/ miércoles 7 de agosto de 2019

Subrayando / ¿En dónde está la participación ciudadana?


A lo mejor es una pregunta con muchas respuestas, respuestas de todo tipo, no sólo electoral, que es la más socorrida, sino la participación ciudadana cotidiana, esa participación que con compromiso y obligación le indica la máxima ley a todo ciudadano.

La participación en el cuidado del entorno en donde vive, en donde estudia, en donde trabaja, y quizá la más importante, la participación en las decisiones públicas, la que hasta ahora sólo la tiene un reducido número de ciudadanos con poder político y/ o económico.

Claro que existen mecanismos que abren oportunidades para participar, pero ¿hasta dónde se atiende y se respeta esa participación? También existen discursos y declaraciones que siempre que hay un problema se refugian, culpan a la participación del ciudadano, o a la no participación del ciudadano.

Lograr la participación ciudadana no es fácil, quizá es de los aspectos políticos más difíciles de obtener, me refiero a la real participación, no a los acarreados o los mercenarios de la política. Esa participación que logra con su voluntad, interés y trabajo beneficios para la mayoría sin distingos de ninguna clase.

El elemento fundamental para lograr la verdadera participación del ciudadano es la confianza, confianza no sólo en la persona que guía, sino en los proyectos que presenta, en la organización y sobre todo en los resultados y cuentas claras que se esperan que desde luego van a servir para animar al que participa y para la mayoría.

Autoridad moral para convocar a la participación que se gana con trayectorias limpias, con congruencia en el decir y hacer, con inteligencia en el señalamiento de metas y tareas, porque la participación ciudadana necesita tareas concretas que realizar, quehaceres viables a su condición, pero lo suficientemente claros para entenderlos fácilmente.

La participación ciudadana requiere de respeto y valoración de su esfuerzo, no solamente con recursos económicos, que a veces fomentan la irresponsabilidad, requiere de sentirse orgulloso de que su participación fue útil, requiere de ver resultados, por ello las tareas sencillas a veces son más productivas para la participación.

Los tiempos actuales en todas las tareas públicas necesitan urgentemente de la participación ciudadana, pero no sólo de unos cuantos privilegiados que hacen sentir inútil cualquier llamado a participar, porque el privilegio que tienen ciega la realidad y no saben cómo escuchar, menos atender, respetar las circunstancias reales que vive el ciudadano, porque no sienten la urgencia de respuesta, porque menosprecian las soluciones acertadas que tiene el que padece el problema.

Se ha fomentado la participación ciudadana sólo para la queja, sólo para demanda de recursos, eso es desvirtuar la participación. Urge la participación del ciudadano desde las tareas cívicas sencillas hasta en la toma de decisiones, porque de no ser así, se seguirán viviendo dos mundos diferentes, el de la élite política y el del ciudadano común.

Química Fármaco Bióloga


A lo mejor es una pregunta con muchas respuestas, respuestas de todo tipo, no sólo electoral, que es la más socorrida, sino la participación ciudadana cotidiana, esa participación que con compromiso y obligación le indica la máxima ley a todo ciudadano.

La participación en el cuidado del entorno en donde vive, en donde estudia, en donde trabaja, y quizá la más importante, la participación en las decisiones públicas, la que hasta ahora sólo la tiene un reducido número de ciudadanos con poder político y/ o económico.

Claro que existen mecanismos que abren oportunidades para participar, pero ¿hasta dónde se atiende y se respeta esa participación? También existen discursos y declaraciones que siempre que hay un problema se refugian, culpan a la participación del ciudadano, o a la no participación del ciudadano.

Lograr la participación ciudadana no es fácil, quizá es de los aspectos políticos más difíciles de obtener, me refiero a la real participación, no a los acarreados o los mercenarios de la política. Esa participación que logra con su voluntad, interés y trabajo beneficios para la mayoría sin distingos de ninguna clase.

El elemento fundamental para lograr la verdadera participación del ciudadano es la confianza, confianza no sólo en la persona que guía, sino en los proyectos que presenta, en la organización y sobre todo en los resultados y cuentas claras que se esperan que desde luego van a servir para animar al que participa y para la mayoría.

Autoridad moral para convocar a la participación que se gana con trayectorias limpias, con congruencia en el decir y hacer, con inteligencia en el señalamiento de metas y tareas, porque la participación ciudadana necesita tareas concretas que realizar, quehaceres viables a su condición, pero lo suficientemente claros para entenderlos fácilmente.

La participación ciudadana requiere de respeto y valoración de su esfuerzo, no solamente con recursos económicos, que a veces fomentan la irresponsabilidad, requiere de sentirse orgulloso de que su participación fue útil, requiere de ver resultados, por ello las tareas sencillas a veces son más productivas para la participación.

Los tiempos actuales en todas las tareas públicas necesitan urgentemente de la participación ciudadana, pero no sólo de unos cuantos privilegiados que hacen sentir inútil cualquier llamado a participar, porque el privilegio que tienen ciega la realidad y no saben cómo escuchar, menos atender, respetar las circunstancias reales que vive el ciudadano, porque no sienten la urgencia de respuesta, porque menosprecian las soluciones acertadas que tiene el que padece el problema.

Se ha fomentado la participación ciudadana sólo para la queja, sólo para demanda de recursos, eso es desvirtuar la participación. Urge la participación del ciudadano desde las tareas cívicas sencillas hasta en la toma de decisiones, porque de no ser así, se seguirán viviendo dos mundos diferentes, el de la élite política y el del ciudadano común.

Química Fármaco Bióloga