y humanas, que nos recuerdan esa necesidad de tranquilidad, armonía, sana convivencia, edificación mutua, respeto, pero, la paz no llega.

“Miserable de mi, quién me librará de este cuerpo de muerte. Porque querer el bien esta en mi, pero no el hacerlo” dijo Pablo, los hombres queremos la paz, pero hacemos cosas que la destruyen. Quizá sea el egoísmo, el afán de poder, la perversión de los deseos, la religiosidad, la intolerancia, el desamor, lo que acaba con la paz.

En la guerra, la paz es rota por causas como el abuso de un grupo social a otro, o el deseo de apropiarse de las riquezas de una Nación. El pretexto para iniciar la primera y segunda guerras mundiales fue la ambición expansionista y de superioridad de la Alemania de entonces. La guerra de Vietnam, por el choque en el imperialismo estadunidense y el socialismo ruso. Las dictaduras y guerras de Latinoamérica, por la militarización de sus estructuras y el empobrecimiento de sectores sociales.

En las relaciones sociales, la violencia contra la mujer, contra los niños, el matrimonio, la amistad, donde las asociaciones terminan por una deslealtad, un engaño, el orgullo, la vanidad. La paz termina, porque una de las partes engañó o la codicia de sus intereses son diferentes a los que la construyeron y hay celo, envidia, abuso, intentos de control y desavenencia, que no siempre terminan en amistosa separación, pero si en violenta conflagración.

¿De donde vienen las guerras? El libro más leído del mundo describe la lucha de nuestras pasiones como el origen de la falta de paz. Es decir que en el interior del hombre se gestan acciones reflejo de la paz o de la guerra.

Hablar de paz es fácil. Actuar en paz, no, requiere de acciones razonadas, en ocasiones contra nuestros deseos, contra nuestro egoísmo, pero siempre benéficas cuando el carácter se forja y podemos amar y cuidar a nuestros semejantes no por la obligación de una ley o la amenaza de algo o alguien. Sino porque nos gusta hacer el bien y eso no es un acto de magia, ni religiosidad. Es una decisión vivir en amor y paz.