/ jueves 29 de octubre de 2020

Subrayando | El efecto más grave del Covid

Quizá un daño cuyas consecuencias no se han valorado lo suficiente, sea la separación, el alejamiento personal de la familia, Eso ha sido lo más difícil de asimilar, de tratar de comprender, ¿cómo las reuniones familiares se han convertido en fuentes de contagio?, y el porcentaje alto lo demuestra.

Cuando algún pariente rompe las reglas de sanidad, y se convierte en portador, o en enfermo y llega emocionado a la reunión familiar, puede ser el factor que inicie enfermedad o muerte, aunque nadie de los asistentes lo crea.

Ya no se puede abrazar, ni platicar a gusto, ni escuchar los regaños, o los consejos, ni sacar fotos de los grandes, y de los chiquitos juntos, de los que vienen a visitar, ya no se puede ni discutir o comentar el punto de vista de cada quien. (Aunque existe muy avanzada la tecnología, jamás será un sustituto)

Ya no sabe uno si el primo, el sobrino, el tío, es de un partido o de otro, si sigue siendo aficionado a un equipo o ya cambio. Ya no se conoce bien la historia, del abuelo o del bisabuelo, ya no se conocen ni son las mismas, (porque les falta el apapacho) las recetas caseras, para curarse cuando se tiene algún mal.

Ya no se sabe cuando es el cumpleaños o santo, porque no hay reunión, ni felicitaciones merecidas a los trabajadores o estudiosos. y ¿la navidad y el año nuevo?,¿quiénes se van a juntar?, ya no se puede invitar a más, aunque la familia sea más numerosa. Y los que se reúnen, mejor ni averiguar con quien se reunieron previamente, o si viajaron recientemente.

Ya no se pueden intercambiar blusas, vestidos, chales, abrigos entre las mujeres de la familia, porque están guardados en el closet y (si no se regalaron) cuando salgan ya estarán fuera de época, o no le vendrán a nadie.

Ya ningún niño de la familia de esta época, al pasar el tiempo, querrá saludar a sus tíos o parientes porque serán unos completos desconocidos, menos van a conocer las fotos que se guardaban porque nadie va a saber quienes son, la abuelita ya no tiene a nadie a quien explicarle, la vida y milagros de los ancestros” buenos y malos”.

Y, lo más grave, algo difícil de entender, o de asimilar, es cuando se sabe que algún familiar esta enfermo, contagiado, entonces llega la impotencia, porque sabe uno la necesidad que tiene, mas que de medicinas, tiene necesidad de ternura, de cariño, de amor, de compañía, de no sentirse solo, y entonces es cuando se empieza a comprender que el efecto más grave del Covid, más que el propio malestar o dolor del enfermo es la separación de la familia.

Quizá un daño cuyas consecuencias no se han valorado lo suficiente, sea la separación, el alejamiento personal de la familia, Eso ha sido lo más difícil de asimilar, de tratar de comprender, ¿cómo las reuniones familiares se han convertido en fuentes de contagio?, y el porcentaje alto lo demuestra.

Cuando algún pariente rompe las reglas de sanidad, y se convierte en portador, o en enfermo y llega emocionado a la reunión familiar, puede ser el factor que inicie enfermedad o muerte, aunque nadie de los asistentes lo crea.

Ya no se puede abrazar, ni platicar a gusto, ni escuchar los regaños, o los consejos, ni sacar fotos de los grandes, y de los chiquitos juntos, de los que vienen a visitar, ya no se puede ni discutir o comentar el punto de vista de cada quien. (Aunque existe muy avanzada la tecnología, jamás será un sustituto)

Ya no sabe uno si el primo, el sobrino, el tío, es de un partido o de otro, si sigue siendo aficionado a un equipo o ya cambio. Ya no se conoce bien la historia, del abuelo o del bisabuelo, ya no se conocen ni son las mismas, (porque les falta el apapacho) las recetas caseras, para curarse cuando se tiene algún mal.

Ya no se sabe cuando es el cumpleaños o santo, porque no hay reunión, ni felicitaciones merecidas a los trabajadores o estudiosos. y ¿la navidad y el año nuevo?,¿quiénes se van a juntar?, ya no se puede invitar a más, aunque la familia sea más numerosa. Y los que se reúnen, mejor ni averiguar con quien se reunieron previamente, o si viajaron recientemente.

Ya no se pueden intercambiar blusas, vestidos, chales, abrigos entre las mujeres de la familia, porque están guardados en el closet y (si no se regalaron) cuando salgan ya estarán fuera de época, o no le vendrán a nadie.

Ya ningún niño de la familia de esta época, al pasar el tiempo, querrá saludar a sus tíos o parientes porque serán unos completos desconocidos, menos van a conocer las fotos que se guardaban porque nadie va a saber quienes son, la abuelita ya no tiene a nadie a quien explicarle, la vida y milagros de los ancestros” buenos y malos”.

Y, lo más grave, algo difícil de entender, o de asimilar, es cuando se sabe que algún familiar esta enfermo, contagiado, entonces llega la impotencia, porque sabe uno la necesidad que tiene, mas que de medicinas, tiene necesidad de ternura, de cariño, de amor, de compañía, de no sentirse solo, y entonces es cuando se empieza a comprender que el efecto más grave del Covid, más que el propio malestar o dolor del enfermo es la separación de la familia.