/ miércoles 21 de abril de 2021

Rescate Tierra | Plantar vida o sembrar muerte 

México está en la lupa, no se de quién, porque las irregularidades y desastres continúan. Ahora son los incendios, un 30 por ciento provocados y el otro 70 por ciento, consecuencia del calentamiento global y fenómenos naturales.

En abril, se han perdido 100 mil hectáreas de bosque. En los 3 primeros meses del año ha habido 3 mil 376 incendios forestales. Para fin de año en números malos, pueden ser 500 mil hectáreas quemadas y en palabras de Gatel, muy, muy malos, 1 millón de hectáreas siniestradas.

El problema es que no hay personal para atender los incendios, porque se quitó el presupuesto, para contratar personal que asista las emergencias en la CONAFOR.

Así como vamos, quizá pronto sólo queden cerros pelones y mucha tierra en proceso de desertificación, por la suma de la falta de agua y políticas públicas aplicadas y eficientes, que atiendan el problema.

Todo el humo y GEI, generados de esos incendios, se van a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global cuyo indicador se intenta detener en 1.5 grados centígrados. Indicador al que ya llegó México y al paso, pronto lo superará.

Urge, respetar las leyes nacionales, tratados internacionales y pactos multinacionales, firmados, para combatir el calentamiento de la Tierra.

Pero, no con dichos de salivazo, sin compromiso y cumplimiento. Es como quien le ofrece amor eterno a la esposa o esposo y al primer coqueteo del poderoso, se falta a la lealtad y la palabra. Una lealtad empeñada a 127 millones de mexicanos, afectados por la destrucción del medio ambiente.

En noviembre será la COP26, en Glasgow, Escocia, después de un receso de 2 años. Lejos quedaron las emociones y alegría porque con la cuarentena, la reducción de la actividad económica mundial y de el tránsito de vehículos, se redujeron los niveles de CO2 en la atmósfera. Hoy, el nivel de las emisiones se ha recuperado y ha sido rebasado.

Será complicado, por no decir imposible, cumplir los acuerdos firmados, para reducir las emisiones de GEI, generadas en la industria eléctrica tradicional. Eso sí, subieron el costo de la electricidad y colocaron aparatos monos y ultramodernos, para cobrarle y cortar la luz, sin necesidad de medidor, negociación o gracia y como siempre. Los pobres son los más amolados. El que no tiene trabajo, al que le redujeron su sueldo a la mitad y tiene que pagar alimentos, mantener a los mismos hijos, comprar medicinas, dar educación, pagar renta, gasolina, apapachar a la esposa, soñar con las vacaciones y pagar impuestos.

Así, como va dar tiempo para pensar en reforestar, en plantar árboles, sembrar vida, cosechar bendiciones, si los responsables de procurar la mejoría de los ciudadanos, no dan importancia a tan banal tema, pareciera que no les interesa detener incendios, recuperar el agua, limpiar el aire, sembrar vida para el futuro.

México está en la lupa, no se de quién, porque las irregularidades y desastres continúan. Ahora son los incendios, un 30 por ciento provocados y el otro 70 por ciento, consecuencia del calentamiento global y fenómenos naturales.

En abril, se han perdido 100 mil hectáreas de bosque. En los 3 primeros meses del año ha habido 3 mil 376 incendios forestales. Para fin de año en números malos, pueden ser 500 mil hectáreas quemadas y en palabras de Gatel, muy, muy malos, 1 millón de hectáreas siniestradas.

El problema es que no hay personal para atender los incendios, porque se quitó el presupuesto, para contratar personal que asista las emergencias en la CONAFOR.

Así como vamos, quizá pronto sólo queden cerros pelones y mucha tierra en proceso de desertificación, por la suma de la falta de agua y políticas públicas aplicadas y eficientes, que atiendan el problema.

Todo el humo y GEI, generados de esos incendios, se van a la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global cuyo indicador se intenta detener en 1.5 grados centígrados. Indicador al que ya llegó México y al paso, pronto lo superará.

Urge, respetar las leyes nacionales, tratados internacionales y pactos multinacionales, firmados, para combatir el calentamiento de la Tierra.

Pero, no con dichos de salivazo, sin compromiso y cumplimiento. Es como quien le ofrece amor eterno a la esposa o esposo y al primer coqueteo del poderoso, se falta a la lealtad y la palabra. Una lealtad empeñada a 127 millones de mexicanos, afectados por la destrucción del medio ambiente.

En noviembre será la COP26, en Glasgow, Escocia, después de un receso de 2 años. Lejos quedaron las emociones y alegría porque con la cuarentena, la reducción de la actividad económica mundial y de el tránsito de vehículos, se redujeron los niveles de CO2 en la atmósfera. Hoy, el nivel de las emisiones se ha recuperado y ha sido rebasado.

Será complicado, por no decir imposible, cumplir los acuerdos firmados, para reducir las emisiones de GEI, generadas en la industria eléctrica tradicional. Eso sí, subieron el costo de la electricidad y colocaron aparatos monos y ultramodernos, para cobrarle y cortar la luz, sin necesidad de medidor, negociación o gracia y como siempre. Los pobres son los más amolados. El que no tiene trabajo, al que le redujeron su sueldo a la mitad y tiene que pagar alimentos, mantener a los mismos hijos, comprar medicinas, dar educación, pagar renta, gasolina, apapachar a la esposa, soñar con las vacaciones y pagar impuestos.

Así, como va dar tiempo para pensar en reforestar, en plantar árboles, sembrar vida, cosechar bendiciones, si los responsables de procurar la mejoría de los ciudadanos, no dan importancia a tan banal tema, pareciera que no les interesa detener incendios, recuperar el agua, limpiar el aire, sembrar vida para el futuro.