/ miércoles 28 de febrero de 2018

Subrayando

Las primeras damas


Apenas hace unos días en una conversación apareció el tema, nada fácil de tratar, ya que son las circunstancias, el momento histórico, la voluntad política, algunos de los factores que han influido a través del tiempo en la posición de las primeras damas.

Y recordando algunas vivencias:

A la primera dama que conocí fue a la esposa del entonces expresidente de la República, Doña Eva Sámano de López Mateos, porque vino al kínder en donde estaban mis hijas, a reconocer los trabajos de las madres de familia y maestras. Seria y protocolaria, recordando amigas toluqueñas de cuando estudió y conoció al entonces maestro del Instituto Científico y Literario don Adolfo (para entonces ya fallecido).

Fui voluntaria en la Ciudad de México representando a mi madre, (esposa del regente del D.F.), quien respetó todos los días el trabajo político de mi padre, aportando su cariño y, algo muy valioso, su sentido común, pero aclarando desde un principio que solo estaría presente en eventos en los que fuera estrictamente necesario y en un lugar secundario al de mi padre, por lo que tuve la oportunidad de trabajar con los primeros 16 felegados y sus esposas en el D.F.

Se diseñó un programa exitoso para valorar al ama de casa que se llamó “Profesión: Hogar”, en donde se capacitaba a las amas de casa en economía, oficios, salud y otros temas, entregándoles un reconocimiento el gobierno del D. F.

Al ocupar la Presidencia Municipal de Toluca, por primera vez una mujer, desde la campaña se decía: “Ella no puede ser presidenta, pues ningún hombre ha ocupado la presidencia del IPI, (entonces era el Instituto de Protección a la Infancia), a poco va a estar a las órdenes de su esposa la presidenta”, y no era un comentario aislado, se escuchaba varias veces, sobre todo de “los amigos” de mi esposo, y de algunos “compañeros o adversarios políticos”.

Y por fin un grupo de mujeres toluqueñas, distinguidas por su trabajo y capacidad para servir, ocupó el IPI Municipal, todas eran voluntarias, entregando muy buenas cuentas y acciones que todavía sirven a las comunidades.

Doña Guadalupe Ron de Hank, discreta e inteligente mujer, que se dedicó a la educación de sus hijos y cedió el papel de Presidenta del Voluntariado a una mujer toluqueña que fue escogida en una asamblea, y que por mayoría de votos ocupó tan importante cargo (recuerdo que me propuso en dicha asamblea, la Lic. Remedios Albertina Ezeta y gané la votación).

En la época del presidente Echeverría, doña Esther prohibió el término de primera dama, decía que solamente era una mujer casada con el señor presidente, y que no tenía ninguna característica especial para representar a las mujeres en primer sitio.

Doña Carmen Romano de López Portillo, amante de la música, quien era atendida con todo respeto, cada vez que venía a los conciertos, era atendida por una distinguida mujer: doña Luisita, esposa del doctor Jorge Jiménez Cantú.

Doña Paloma, esposa del presidente Miguel de la Madrid, mujer prudente, que tenía varias acciones de atención a niños y mujeres en toda la República, y que siempre me apoyó en las acciones de la organización de mujeres.

Y así recordando sólo algunos momentos compartidos con las “Primeras Damas” a nivel nacional, vienen muchos, muchos más recuerdos de esas mujeres, unas con deseos de servir públicamente, otras con la voluntad política de su marido a su favor, otras no, pero todas cumpliendo un papel público comentado y a veces recordado para bien.

Hasta ahora en los últimos tiempos, la situación ha cambiado, muchas ya no son voluntarias, tienen un sueldo, otras aspiran a suceder a sus esposos en cargos políticos, otras más han querido sustituir al esposo en el poder y han sido muy criticadas, en fin, siempre es interesante conocerlas y respetarlas, pues” ahí les tocó vivir”.

Las primeras damas


Apenas hace unos días en una conversación apareció el tema, nada fácil de tratar, ya que son las circunstancias, el momento histórico, la voluntad política, algunos de los factores que han influido a través del tiempo en la posición de las primeras damas.

Y recordando algunas vivencias:

A la primera dama que conocí fue a la esposa del entonces expresidente de la República, Doña Eva Sámano de López Mateos, porque vino al kínder en donde estaban mis hijas, a reconocer los trabajos de las madres de familia y maestras. Seria y protocolaria, recordando amigas toluqueñas de cuando estudió y conoció al entonces maestro del Instituto Científico y Literario don Adolfo (para entonces ya fallecido).

Fui voluntaria en la Ciudad de México representando a mi madre, (esposa del regente del D.F.), quien respetó todos los días el trabajo político de mi padre, aportando su cariño y, algo muy valioso, su sentido común, pero aclarando desde un principio que solo estaría presente en eventos en los que fuera estrictamente necesario y en un lugar secundario al de mi padre, por lo que tuve la oportunidad de trabajar con los primeros 16 felegados y sus esposas en el D.F.

Se diseñó un programa exitoso para valorar al ama de casa que se llamó “Profesión: Hogar”, en donde se capacitaba a las amas de casa en economía, oficios, salud y otros temas, entregándoles un reconocimiento el gobierno del D. F.

Al ocupar la Presidencia Municipal de Toluca, por primera vez una mujer, desde la campaña se decía: “Ella no puede ser presidenta, pues ningún hombre ha ocupado la presidencia del IPI, (entonces era el Instituto de Protección a la Infancia), a poco va a estar a las órdenes de su esposa la presidenta”, y no era un comentario aislado, se escuchaba varias veces, sobre todo de “los amigos” de mi esposo, y de algunos “compañeros o adversarios políticos”.

Y por fin un grupo de mujeres toluqueñas, distinguidas por su trabajo y capacidad para servir, ocupó el IPI Municipal, todas eran voluntarias, entregando muy buenas cuentas y acciones que todavía sirven a las comunidades.

Doña Guadalupe Ron de Hank, discreta e inteligente mujer, que se dedicó a la educación de sus hijos y cedió el papel de Presidenta del Voluntariado a una mujer toluqueña que fue escogida en una asamblea, y que por mayoría de votos ocupó tan importante cargo (recuerdo que me propuso en dicha asamblea, la Lic. Remedios Albertina Ezeta y gané la votación).

En la época del presidente Echeverría, doña Esther prohibió el término de primera dama, decía que solamente era una mujer casada con el señor presidente, y que no tenía ninguna característica especial para representar a las mujeres en primer sitio.

Doña Carmen Romano de López Portillo, amante de la música, quien era atendida con todo respeto, cada vez que venía a los conciertos, era atendida por una distinguida mujer: doña Luisita, esposa del doctor Jorge Jiménez Cantú.

Doña Paloma, esposa del presidente Miguel de la Madrid, mujer prudente, que tenía varias acciones de atención a niños y mujeres en toda la República, y que siempre me apoyó en las acciones de la organización de mujeres.

Y así recordando sólo algunos momentos compartidos con las “Primeras Damas” a nivel nacional, vienen muchos, muchos más recuerdos de esas mujeres, unas con deseos de servir públicamente, otras con la voluntad política de su marido a su favor, otras no, pero todas cumpliendo un papel público comentado y a veces recordado para bien.

Hasta ahora en los últimos tiempos, la situación ha cambiado, muchas ya no son voluntarias, tienen un sueldo, otras aspiran a suceder a sus esposos en cargos políticos, otras más han querido sustituir al esposo en el poder y han sido muy criticadas, en fin, siempre es interesante conocerlas y respetarlas, pues” ahí les tocó vivir”.