La paz es un derecho humano
La construcción de la paz no es solamente una utopía, ni un ideal, es un derecho y un deber de los Estados, de los pueblos, los grupos y los individuos.
La Declaración de Derechos Humanos Emergente expresa que “todos los seres humanos y los pueblos en que se integran tienen derecho a que la vida humana sea garantizada por un sistema social en el que los valores de paz y solidaridad sean esenciales y en el que los conflictos se resuelvan mediante el diálogo y otras formas de acción social pacíficas”. Es necesario que todas las personas y las instituciones desde nuestras acciones cotidianas construyamos este sistema de coexistencia pacífico; hay que abrir la mente para entender que la concordia no sólo se manifiesta con la ausencia de guerra o conflictos, sino que es un derecho humano, prerrequisito indispensable para el ejercicio de otros derechos; por lo que necesariamente tenemos que trabajar para tener entornos seguros, sin violencia; un mundo que no destruya las capacidades de los individuos, donde no se transgreda al otro, donde no se le vulnere por ser diferente, donde se pueda acceder sin limitantes a los derechos fundamentales.
El Estado tiene la obligación de promover mejores condiciones económicas, políticas, sociales y culturales con miras a impulsar esta existencia común; donde se permita la libre determinación de sus pueblos, se desaliente el racismo, la discriminación y la segregación. Incluso se debe emprender la promoción de solidaridad y apoyo interestatal, donde entidades y municipios trabajen por la armonía de sus similares. Ni una colectividad ni una persona podrán vivir en paz sabiendo que su bienestar se produce a costa de los derechos de los demás.
La paz debe prevalecer en todos los entornos de convivencia, reflejada en un ambiente donde se respete la dignidad y cada quien pueda ejercer sus libertades.
La paz ha de unir a las naciones, pero en este siglo XXI emerge para unir a las personas y recordar a los Estados el deber que tienen con cada una de ellas.
El respeto y la aceptación de puntos de vista diferentes, la creación de canales de comunicación y respeto mutuo, la resignificación y la sociabilidad de los derechos humanos configuran un deber; y representa acciones indispensables que sin duda se han de emprender en el Estado de México.
“La paz es nuestra recompensa”, Mahatma Gandhi.