/ miércoles 14 de noviembre de 2018

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La primera dama de la revolución

Así la llamaban los periódicos de la época, (Allá por 1912), doña Sara Pérez de Madero, esposa del presidente de México, Francisco Madero, nació muy cerca del norte del Estado de México, en San Juan del Río y creció en Arroyo Zarco. Conoció a Madero gracias a la amistad que tenía con las hermanas del “Apóstol de la Democracia” ya que fueron compañeras en un colegio de Estados Unidos.

Su vida no fue nada fácil, aunque sí fue muy amada por don Francisco, quien no sólo la consideraba como “su amada esposa”, sino su “inseparable compañera, y amiga”, y como decían los periódicos de la época, fue “su Sara pe”, por lo de la P del apellido Pérez. Sarita fue la primera mujer en recorrer con su marido, pueblos y ciudades de la República en la gira para promover la no reelección.

Al llegar a alguna población promovía organizaciones a favor de Madero, grupos de mujeres a favor del voto efectivo, y así iba sumando grupos leales a la revolución. Fue amiga y compañera de lucha de mujeres valientes como Carmen Serdán, que daban su vida por la causa. Sufría el desaire y humillaciones de dueños de hoteles, que no querían hospedar a “revoltosos de la revolución”, seguía a su esposo hasta la cárcel, y se quedaba con él, porque tenía miedo de que como candidato le aplicaran la “ley fuga, y también lo acompañó cuando fue a entrevistarse con Emiliano Zapata.

Entró a la capital, con don Francisco victorioso en 1911, pero no en el carro en donde iba el presidente electo, sino confundida en la multitud que gritaba “Viva Madero”. Pero apenas al año y medio de llegar a la presidencia empezaron los levantamientos en contra de Madero, y el grave problema del levantamiento en la ciudadela.

Victoriano Huerta el “Chacal”, detiene al presidente Madero y a Pino Suárez en Palacio Nacional, alguien le avisa a Sarita y a la esposa del vicepresidente y de inmediato van a buscarlos pero no las dejan entrar, y Sarita se va a la embajada de Estados Unidos , para pedirle al embajador que interceda por don Francisco, pero la respuesta es “No puedo, usted sabe que su esposo tenía ideas por peculiares”, y responde Sarita, “señor embajador, mi esposo no tenía ideas peculiares, sino altos ideales”, desesperada vuelve a buscar ya el cadáver de su esposo en una pared exterior del Palacio de Lecumberri, no la dejan llevarse el cadáver y cuentan que” de tanto tocar la puerta, las manos de Sarita y la señora de Pino Suárez dejaron huellas de su sangre”. Sarita muere en 1952, después de que es ayudada por el embajador de Cuba a trasladarse y vivir unos años en la isla.


La primera dama de la revolución

Así la llamaban los periódicos de la época, (Allá por 1912), doña Sara Pérez de Madero, esposa del presidente de México, Francisco Madero, nació muy cerca del norte del Estado de México, en San Juan del Río y creció en Arroyo Zarco. Conoció a Madero gracias a la amistad que tenía con las hermanas del “Apóstol de la Democracia” ya que fueron compañeras en un colegio de Estados Unidos.

Su vida no fue nada fácil, aunque sí fue muy amada por don Francisco, quien no sólo la consideraba como “su amada esposa”, sino su “inseparable compañera, y amiga”, y como decían los periódicos de la época, fue “su Sara pe”, por lo de la P del apellido Pérez. Sarita fue la primera mujer en recorrer con su marido, pueblos y ciudades de la República en la gira para promover la no reelección.

Al llegar a alguna población promovía organizaciones a favor de Madero, grupos de mujeres a favor del voto efectivo, y así iba sumando grupos leales a la revolución. Fue amiga y compañera de lucha de mujeres valientes como Carmen Serdán, que daban su vida por la causa. Sufría el desaire y humillaciones de dueños de hoteles, que no querían hospedar a “revoltosos de la revolución”, seguía a su esposo hasta la cárcel, y se quedaba con él, porque tenía miedo de que como candidato le aplicaran la “ley fuga, y también lo acompañó cuando fue a entrevistarse con Emiliano Zapata.

Entró a la capital, con don Francisco victorioso en 1911, pero no en el carro en donde iba el presidente electo, sino confundida en la multitud que gritaba “Viva Madero”. Pero apenas al año y medio de llegar a la presidencia empezaron los levantamientos en contra de Madero, y el grave problema del levantamiento en la ciudadela.

Victoriano Huerta el “Chacal”, detiene al presidente Madero y a Pino Suárez en Palacio Nacional, alguien le avisa a Sarita y a la esposa del vicepresidente y de inmediato van a buscarlos pero no las dejan entrar, y Sarita se va a la embajada de Estados Unidos , para pedirle al embajador que interceda por don Francisco, pero la respuesta es “No puedo, usted sabe que su esposo tenía ideas por peculiares”, y responde Sarita, “señor embajador, mi esposo no tenía ideas peculiares, sino altos ideales”, desesperada vuelve a buscar ya el cadáver de su esposo en una pared exterior del Palacio de Lecumberri, no la dejan llevarse el cadáver y cuentan que” de tanto tocar la puerta, las manos de Sarita y la señora de Pino Suárez dejaron huellas de su sangre”. Sarita muere en 1952, después de que es ayudada por el embajador de Cuba a trasladarse y vivir unos años en la isla.