/ sábado 6 de abril de 2019

Subrayando

Las Cataratas

En lo primero que se piensa es: en las Cataratas del Niágara, o en otras más de las más famosas. Cantidades enormes de agua que se desplazan en forma espectacular y maravillosa, con tal fuerza, que están rodeadas de brisa que moja todo lo cercano, brisa que nubla la visión del observador.

Por ello le han de llamar los que saben “cataratas” al problema de la visión humana, (principalmente) que hace ver las cosas, los objetos que rodean, como si estuvieran cubiertas por neblina, mal, que en la actualidad puede corregirse con nueva tecnología, y especialistas responsables, en poco tiempo.

No se da uno cuenta cuando se va perdiendo el perfil, los detalles que conforman cada persona o cosa, lo va sintiendo normal, al fin la visión en general se conserva. No va viendo transformaciones en el ojo (solo cuando está muy avanzada). Pero llega el momento, en que se requiere del especialista, y con aparatos especiales ven la catarata en el ojo.

¡Hay que quitarla!, le dicen a uno y siguen explicando, ¡Es muy sencillo, solo se hacen dos agujeritos en el ojo, se extrae (absorbiendo la catarata), o bien se hace una pequeña herida (no más de tres milímetros) en el ojo, se sutura con un hilo especial (más delgado que un cabello) y ya!

Eso requiere de practicarse en un quirófano (de preferencia en un hospital), como el procedimiento quirúrgico es muy rápido, y es con anestesia local, lo llaman, “cirugía ambulatoria”, el paciente puede salir de la operación e irse a su casa, por su propio pie.

Hasta ahí es lo que dicen los médicos, ¿pero que pasa por la mente y cuerpo del paciente?, mil cosas (cada paciente es un mundo). Pero en general, entra gustado a la operación, y aunque la anestesia local “es solo dos piquetitos”, los siente y aunque duelen poco, los siente, acostado en la mesa quirúrgica asustado, no sabe qué sigue, le tapan el ojo bueno, luego la cara, (ya tenía tapada la cabeza), empieza la maniobra, no ve nada más que luz intensa y siente como lavan el ojo con líquido (todo eso no duele) y es rápido.

De repente, oye… “Ya acabamos, todo bien”, lo dejan un rato acostado, le preguntan si tiene dolor en el ojo operado, que está parchado, parche que esta pegado con una cinta adhesiva que parece pegada “con cola loca”, el paciente se viste, eso sí, necesita alguien que le ayude, porque está atarantado, mareado, todavía asustado, no ve bien las distancias de las cosas, ni las proporciones, ni el ángulo completo visual, solo con un ojo, además casi siempre se pone lentes oscuros, le molesta la luz del día y cualquier reflejo.

Como la mayoría de los familiares y amigos que supieron de la operación, tienen entendido que es una operación muy sencilla, la platica, aumenta el apoyo. El paciente sigue un poco mareado, con ardor en el ojo operado, “pareciera que cayó chile dentro del ojo”, se quita con el paso de las horas (4 o 5 horas) y a veces con ayuda de algún medicamento.


Al otro día de la operación, hay que quitar el parche después de bañarse, y con una toalla mojada, despacio muy despacio ir mojando la tela adhesiva y despegándola. El médico tratante hace pruebas de visión, receta unas gotas que hay que poner cada 4 horas, cuidar el no cargar cosas pesadas, no agacharse y de preferencia estar tranquilo en la casa.

¿Cuál es la diferencia en la visión?, ¿Sirvió para algo no tener cataratas?

Con temor, se empieza a abrir bien el ojo operado, y aunque todavía no se sabe bien cual va a ser la visión real, la sorpresa es que se empieza a descubrir los detalles de las cosas, el polvo en la figura decorativa, la silueta de la mesa, del mueble. Se distingue el azul marino del negro en la ropa. Brilla más el color de las flores.

Con todo eso que pasa al otro día, ya sin parche, nace la esperanza de que la visión de cerca y de lejos, (cuando se acaben las gotas) va a ser mejor, porque, aunque ya es, siempre puede ser mejor, y eso es muy importante tanto para un niño como para un anciano.

Ojalá solo se nuble la vista con la brisa que proporciona la naturaleza como regalo de Dios, al ver sus maravillas, y se facilite y agradezca al especialista y a la técnica quitar las cataratas a todos los que padecen el mal.

