/ jueves 26 de octubre de 2017

Subrayando

En el año de 1695, Don Antonio de Sámano y Ledezma, propietario de la hacienda de Nuestra Señora de la Candelaria (La Gavia), se comprometió con la orden de San Juan de Dios a construir un hospital y una iglesia en la ciudad de Toluca, y cumplió su promesa, se construyó el hospital y la iglesia (la iglesia existe y es llamada Santa María de Guadalupe, aunque algunos toluqueños la siguen llamando de San Juan de Dios).

En el año de 1772, el hospital construido pasaba por grandes penurias económicas, pues su renta anual de 198 pesos no alcanzaba y las penurias aumentaban por el desorden de los monjes juaninos, cuya vida disoluta fue conocida por las autoridades virreinales y señalada por el arzobispo de México, ya que los muchos benefactores retiraron sus aportaciones porque decían que se desviaban de su destino.

En 1831, Don José Ma. González Arriata, junto con otras personas, proponen algunas medidas para que se retire la orden de juaninos de aquel abandonado hospital, “antro de miseria y de dolor”, y González Arriata con la ayuda de los vecinos logra mejorar el hospital para aliviar el dolor y la enfermedad de los pobres.

En 1861, el Hospital Civil de Toluca se ubica en las instalaciones del exconvento del Carmen. En las últimas décadas del siglo XIX, una parte del exconvento se destina al hospital y otra parte a la Escuela Normal de Profesoras del estado.

En 1889 se inauguró en la ciudad de Toluca el Hospital de Maternidad e Infancia Concepción C. de Villada, en donde nacieron durante el periodo de 1889 a 1893, 114 niños de ambos sexos, de los que vivieron 92 y fallecieron 22, quedando como expósitos cinco niños.

Por los años en que México declara su independencia, a principios del siglo XIX, Toluca tuvo el primer contacto con médicos cirujanos, reconocidos en la capital. Antes los frailes franciscanos, curanderos y parteras eran los encargados de atender a los enfermos.

Al establecerse en 1832 los poderes gubernamentales, y declararse a Toluca como capital del estado, la ciudad contó con la asistencia de médicos que en los domicilios daban consulta y recetaban los remedios de la época, preparados por reconocidos farmacéuticos.

Uno de los primeros médicos que se establecieron en la ciudad fue Don Isidoro Olvera, de larga trayectoria médica y política, pues fue uno de los más ilustres miembros del Congreso Constituyente en 1857.

Otro de los primeros médicos fue el doctor Joaquín Martínez de Castro.

Y el destacado médico Lorenzo de Zavala, quien fuera gobernador de estado y fundador en 1828 del Instituto Literario del Estado de México, en San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan.

Otro médico que vivía en Toluca, y también fue diputado local en 1857, fue Don Teofilo Robledo

Larga estancia en Toluca tuvo el médico poblano Don Enrique de Bugusilau, llegó después de que los soldados franceses se establecieran en la ciudad, junto con algunos médicos también franceses, que atrajeron afluencia de enfermos, pues se creía que eran mejores que los mexicanos.

A fines del siglo XIX, el doctor Nicolás San Juan, descendiente de una familia humilde yoluqueña, ganó varias becas que le permitieron estudiar en Estados Unidos y en Europa, descubridor de un ligamento “el espino glenoideo” y ayudó a formar nuevas generaciones de médicos.

 

Nota- Los datos fueron obtenidos del interesante libro “Notas para la Historia de la Medicina en Toluca”, del Dr. Carlos Ballesteros Vendrell.

En el año de 1695, Don Antonio de Sámano y Ledezma, propietario de la hacienda de Nuestra Señora de la Candelaria (La Gavia), se comprometió con la orden de San Juan de Dios a construir un hospital y una iglesia en la ciudad de Toluca, y cumplió su promesa, se construyó el hospital y la iglesia (la iglesia existe y es llamada Santa María de Guadalupe, aunque algunos toluqueños la siguen llamando de San Juan de Dios).

En el año de 1772, el hospital construido pasaba por grandes penurias económicas, pues su renta anual de 198 pesos no alcanzaba y las penurias aumentaban por el desorden de los monjes juaninos, cuya vida disoluta fue conocida por las autoridades virreinales y señalada por el arzobispo de México, ya que los muchos benefactores retiraron sus aportaciones porque decían que se desviaban de su destino.

En 1831, Don José Ma. González Arriata, junto con otras personas, proponen algunas medidas para que se retire la orden de juaninos de aquel abandonado hospital, “antro de miseria y de dolor”, y González Arriata con la ayuda de los vecinos logra mejorar el hospital para aliviar el dolor y la enfermedad de los pobres.

En 1861, el Hospital Civil de Toluca se ubica en las instalaciones del exconvento del Carmen. En las últimas décadas del siglo XIX, una parte del exconvento se destina al hospital y otra parte a la Escuela Normal de Profesoras del estado.

En 1889 se inauguró en la ciudad de Toluca el Hospital de Maternidad e Infancia Concepción C. de Villada, en donde nacieron durante el periodo de 1889 a 1893, 114 niños de ambos sexos, de los que vivieron 92 y fallecieron 22, quedando como expósitos cinco niños.

Por los años en que México declara su independencia, a principios del siglo XIX, Toluca tuvo el primer contacto con médicos cirujanos, reconocidos en la capital. Antes los frailes franciscanos, curanderos y parteras eran los encargados de atender a los enfermos.

Al establecerse en 1832 los poderes gubernamentales, y declararse a Toluca como capital del estado, la ciudad contó con la asistencia de médicos que en los domicilios daban consulta y recetaban los remedios de la época, preparados por reconocidos farmacéuticos.

Uno de los primeros médicos que se establecieron en la ciudad fue Don Isidoro Olvera, de larga trayectoria médica y política, pues fue uno de los más ilustres miembros del Congreso Constituyente en 1857.

Otro de los primeros médicos fue el doctor Joaquín Martínez de Castro.

Y el destacado médico Lorenzo de Zavala, quien fuera gobernador de estado y fundador en 1828 del Instituto Literario del Estado de México, en San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan.

Otro médico que vivía en Toluca, y también fue diputado local en 1857, fue Don Teofilo Robledo

Larga estancia en Toluca tuvo el médico poblano Don Enrique de Bugusilau, llegó después de que los soldados franceses se establecieran en la ciudad, junto con algunos médicos también franceses, que atrajeron afluencia de enfermos, pues se creía que eran mejores que los mexicanos.

A fines del siglo XIX, el doctor Nicolás San Juan, descendiente de una familia humilde yoluqueña, ganó varias becas que le permitieron estudiar en Estados Unidos y en Europa, descubridor de un ligamento “el espino glenoideo” y ayudó a formar nuevas generaciones de médicos.

 

Nota- Los datos fueron obtenidos del interesante libro “Notas para la Historia de la Medicina en Toluca”, del Dr. Carlos Ballesteros Vendrell.