/ miércoles 23 de septiembre de 2020

Subrayando | El principio del fin del "Grito de Dolores"

Ese principio se dio en tierras mexiquenses, después de la retirada en el monte de las cruces, los insurgentes marcharon de regreso a Querétaro, y en el camino, cerca de Aculco, en noviembre de 1810 fueron derrotados por las fuerzas del virrey Calleja. Los insurgentes se separaron, Hidalgo salió a Valladolid para continuar hacia Guadalajara y Allende salió rumbo a Guanajuato.

Mientras en San Juan del Rio Querétaro, Calleja publico un Bando en donde ofrecía 10 mil pesos por la cabeza de los jefes de la insurgencia, y, a los que pertenecían a la tropa les ofrecía el indulto.

En Guadalajara, Hidalgo reunió nuevamente a un numeroso ejército, ordeno la publicación de nuevos ordenamientos entre ellos la abolición de la esclavitud, sin embargo, el virrey no dejaba de perseguirlos y en el puente de Calderón en las afueras de Guadalajara el ejercito realista conformado por cerca de 10 diciplinados soldados, venció a Hidalgo y a sus más de noventa mil hombres desordenados, indisciplinados, que con machetes, hondas y flechas trataban de ganar.

Camino a Zacatecas, ya con el mando militar a cargo de Allende y el mando político a cargo de Hidalgo, sufrieron los insurgentes una traición y en Acatita de Bajan, Coahuila fueron aprendidos, y conducidos a Chihuahua, en donde los ejecutaron en junio de 1811. A cada uno después de fusilarlos les cortaron la cabeza y estas fueron, expuestas en jaulas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, Guanajuato.

Debajo de cada jaula con la cabeza, de los jefes de la insurgencia había un letrero, en donde los llamaba: facinerosos, rateros, saqueadores, que arruinaron casas y haciendas, que derramaron sangre inocente y que para sustituir la impiedad, desolación y anarquía están aquí clavadas sus cabezas, y serán testimonio de la justicia y el escarmiento de los impíos, traidores, rebeldes, ladrones y asesinos.

Esto fue en julio de 1812, por órdenes de Félix María Calleja

Ese principio se dio en tierras mexiquenses, después de la retirada en el monte de las cruces, los insurgentes marcharon de regreso a Querétaro, y en el camino, cerca de Aculco, en noviembre de 1810 fueron derrotados por las fuerzas del virrey Calleja. Los insurgentes se separaron, Hidalgo salió a Valladolid para continuar hacia Guadalajara y Allende salió rumbo a Guanajuato.

Mientras en San Juan del Rio Querétaro, Calleja publico un Bando en donde ofrecía 10 mil pesos por la cabeza de los jefes de la insurgencia, y, a los que pertenecían a la tropa les ofrecía el indulto.

En Guadalajara, Hidalgo reunió nuevamente a un numeroso ejército, ordeno la publicación de nuevos ordenamientos entre ellos la abolición de la esclavitud, sin embargo, el virrey no dejaba de perseguirlos y en el puente de Calderón en las afueras de Guadalajara el ejercito realista conformado por cerca de 10 diciplinados soldados, venció a Hidalgo y a sus más de noventa mil hombres desordenados, indisciplinados, que con machetes, hondas y flechas trataban de ganar.

Camino a Zacatecas, ya con el mando militar a cargo de Allende y el mando político a cargo de Hidalgo, sufrieron los insurgentes una traición y en Acatita de Bajan, Coahuila fueron aprendidos, y conducidos a Chihuahua, en donde los ejecutaron en junio de 1811. A cada uno después de fusilarlos les cortaron la cabeza y estas fueron, expuestas en jaulas en las cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, Guanajuato.

Debajo de cada jaula con la cabeza, de los jefes de la insurgencia había un letrero, en donde los llamaba: facinerosos, rateros, saqueadores, que arruinaron casas y haciendas, que derramaron sangre inocente y que para sustituir la impiedad, desolación y anarquía están aquí clavadas sus cabezas, y serán testimonio de la justicia y el escarmiento de los impíos, traidores, rebeldes, ladrones y asesinos.

Esto fue en julio de 1812, por órdenes de Félix María Calleja