/ jueves 14 de diciembre de 2017

Subrayando

Por esta época del año aparecen noticias sobre aguinaldos, bonos, compensaciones, reconocimientos y otros parecidos. Además se mencionan cifras sobre el presupuesto asignado al gobierno para ejercer el año que viene.

Pero eso no es todo, también se mencionan los presupuestos asignados a las diferentes dependencias del gobierno federal, a los estados y a los municipios, aunque estos últimos estén muy “regateados”, con eso del “moche” puesto de moda, los solicitantes tienen que ser muy hábiles en la negociación.

También aparecen cifras millonarias para ejercer por las áreas responsables de programas “prioritarios”, y desde luego algo de lo que el ciudadano está muy pendiente es de las cifras destinadas a lo electoral.

Millones y millones para las instituciones y personas encargadas de llevar a cabo las elecciones, para los partidos políticos, existan o no, para que lo gasten como quieran, porque las reglas difícilmente se cumplen.

Cada año resulta que sale más caro el voto, la elección, la propaganda, a veces, porque se usan para dar a conocer a los candidatos, o porque la publicidad aumenta, pues crece el número de spots en los medios, ante la impotencia del ciudadano.

Y los millones que se manejan en las promesas de campaña, “tantos millones para resolver un problema determinado”, tantos millones de beneficiados “si el voto me favorece”.

Pero existen cifras, también de millones y millones relacionadas con el comercio, “el buen fin”, las ventas de navidad y los reyes y otras fechas más, que también manejan millones.

Y no se diga de los millones que se destinarán para abatir la pobreza, la desnutrición, la inseguridad, para mejorar los servicios, la salud, la educación. Y los millones destinados a los sindicatos, que parecen difíciles de comprobar.

En esta danza de los millones, el único que sale ”amolado”, lastimado, agredido, humillado, burlado, es el ciudadano, porque ve como el dinero que con tanto esfuerzo logró con su trabajo se va, se pierde entre las cifras de todos esos millones anunciados.

Y es el ciudadano de la clase media, ese que es agobiado, presionado a cumplir sus obligaciones económicas con el gobierno, el ciudadano “cautivo”, quien mantiene, quien paga esa danza, danza sin fin, de millones y millones.

Clase media que se procura desaparecer, para aumentar la pobreza, que se defiende trabajando y trabajando, pero que sabe que una buena parte de lo que gana es para mantener a quienes reciben esos millones. Ojalá que algún candidato se dé cuenta de ello y resuelva los problemas diarios de ese ciudadano de clase media, utilizando los millones en mejorar la calidad de vida, y no en artificios electorales de unos cuantos meses.

Por esta época del año aparecen noticias sobre aguinaldos, bonos, compensaciones, reconocimientos y otros parecidos. Además se mencionan cifras sobre el presupuesto asignado al gobierno para ejercer el año que viene.

Pero eso no es todo, también se mencionan los presupuestos asignados a las diferentes dependencias del gobierno federal, a los estados y a los municipios, aunque estos últimos estén muy “regateados”, con eso del “moche” puesto de moda, los solicitantes tienen que ser muy hábiles en la negociación.

También aparecen cifras millonarias para ejercer por las áreas responsables de programas “prioritarios”, y desde luego algo de lo que el ciudadano está muy pendiente es de las cifras destinadas a lo electoral.

Millones y millones para las instituciones y personas encargadas de llevar a cabo las elecciones, para los partidos políticos, existan o no, para que lo gasten como quieran, porque las reglas difícilmente se cumplen.

Cada año resulta que sale más caro el voto, la elección, la propaganda, a veces, porque se usan para dar a conocer a los candidatos, o porque la publicidad aumenta, pues crece el número de spots en los medios, ante la impotencia del ciudadano.

Y los millones que se manejan en las promesas de campaña, “tantos millones para resolver un problema determinado”, tantos millones de beneficiados “si el voto me favorece”.

Pero existen cifras, también de millones y millones relacionadas con el comercio, “el buen fin”, las ventas de navidad y los reyes y otras fechas más, que también manejan millones.

Y no se diga de los millones que se destinarán para abatir la pobreza, la desnutrición, la inseguridad, para mejorar los servicios, la salud, la educación. Y los millones destinados a los sindicatos, que parecen difíciles de comprobar.

En esta danza de los millones, el único que sale ”amolado”, lastimado, agredido, humillado, burlado, es el ciudadano, porque ve como el dinero que con tanto esfuerzo logró con su trabajo se va, se pierde entre las cifras de todos esos millones anunciados.

Y es el ciudadano de la clase media, ese que es agobiado, presionado a cumplir sus obligaciones económicas con el gobierno, el ciudadano “cautivo”, quien mantiene, quien paga esa danza, danza sin fin, de millones y millones.

Clase media que se procura desaparecer, para aumentar la pobreza, que se defiende trabajando y trabajando, pero que sabe que una buena parte de lo que gana es para mantener a quienes reciben esos millones. Ojalá que algún candidato se dé cuenta de ello y resuelva los problemas diarios de ese ciudadano de clase media, utilizando los millones en mejorar la calidad de vida, y no en artificios electorales de unos cuantos meses.