/ jueves 20 de diciembre de 2018

Subrayando


El año que se fue y el que llega

Para México, nuestro país, el año que se va estuvo lleno de cambios muy importantes, no fueron como todos los años, fueron cambios que tienen que ver no sólo con el gobierno, sino con la vida de cada mexicano, y por lo tanto quiérase o no hay que estar pendientes para ver si el rumbo de los próximos días es favorable o no.

Algunos cambios fueron institucionales, otros legislativos, otros de programas y estrategias, eso se lo llevó 2018. Las acciones, actitudes y voluntad para cumplirlos dependen de los responsables directos en el gobierno y también de cada uno de los ciudadanos, cumpliendo la ley para convivir ordenadamente con respeto al prójimo.

Pero cada ciudadano tiene sus propias circunstancias, al llegar el año nuevo, unos con vigor, salud, llenos de optimismo, otros con incertidumbre, sin la seguridad de tener fuerza para enfrentar nuevos retos.

Otros más, los mayores, con vacíos en la vida, que dejaron los amigos, o familiares que se fueron ya en el año que acaba, vacíos que duelen y que impiden seguir el mismo ritmo de vida acostumbrado, aunque se tenga fuerza para hacerlo solo que en soledad ya no es lo mismo.

Pero la vida nos ubica en un nuevo año, en la misma generación de miles de millones de seres humanos, la misma generación del que acaba de nacer, del adolescente y del que ha vivido varias generaciones.

Eso es un compromiso sin excusa para mejorar, para avanzar, para no detenerse en el camino, para sembrar cosas mejores cada día, aunque las cosechen generaciones a las que ya no pertenezcamos.

La esperanza, el deseo, la aspiración personal (en lo general), es que el nuevo año, sea un año, que quite todo lo que dañó, lo que por fuerte y agresivo, la debilidad ( de cualquier índole) no pudo vencerlo. Cada uno sabe su historia, cada persona está llena de recuerdos y de posibilidades. Bendito sean los 365 días del año nuevo, para que a cada persona, y a todo México nos vaya bien.



El año que se fue y el que llega

Para México, nuestro país, el año que se va estuvo lleno de cambios muy importantes, no fueron como todos los años, fueron cambios que tienen que ver no sólo con el gobierno, sino con la vida de cada mexicano, y por lo tanto quiérase o no hay que estar pendientes para ver si el rumbo de los próximos días es favorable o no.

Algunos cambios fueron institucionales, otros legislativos, otros de programas y estrategias, eso se lo llevó 2018. Las acciones, actitudes y voluntad para cumplirlos dependen de los responsables directos en el gobierno y también de cada uno de los ciudadanos, cumpliendo la ley para convivir ordenadamente con respeto al prójimo.

Pero cada ciudadano tiene sus propias circunstancias, al llegar el año nuevo, unos con vigor, salud, llenos de optimismo, otros con incertidumbre, sin la seguridad de tener fuerza para enfrentar nuevos retos.

Otros más, los mayores, con vacíos en la vida, que dejaron los amigos, o familiares que se fueron ya en el año que acaba, vacíos que duelen y que impiden seguir el mismo ritmo de vida acostumbrado, aunque se tenga fuerza para hacerlo solo que en soledad ya no es lo mismo.

Pero la vida nos ubica en un nuevo año, en la misma generación de miles de millones de seres humanos, la misma generación del que acaba de nacer, del adolescente y del que ha vivido varias generaciones.

Eso es un compromiso sin excusa para mejorar, para avanzar, para no detenerse en el camino, para sembrar cosas mejores cada día, aunque las cosechen generaciones a las que ya no pertenezcamos.

La esperanza, el deseo, la aspiración personal (en lo general), es que el nuevo año, sea un año, que quite todo lo que dañó, lo que por fuerte y agresivo, la debilidad ( de cualquier índole) no pudo vencerlo. Cada uno sabe su historia, cada persona está llena de recuerdos y de posibilidades. Bendito sean los 365 días del año nuevo, para que a cada persona, y a todo México nos vaya bien.