/ jueves 14 de septiembre de 2017

Subrayando

Cuando Hidalgo lanza el Grito de la Independencia de México, tenía 57 años de edad, no es “Un venerable anciano, humilde cura del pueblo de Dolores”. Es un varón en la plenitud de la vida física y en el esplendor de la fama de hombre extraordinariamente culto y progresista.

En 1802, año en que muere uno de sus hermanos, precisamente el que era cura de Dolores, Miguel Hidalgo pide y obtiene que se le asigne para el curato que estaba vacante por la muerte de su hermano.

Hidalgo pertenecía a la clase de los criollos, quienes con los mestizos y los indios, constituían los grupos sociales para los que estaban vedados los puestos más altos de la administración pública, del ejército y del clero, como consecuencia de esta discriminación, las grandes riquezas también estaban en poder exclusivo de los españoles.

Esas circunstancias, y otras más también muy importantes habían originado la insurrección. El 15 de septiembre se reunieron Allende, Hidalgo y otros más porque había rumores de que los iban a aprehender, pero no sucedió nada, hasta que recibieron las noticias enviadas por la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, a través del alcalde Ignacio Pérez de que la conspiración había sido descubierta e iban a ser aprehendidos.

Reunidos frente a la casa del cura, Hidalgo realiza el primer acto en masa, gritando ¡Caballeros, somos perdidos; aquí no hay más recurso que ir a coger gachupines!, y con otros hombres se dirigen a la cárcel, donde el mismo Hidalgo obliga a que se abra la puerta y salgan los presos. Enseguida distribuyó Hidalgo a la gente para proceder a la aprehensión de los españoles.

Eran las 5 de la mañana del día 16 de septiembre, a esa hora Hidalgo, que había mandado llamar a misa más temprano que de costumbre, apareció con su gente en el atrio de la parroquia.

Pero antes habló con Jesús Galván, alias “el Cojo Galván” o el “Zurdo Galván” como lo conocía la gente del poblado, quizá porque fuera las dos cosas, y conociendo de su probada lealtad le ordenó que tocara la campana como siempre, con el toque de alba y enseguida que se pusiera a llamar insistentemente a misa con el esquirol (Campana grande) San Joseph, que hacía las veces de Campana mayor. (Llamada así, desde que fue consagrada en honor de San José en 1768)

El cojo Galván”, emocionado, tiraba de la cuerda atada a su badajo, colgante hasta el pie de la fachada, dando el primer llamado a la independencia. Decían los pobladores de Dolores que como era cojo de la pierna izquierda y zurda además, se pasaba viviendo asido a las cuerdas de la campana para mantener el equilibrio.

Era domingo y día de mercado, y en un momento hubieron de juntarse, con los feligreses, hasta 200 hombres, pronto serían más conforme llegaran vecinos de las rancherías cercanas; Hidalgo, parado en el umbral de la puerta central del templo, haciendo uso de su ascendiente sobre ella, dio “El Grito de Independencia”.

Grito de Independencia que recuerda la voz de Hidalgo y que sigue siendo impulso para vencer unidos las dificultades y para lograr un mañana mejor.

Cuando Hidalgo lanza el Grito de la Independencia de México, tenía 57 años de edad, no es “Un venerable anciano, humilde cura del pueblo de Dolores”. Es un varón en la plenitud de la vida física y en el esplendor de la fama de hombre extraordinariamente culto y progresista.

En 1802, año en que muere uno de sus hermanos, precisamente el que era cura de Dolores, Miguel Hidalgo pide y obtiene que se le asigne para el curato que estaba vacante por la muerte de su hermano.

Hidalgo pertenecía a la clase de los criollos, quienes con los mestizos y los indios, constituían los grupos sociales para los que estaban vedados los puestos más altos de la administración pública, del ejército y del clero, como consecuencia de esta discriminación, las grandes riquezas también estaban en poder exclusivo de los españoles.

Esas circunstancias, y otras más también muy importantes habían originado la insurrección. El 15 de septiembre se reunieron Allende, Hidalgo y otros más porque había rumores de que los iban a aprehender, pero no sucedió nada, hasta que recibieron las noticias enviadas por la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, a través del alcalde Ignacio Pérez de que la conspiración había sido descubierta e iban a ser aprehendidos.

Reunidos frente a la casa del cura, Hidalgo realiza el primer acto en masa, gritando ¡Caballeros, somos perdidos; aquí no hay más recurso que ir a coger gachupines!, y con otros hombres se dirigen a la cárcel, donde el mismo Hidalgo obliga a que se abra la puerta y salgan los presos. Enseguida distribuyó Hidalgo a la gente para proceder a la aprehensión de los españoles.

Eran las 5 de la mañana del día 16 de septiembre, a esa hora Hidalgo, que había mandado llamar a misa más temprano que de costumbre, apareció con su gente en el atrio de la parroquia.

Pero antes habló con Jesús Galván, alias “el Cojo Galván” o el “Zurdo Galván” como lo conocía la gente del poblado, quizá porque fuera las dos cosas, y conociendo de su probada lealtad le ordenó que tocara la campana como siempre, con el toque de alba y enseguida que se pusiera a llamar insistentemente a misa con el esquirol (Campana grande) San Joseph, que hacía las veces de Campana mayor. (Llamada así, desde que fue consagrada en honor de San José en 1768)

El cojo Galván”, emocionado, tiraba de la cuerda atada a su badajo, colgante hasta el pie de la fachada, dando el primer llamado a la independencia. Decían los pobladores de Dolores que como era cojo de la pierna izquierda y zurda además, se pasaba viviendo asido a las cuerdas de la campana para mantener el equilibrio.

Era domingo y día de mercado, y en un momento hubieron de juntarse, con los feligreses, hasta 200 hombres, pronto serían más conforme llegaran vecinos de las rancherías cercanas; Hidalgo, parado en el umbral de la puerta central del templo, haciendo uso de su ascendiente sobre ella, dio “El Grito de Independencia”.

Grito de Independencia que recuerda la voz de Hidalgo y que sigue siendo impulso para vencer unidos las dificultades y para lograr un mañana mejor.