Las Cataratas

En lo primero que se piensa es: en las Cataratas del Niágara, o en otras más de las más famosas. Cantidades enormes de agua que se desplazan en forma espectacular y maravillosa, con tal fuerza, que están rodeadas de brisa que moja todo lo cercano, brisa que nubla la visión del observador.

Por ello le han de llamar los que saben “cataratas” al problema de la visión humana, (principalmente) que hace ver las cosas, los objetos que rodean, como si estuvieran cubiertas por neblina, mal, que en la actualidad puede corregirse con nueva tecnología, y especialistas responsables, en poco tiempo.

No se da uno cuenta cuando se va perdiendo el perfil, los detalles que conforman cada persona o cosa, lo va sintiendo normal, al fin la visión en general se conserva. No va viendo transformaciones en el ojo (solo cuando está muy avanzada). Pero llega el momento, en que se requiere del especialista, y con aparatos especiales ven la catarata en el ojo.

¡Hay que quitarla!, le dicen a uno y siguen explicando, ¡Es muy sencillo, solo se hacen dos agujeritos en el ojo, se extrae (absorbiendo la catarata), o bien se hace una pequeña herida (no más de tres milímetros) en el ojo, se sutura con un hilo especial (más delgado que un cabello) y ya!

Eso requiere de practicarse en un quirófano (de preferencia en un hospital), como el procedimiento quirúrgico es muy rápido, y es con anestesia local, lo llaman, “cirugía ambulatoria”, el paciente puede salir de la operación e irse a su casa, por su propio pie.

Hasta ahí es lo que dicen los médicos, ¿pero que pasa por la mente y cuerpo del paciente?, mil cosas (cada paciente es un mundo). Pero en general, entra gustado a la operación, y aunque la anestesia local “es solo dos piquetitos”, los siente y aunque duelen poco, los siente, acostado en la mesa quirúrgica asustado, no sabe qué sigue, le tapan el ojo bueno, luego la cara, (ya tenía tapada la cabeza), empieza la maniobra, no ve nada más que luz intensa y siente como lavan el ojo con líquido (todo eso no duele) y es rápido.

De repente, oye… “Ya acabamos, todo bien”, lo dejan un rato acostado, le preguntan si tiene dolor en el ojo operado, que está parchado, parche que esta pegado con una cinta adhesiva que parece pegada “con cola loca”, el paciente se viste, eso sí, necesita alguien que le ayude, porque está atarantado, mareado, todavía asustado, no ve bien las distancias de las cosas, ni las proporciones, ni el ángulo completo visual, solo con un ojo, además casi siempre se pone lentes oscuros, le molesta la luz del día y cualquier reflejo.

Como la mayoría de los familiares y amigos que supieron de la operación, tienen entendido que es una operación muy sencilla, la platica, aumenta el apoyo. El paciente sigue un poco mareado, con ardor en el ojo operado, “pareciera que cayó chile dentro del ojo”, se quita con el paso de las horas (4 o 5 horas) y a veces con ayuda de algún medicamento.


Al otro día de la operación, hay que quitar el parche después de bañarse, y con una toalla mojada, despacio muy despacio ir mojando la tela adhesiva y despegándola. El médico tratante hace pruebas de visión, receta unas gotas que hay que poner cada 4 horas, cuidar el no cargar cosas pesadas, no agacharse y de preferencia estar tranquilo en la casa.

¿Cuál es la diferencia en la visión?, ¿Sirvió para algo no tener cataratas?

Con temor, se empieza a abrir bien el ojo operado, y aunque todavía no se sabe bien cual va a ser la visión real, la sorpresa es que se empieza a descubrir los detalles de las cosas, el polvo en la figura decorativa, la silueta de la mesa, del mueble. Se distingue el azul marino del negro en la ropa. Brilla más el color de las flores.

Con todo eso que pasa al otro día, ya sin parche, nace la esperanza de que la visión de cerca y de lejos, (cuando se acaben las gotas) va a ser mejor, porque, aunque ya es, siempre puede ser mejor, y eso es muy importante tanto para un niño como para un anciano.

Ojalá solo se nuble la vista con la brisa que proporciona la naturaleza como regalo de Dios, al ver sus maravillas, y se facilite y agradezca al especialista y a la técnica quitar las cataratas a todos los que padecen el mal.