/ martes 18 de agosto de 2020

Rescate Tierra | Supervivencia humana

Dios ha sido bueno conmigo. Hasta ahora, he sobrevivido a la pandemia, junto con muchos mexicanos, a pesar de la estrategia y comunicación errática que hemos tenido en México.

Y mientras domamos la curva de contagios y la aplanamos combinando una máxima y mínima exposición, la necesidad de supervivencia económica de los mexicanos continua.

Una supervivencia en conflicto, entre la salud y la economía. Por un lado, hay que mantener la sana distancia y por el otro, pagar las cuentas del banco, la renta, comer, comprar cubre bocas, transportarse, generando una contradicción en el actuar y una crisis financiera, familiar.

Aunado a estas variables, hay un problema con el calentamiento de la tierra y el cambio climático. La reducida actividad humana en el pico de la pandemia, hizo suponer que las condiciones ambientales mejorarían, sin embargo no fue así. Hubo menos carros, se ralentizó la actividad industrial pero la acumulación de CO2 en la atmósfera, se mantuvo a pesar de la reducción de emisiones de un 17 a 26 por ciento en abril y el 8 por ciento esperado para fin de año.

Esa acumulación de gases de efecto invernadero GEI, son los responsables del cambio climático, cuyas consecuencias ya padecemos. Hay un calentamiento y un enfriamiento del planeta. Las corrientes marinas alimentadas por el derretimiento de los polos promueven huracanes, tormentas eléctricas, tifones y fenómenos meteorológicos más intensos. Las cosechas del mundo sucumben por la lluvia extrema y el calor que cada año se incrementa.

Mientras esto ocurre, los defensores de la tierra son asesinados. El año pasado el número de activistas ambientales muertos llegó a 18 personas en México y 212 en el mundo. Activistas cuyas acciones contribuyen a detener la destrucción de nuestro medio ambiente, con el consecuente enojo de empresarios y políticos sin valores, que no dan importancia a la sustentabilidad del planeta, no les interesa migrar a la generación de energía eléctrica sin emisiones de dióxido de carbono, necesitan ganar dinero con el petróleo, el carbón y el gas. No les interesan los bosques, ni el cuidado del agua, quieren desmontar grandes extensiones para la agricultura, la ganadería la minería, la construcción de medios de comunicación y el turismo. México ocupó en 2019 el 4to lugar a nivel mundial, con más ambientalistas asesinados.

Tal vez, no haya vuelta atrás y sólo podamos retrasar el desenlace. Somos más de 7 mil 500 millones de habitantes en el planeta, que necesitan comer, vestir, trabajar e intentar convivir con la familia, la sociedad y el medio ambiente. Reducir la población mundial para detener el daño, ha sido analizado por grupos de poder, que incluso ven el aborto, la eutanasia y hasta la corriente LGBT como probable estrategia, para reducir el número de humanos del planeta.

Por lo anterior, resalta el plan, cuyo marco son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, intentando con políticas públicas globales generar mejores condiciones de vida para los seres humanos, el abatimiento de la pobreza, la erradicación del hambre, la salud, la generación de trabajo, el cuidado del medio ambiente y de las especies animales y vegetales que compartimos el planeta. Espero que, si haya vuelta atrás y con tolerancia, respeto y amor, generemos las condiciones de vida, dignas y sustentables, necesarias para la supervivencia del hombre.

Dios ha sido bueno conmigo. Hasta ahora, he sobrevivido a la pandemia, junto con muchos mexicanos, a pesar de la estrategia y comunicación errática que hemos tenido en México.

Y mientras domamos la curva de contagios y la aplanamos combinando una máxima y mínima exposición, la necesidad de supervivencia económica de los mexicanos continua.

Una supervivencia en conflicto, entre la salud y la economía. Por un lado, hay que mantener la sana distancia y por el otro, pagar las cuentas del banco, la renta, comer, comprar cubre bocas, transportarse, generando una contradicción en el actuar y una crisis financiera, familiar.

Aunado a estas variables, hay un problema con el calentamiento de la tierra y el cambio climático. La reducida actividad humana en el pico de la pandemia, hizo suponer que las condiciones ambientales mejorarían, sin embargo no fue así. Hubo menos carros, se ralentizó la actividad industrial pero la acumulación de CO2 en la atmósfera, se mantuvo a pesar de la reducción de emisiones de un 17 a 26 por ciento en abril y el 8 por ciento esperado para fin de año.

Esa acumulación de gases de efecto invernadero GEI, son los responsables del cambio climático, cuyas consecuencias ya padecemos. Hay un calentamiento y un enfriamiento del planeta. Las corrientes marinas alimentadas por el derretimiento de los polos promueven huracanes, tormentas eléctricas, tifones y fenómenos meteorológicos más intensos. Las cosechas del mundo sucumben por la lluvia extrema y el calor que cada año se incrementa.

Mientras esto ocurre, los defensores de la tierra son asesinados. El año pasado el número de activistas ambientales muertos llegó a 18 personas en México y 212 en el mundo. Activistas cuyas acciones contribuyen a detener la destrucción de nuestro medio ambiente, con el consecuente enojo de empresarios y políticos sin valores, que no dan importancia a la sustentabilidad del planeta, no les interesa migrar a la generación de energía eléctrica sin emisiones de dióxido de carbono, necesitan ganar dinero con el petróleo, el carbón y el gas. No les interesan los bosques, ni el cuidado del agua, quieren desmontar grandes extensiones para la agricultura, la ganadería la minería, la construcción de medios de comunicación y el turismo. México ocupó en 2019 el 4to lugar a nivel mundial, con más ambientalistas asesinados.

Tal vez, no haya vuelta atrás y sólo podamos retrasar el desenlace. Somos más de 7 mil 500 millones de habitantes en el planeta, que necesitan comer, vestir, trabajar e intentar convivir con la familia, la sociedad y el medio ambiente. Reducir la población mundial para detener el daño, ha sido analizado por grupos de poder, que incluso ven el aborto, la eutanasia y hasta la corriente LGBT como probable estrategia, para reducir el número de humanos del planeta.

Por lo anterior, resalta el plan, cuyo marco son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, intentando con políticas públicas globales generar mejores condiciones de vida para los seres humanos, el abatimiento de la pobreza, la erradicación del hambre, la salud, la generación de trabajo, el cuidado del medio ambiente y de las especies animales y vegetales que compartimos el planeta. Espero que, si haya vuelta atrás y con tolerancia, respeto y amor, generemos las condiciones de vida, dignas y sustentables, necesarias para la supervivencia del hombre.