/ jueves 14 de noviembre de 2019

Subrayando / Aventura de los restos de Hernán Cortés


Hernán Cortés vivió una gran aventura al conquistar Tenochtitlan, pero también después de muerto sus restos pasaron varios enterramientos marcando otra gran aventura.

Hay que recordar que Hernán Cortés (muere la noche del 2 de diciembre de 1547 en la calle real de Castilleja de la cuesta, España) y ordenó en su testamento que sus restos fueran trasladados a la Nueva España, tierra que le dio gloria, nobleza, y a la que amaba entrañablemente. Los restos deberían ser depositados en el convento de las monjas que ordenó se fundara en la villa de Coyoacán.

Sitio que antiguamente estuvo comprendido dentro de tierras pertenecientes al emperador Moctezuma y que cedió a sus capitanes mexicanos, cuando las tomó Cortés, permitió que una parte de ellas la usaran los frailes franciscanos, los que hicieron un cementerio. Entre los restos desenterrados se encontraban los de la primera esposa de Cortés, doña Catalina Suárez, que se condujeron a un templo de la Ciudad de México.

Como el convento de monjas en Coyoacán no se había concluido, al llegar los restos de Cortés a México después de haber permanecido unos años en España, sus descendientes dispusieron se enterraran en la iglesia de San Francisco de Texcoco.

En 1629, al morir el último descendiente de Cortés, el virrey dispone que los restos del conquistados se depositen en la iglesia de San Francisco, pero de la Ciudad de México, sigilosamente se trajeron los restos de don Hernán y se colocaron al lado de su nieto don Pedro Cortés Marques del Valle de Oaxaca.

En 1790 el virrey Revillagigedo mandó construir un magnífico mausoleo en donde descansaran los restos de don Hernán, el monumento tenía en la parte superior el busto en bronce del conquistador y a un lado el escudo de armas tallado en bronce por don Manuel Tolsá, colocando a los lados grandes y magníficos candelabros de plata, la obra quedó instalada en el templo de Jesús en la Ciudad de México, y con elegantes honras fúnebres nuevamente fueron desenterrados los restos de Cortés para ser trasladados hasta donde se había construido el mausoleo.

Con la llegada del movimiento de Independencia en México se agudizo el odio a todo lo que fuera español, y hubo voces que pretendían sacar del mausoleo los restos de Cortés, arrastrarlos por las calles y quemarlos en San Lázaro. La turba no encontrando los restos destruyó el mausoleo. Mientras, el capellán mayor del hospital de Jesús escondió los restos y los colocó debajo de una tarima del altar principal del templo.

En 1833 se creyó prudente desenterrar los restos y colocarlos en un lugar seguro y poco accesible, se escogió un viejo nicho en el templo, se cubrió con mampostería sólidamente cerrada y al pintarse quedó disimulado el entierro, haciéndose correr la versión de que los restos se habían trasladado a Italia para evitar hablar del asunto.

Pasando algunos años don Lucas Alamán ordenó se hiciera una relación de los acontecimientos del entierro, y se dio fe de los mismos colocándose dicho documento en un tubo de metal herméticamente cerrado que contenía el documento notarial que denotaba la autenticidad de los restos de Cortés, la urna fue guardada en una caja de madera que la protegía, y de nuevo se depositó en el templo sin precisar el lugar

En 1946 se hizo un minucioso estudio sobre los restos que se encontraron en el templo de Jesús, se comprobó su autenticidad, y por acuerdo presidencial de Don Manuel Ávila Camacho, los restos del conquistador quedaron bajo tutela del Instituto Nacional de Arqueología e Historia que resolvió se inhumaran en el mismo sitio en donde por años fueron guardados.

EX DIPUTADA / @yolandasenties


Hernán Cortés vivió una gran aventura al conquistar Tenochtitlan, pero también después de muerto sus restos pasaron varios enterramientos marcando otra gran aventura.

Hay que recordar que Hernán Cortés (muere la noche del 2 de diciembre de 1547 en la calle real de Castilleja de la cuesta, España) y ordenó en su testamento que sus restos fueran trasladados a la Nueva España, tierra que le dio gloria, nobleza, y a la que amaba entrañablemente. Los restos deberían ser depositados en el convento de las monjas que ordenó se fundara en la villa de Coyoacán.

Sitio que antiguamente estuvo comprendido dentro de tierras pertenecientes al emperador Moctezuma y que cedió a sus capitanes mexicanos, cuando las tomó Cortés, permitió que una parte de ellas la usaran los frailes franciscanos, los que hicieron un cementerio. Entre los restos desenterrados se encontraban los de la primera esposa de Cortés, doña Catalina Suárez, que se condujeron a un templo de la Ciudad de México.

Como el convento de monjas en Coyoacán no se había concluido, al llegar los restos de Cortés a México después de haber permanecido unos años en España, sus descendientes dispusieron se enterraran en la iglesia de San Francisco de Texcoco.

En 1629, al morir el último descendiente de Cortés, el virrey dispone que los restos del conquistados se depositen en la iglesia de San Francisco, pero de la Ciudad de México, sigilosamente se trajeron los restos de don Hernán y se colocaron al lado de su nieto don Pedro Cortés Marques del Valle de Oaxaca.

En 1790 el virrey Revillagigedo mandó construir un magnífico mausoleo en donde descansaran los restos de don Hernán, el monumento tenía en la parte superior el busto en bronce del conquistador y a un lado el escudo de armas tallado en bronce por don Manuel Tolsá, colocando a los lados grandes y magníficos candelabros de plata, la obra quedó instalada en el templo de Jesús en la Ciudad de México, y con elegantes honras fúnebres nuevamente fueron desenterrados los restos de Cortés para ser trasladados hasta donde se había construido el mausoleo.

Con la llegada del movimiento de Independencia en México se agudizo el odio a todo lo que fuera español, y hubo voces que pretendían sacar del mausoleo los restos de Cortés, arrastrarlos por las calles y quemarlos en San Lázaro. La turba no encontrando los restos destruyó el mausoleo. Mientras, el capellán mayor del hospital de Jesús escondió los restos y los colocó debajo de una tarima del altar principal del templo.

En 1833 se creyó prudente desenterrar los restos y colocarlos en un lugar seguro y poco accesible, se escogió un viejo nicho en el templo, se cubrió con mampostería sólidamente cerrada y al pintarse quedó disimulado el entierro, haciéndose correr la versión de que los restos se habían trasladado a Italia para evitar hablar del asunto.

Pasando algunos años don Lucas Alamán ordenó se hiciera una relación de los acontecimientos del entierro, y se dio fe de los mismos colocándose dicho documento en un tubo de metal herméticamente cerrado que contenía el documento notarial que denotaba la autenticidad de los restos de Cortés, la urna fue guardada en una caja de madera que la protegía, y de nuevo se depositó en el templo sin precisar el lugar

En 1946 se hizo un minucioso estudio sobre los restos que se encontraron en el templo de Jesús, se comprobó su autenticidad, y por acuerdo presidencial de Don Manuel Ávila Camacho, los restos del conquistador quedaron bajo tutela del Instituto Nacional de Arqueología e Historia que resolvió se inhumaran en el mismo sitio en donde por años fueron guardados.

EX DIPUTADA / @yolandasenties