/ jueves 7 de septiembre de 2017

Subrayando

Cerca del 15 de septiembre del último año de gestión de un sexenio gubernamental, se observa un ambiente diferente en las oficinas públicas. Contraloría y las Dependencias Administrativas correspondientes desde hace algunos meses mandan oficios y oficios a todas las oficinas, solicitando información respecto a la gestión, bien sea de cumplimiento de metas, de resultados, de manejo de gasto, de productividad, de cumplimiento de funciones, de inventario, de archivo, plantilla de personal, entre otras.

No es fácil como pudiera suponerse una entrega-recepción, no solamente porque existen infinidad de requisitos que cumplir, de formatos que llenar, de observaciones que aclarar, papeles y papeles, que se pensaría que no se leen, pero si existe algún error, luego luego se tiene que corregir.

Eso en cuanto a la tarea administrativa, en cuanto a las actitudes de los trabajadores y de los funcionarios, también hay cambios, existe nerviosismo (aunque siempre se va a negar), porque en los medios de comunicación se manejan nombres y nombres de posibles integrantes del gabinete, que desde luego serán los nuevos “jefes”.

Muchas veces se mencionan “nombres borregos”, es decir, que no son ni serán los verdaderos, “los señalados”, estos generalmente se conocen hasta el último momento (dicen que para que no los ataquen, por si acaso no son del agrado de la mayoría de los ciudadanos), son tapados, cuidados hasta el último momento.

Y algunos ciudadanos “se van con la finta” y se adelantan a felicitar no sólo al que mencionan los medios, meses o días antes de la toma de posesión, sino a la familia del mismo, bueno hay ocasiones que hasta sueñan con ocupar un cargo junto al mencionado.

Pero no sólo están nerviosos los trabajadores administrativos, sino también los posibles funcionarios que se mencionan para formar parte del gabinete.

Ha sucedido que hasta se organizan fiestas, mientras se espera “la llamada” del mero mero, con la seguridad de que ya tienen el puesto “amarrado”. Algunos se preparan checando su salud, viendo al estilista, al profesional que pueda mejorar su imagen, compran ropa nueva, su familia también, revisan sus antecedentes para ver si no “hay cola que les pisen”, y en su caso corregir los posibles “errores”.

A veces llega, pero cuando no llega la “invitación”, hasta las familias se disuelven, los “amigos” se alejan, los “compromisos adelantados” no se pueden cumplir y de la alegría y acompañamiento, viene la soledad y la desilusión. Conocí, de una persona que estaba tan seguro de que formaría parte del gabinete federal y no fue, que llegó hasta la desviación mental y la locura.

La entrega-recepción debe hacerse con la alegría del deber cumplido, de la entrega de resultados de bienestar, de mejoría en la calidad de vida para muchos ciudadanos, satisfacción personal que dura toda la vida, que sirve de ejemplo para la familia, de aval para cualquier otro trabajo y que le permite llevar siempre la “Frente en Alto”.

Cerca del 15 de septiembre del último año de gestión de un sexenio gubernamental, se observa un ambiente diferente en las oficinas públicas. Contraloría y las Dependencias Administrativas correspondientes desde hace algunos meses mandan oficios y oficios a todas las oficinas, solicitando información respecto a la gestión, bien sea de cumplimiento de metas, de resultados, de manejo de gasto, de productividad, de cumplimiento de funciones, de inventario, de archivo, plantilla de personal, entre otras.

No es fácil como pudiera suponerse una entrega-recepción, no solamente porque existen infinidad de requisitos que cumplir, de formatos que llenar, de observaciones que aclarar, papeles y papeles, que se pensaría que no se leen, pero si existe algún error, luego luego se tiene que corregir.

Eso en cuanto a la tarea administrativa, en cuanto a las actitudes de los trabajadores y de los funcionarios, también hay cambios, existe nerviosismo (aunque siempre se va a negar), porque en los medios de comunicación se manejan nombres y nombres de posibles integrantes del gabinete, que desde luego serán los nuevos “jefes”.

Muchas veces se mencionan “nombres borregos”, es decir, que no son ni serán los verdaderos, “los señalados”, estos generalmente se conocen hasta el último momento (dicen que para que no los ataquen, por si acaso no son del agrado de la mayoría de los ciudadanos), son tapados, cuidados hasta el último momento.

Y algunos ciudadanos “se van con la finta” y se adelantan a felicitar no sólo al que mencionan los medios, meses o días antes de la toma de posesión, sino a la familia del mismo, bueno hay ocasiones que hasta sueñan con ocupar un cargo junto al mencionado.

Pero no sólo están nerviosos los trabajadores administrativos, sino también los posibles funcionarios que se mencionan para formar parte del gabinete.

Ha sucedido que hasta se organizan fiestas, mientras se espera “la llamada” del mero mero, con la seguridad de que ya tienen el puesto “amarrado”. Algunos se preparan checando su salud, viendo al estilista, al profesional que pueda mejorar su imagen, compran ropa nueva, su familia también, revisan sus antecedentes para ver si no “hay cola que les pisen”, y en su caso corregir los posibles “errores”.

A veces llega, pero cuando no llega la “invitación”, hasta las familias se disuelven, los “amigos” se alejan, los “compromisos adelantados” no se pueden cumplir y de la alegría y acompañamiento, viene la soledad y la desilusión. Conocí, de una persona que estaba tan seguro de que formaría parte del gabinete federal y no fue, que llegó hasta la desviación mental y la locura.

La entrega-recepción debe hacerse con la alegría del deber cumplido, de la entrega de resultados de bienestar, de mejoría en la calidad de vida para muchos ciudadanos, satisfacción personal que dura toda la vida, que sirve de ejemplo para la familia, de aval para cualquier otro trabajo y que le permite llevar siempre la “Frente en Alto”.