/ lunes 25 de marzo de 2019

Resignificando los Derechos Humanos

Participación política de las mujeres

La igualdad es un derecho imprescindible en la vida y desarrollo de las sociedades; se encuentra consagrada en nuestra Constitución y en los tratados internacionales de derechos humanos.

A partir del reconocimiento, aceptación y práctica de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, la libre participación de las primeras en todas las esferas sociales será el gran impulso que capitalice el talento y potencial femenino para bien del país.

Las mujeres representan la mitad de la población, por ende, la paridad tiene que estar presente en los cargos de toma de decisiones en el área educativa, en espacios de liderazgo y laborales, en los puestos de elección popular, en la vida pública y la empresa.

En México, desde hace más de un siglo las mujeres han batallado por lograr su participación plena en el ámbito político. Gracias a su persistente lucha por la igualdad, la inclusión y la justicia, su voz fue escuchada, conquistaron el derecho a votar y a ser elegidas, ganaron espacios de decisión y gozan del principio de paridad de género en el Congreso de la Unión y las legislaturas locales.

Afortunadamente esta causa ya no es abanderada solo por las mujeres, sino que desde hace muchos años ha habido varones que se la juegan por y con ellas, como fue el caso de los gobernadores yucatecos Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto, en la primera mitad del siglo 20.

La lucha por la paridad de género en el ámbito político fraguó finalmente en la reforma electoral de 2014, garantizando y protegiendo en la Constitución los derechos políticos de las mujeres.

Sin embargo, en todo el país, candidatas, funcionarias de órganos electorales, lideresas de partidos o activistas comunitarias han sufrido toda clase de ofensas y vejaciones por su justo interés de participar en política; el caso más emblemático es el de Rosa Pérez Pérez, alcaldesa de Chenalhó, Chiapas, y en el Estado de México, el de la exsíndica de Jaltenco, Yuritzy Jhosselin López Oropeza, en el que la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México colabora desde que sus derechos fueron violentados en el municipio y en atención al exhorto emitido por la LX Legislatura local.

En general, lo que sigue es que el respeto a los derechos políticos de las mujeres sea una práctica que distinga los espacios públicos y que cada vez más posiciones de liderazgo estén libres de perspectivas discriminatorias.

La visión de las mujeres es sustancial para construir sociedades pacíficas y generar progreso en las familias, las comunidades y las naciones. La Organización de las Naciones Unidas reconoce que el empoderamiento de las mujeres estimula el desarrollo sostenible en todo el mundo, por eso es protagonista en la Agenda 2030.

Las instituciones públicas y el sector privado tienen que seguir construyendo y protegiendo el lugar que corresponde a las niñas y las mujeres en la sociedad; el enfoque de igualdad, la perspectiva de género y la no discriminación llegaron para quedarse, pero su urgente y pleno establecimiento aun es un reto para todas y todos.

Participación política de las mujeres

La igualdad es un derecho imprescindible en la vida y desarrollo de las sociedades; se encuentra consagrada en nuestra Constitución y en los tratados internacionales de derechos humanos.

A partir del reconocimiento, aceptación y práctica de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, la libre participación de las primeras en todas las esferas sociales será el gran impulso que capitalice el talento y potencial femenino para bien del país.

Las mujeres representan la mitad de la población, por ende, la paridad tiene que estar presente en los cargos de toma de decisiones en el área educativa, en espacios de liderazgo y laborales, en los puestos de elección popular, en la vida pública y la empresa.

En México, desde hace más de un siglo las mujeres han batallado por lograr su participación plena en el ámbito político. Gracias a su persistente lucha por la igualdad, la inclusión y la justicia, su voz fue escuchada, conquistaron el derecho a votar y a ser elegidas, ganaron espacios de decisión y gozan del principio de paridad de género en el Congreso de la Unión y las legislaturas locales.

Afortunadamente esta causa ya no es abanderada solo por las mujeres, sino que desde hace muchos años ha habido varones que se la juegan por y con ellas, como fue el caso de los gobernadores yucatecos Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto, en la primera mitad del siglo 20.

La lucha por la paridad de género en el ámbito político fraguó finalmente en la reforma electoral de 2014, garantizando y protegiendo en la Constitución los derechos políticos de las mujeres.

Sin embargo, en todo el país, candidatas, funcionarias de órganos electorales, lideresas de partidos o activistas comunitarias han sufrido toda clase de ofensas y vejaciones por su justo interés de participar en política; el caso más emblemático es el de Rosa Pérez Pérez, alcaldesa de Chenalhó, Chiapas, y en el Estado de México, el de la exsíndica de Jaltenco, Yuritzy Jhosselin López Oropeza, en el que la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México colabora desde que sus derechos fueron violentados en el municipio y en atención al exhorto emitido por la LX Legislatura local.

En general, lo que sigue es que el respeto a los derechos políticos de las mujeres sea una práctica que distinga los espacios públicos y que cada vez más posiciones de liderazgo estén libres de perspectivas discriminatorias.

La visión de las mujeres es sustancial para construir sociedades pacíficas y generar progreso en las familias, las comunidades y las naciones. La Organización de las Naciones Unidas reconoce que el empoderamiento de las mujeres estimula el desarrollo sostenible en todo el mundo, por eso es protagonista en la Agenda 2030.

Las instituciones públicas y el sector privado tienen que seguir construyendo y protegiendo el lugar que corresponde a las niñas y las mujeres en la sociedad; el enfoque de igualdad, la perspectiva de género y la no discriminación llegaron para quedarse, pero su urgente y pleno establecimiento aun es un reto para todas y todos.

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