/ miércoles 16 de junio de 2021

Subrayando | “Homenaje” a un feminicida 

Era el año de 1977, y en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en México, se preparaban para recibir con todos los honores al expresidiario ejemplo de rehabilitación social. Ya que durante sus años en la prisión de Lecumberri, había estudiado derecho, defendido a sus compañeros presos, se había convertido en cronista de la prisión, escrito y dibujado historietas contando la historia que le platicaban sus compañeros presos, escribió libros, en fin, era el “héroe” del Palacio de Lecumberri.

Los Diputados lo ovacionaron, algunos se pusieron de pie para recibir al hombre, que, siendo estudiante de Química, se había convertido en el más famoso feminicida de México, Gregorio Cárdenas, conocido como “Goyo Cárdenas”.

Era el undécimo hijo, tenia recursos, y era el preferido de su madre, cuando decidió estudiar química, prefirió irse a vivir cerca de la escuela, que estaba en Tacuba, vivía en la calle de Mar del Norte y Violeta, cerca de la vía del tren que iba de Tacuba a Azcapotzalco, vivía solo; y en su casa convirtió un cuarto en laboratorio, muy cerca del jardín de la casa, se mantenía con la beca que había ganado, pues a decir de los maestros de la escuela de química era el alumno más brillante.

Hasta que un día de 1942, los vecinos empezaron a incomodarse por un mal olor que venia de la casa del estudiante de 27 años, se asomaron por las azoteas y vieron en el jardín, un zapato de tacón azul fuerte, un dedo humano encima del pasto. De inmediato avisaron a la policía, quien estaba ocupada buscando a una joven estudiante de química, hija de un influyente abogado. Relacionando el caso, fueron a la casa de Tacuba, a ver qué pasaba.

Efectivamente, escarbaron poco, pues casi superficialmente encontraron restos humanos, no de una mujer, sino de varias, la mayoría atadas de pies y manos, entre ellas el de la joven Graciela Arias hija del influyente abogado, a las otras tres mujeres costo trabajo identificarlas, pero todas eran menores de edad, habían sido violadas y asesinadas.

Al conocer el alboroto vecinal y la presencia policiaca, llego la madre de “Goyo”, y le aconsejo hacerse pasar por loco, para eso lo llevo a un sanatorio privado para enfermos mentales, de tal suerte que cuando llegó la policía y lo interrogó, dijo que estaba inventando una pastilla para hacerse invisible: de todos modos, se lo llevaron.

Confesó a detalle como había conocido a cada una de las víctimas, 3 de ellas eran prostitutas, las violaba y después sentía un odio tan grande por ser mujeres que las mataba.” El juez dispuso mandarlo 5 años a la “Castañeda”, (sitio terrible para enfermos mentales), “Goyo “estado ahí, se convirtió en ayudante de la conserjería, puso una “tiendita”, fue encargado de la biblioteca y tenía derecho a salir de vacaciones.

Precisamente estando en Oaxaca de ”vacaciones”, lo llevaron preso a Lecumberri para purgar una condena de 35 años. Ahí estudió Derecho, escribió y fue popular, recibía cartas de mujeres de todos los rincones del país, admirándolo y poniéndose a sus órdenes. Se casó, tuvo 5 hijos, y salió de la prisión por buen comportamiento años antes de cumplir la condena.

Se convirtió en “héroe” popular, le hicieron varias entrevistas en radio, periódico y T.V, una película de” Los Crímenes de Mar del Norte”. Murió Gregorio Cárdenas en 1999 en” el seno familiar”.

Pero por la fama creada en años anteriores, a las mujeres que queríamos estudiar química y teníamos que ir a la escuela de Tacuba, de la UNAM, (aunque fuera un año porque después ya la escuela estuvo en Ciudad Universitaria) no era fácil, las que logramos estudiar en Tacuba, la curiosidad siempre nos llevó a conocer la casa del asesino y acrecentar nuestro compromiso por luchar contra el odio al ser humano, sea al hombre, y especialmente el odio hacia la mujer.

Que lastima que sean los gobiernos de ayer quienes aplaudieron esa clase de odios y, los gobiernos de hoy ignorando los feminicidios, fortaleciendo la impunidad, y acrecentando las muertes de mujeres, sigan rindiendo homenaje a los feminicidas.

Era el año de 1977, y en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, en México, se preparaban para recibir con todos los honores al expresidiario ejemplo de rehabilitación social. Ya que durante sus años en la prisión de Lecumberri, había estudiado derecho, defendido a sus compañeros presos, se había convertido en cronista de la prisión, escrito y dibujado historietas contando la historia que le platicaban sus compañeros presos, escribió libros, en fin, era el “héroe” del Palacio de Lecumberri.

Los Diputados lo ovacionaron, algunos se pusieron de pie para recibir al hombre, que, siendo estudiante de Química, se había convertido en el más famoso feminicida de México, Gregorio Cárdenas, conocido como “Goyo Cárdenas”.

Era el undécimo hijo, tenia recursos, y era el preferido de su madre, cuando decidió estudiar química, prefirió irse a vivir cerca de la escuela, que estaba en Tacuba, vivía en la calle de Mar del Norte y Violeta, cerca de la vía del tren que iba de Tacuba a Azcapotzalco, vivía solo; y en su casa convirtió un cuarto en laboratorio, muy cerca del jardín de la casa, se mantenía con la beca que había ganado, pues a decir de los maestros de la escuela de química era el alumno más brillante.

Hasta que un día de 1942, los vecinos empezaron a incomodarse por un mal olor que venia de la casa del estudiante de 27 años, se asomaron por las azoteas y vieron en el jardín, un zapato de tacón azul fuerte, un dedo humano encima del pasto. De inmediato avisaron a la policía, quien estaba ocupada buscando a una joven estudiante de química, hija de un influyente abogado. Relacionando el caso, fueron a la casa de Tacuba, a ver qué pasaba.

Efectivamente, escarbaron poco, pues casi superficialmente encontraron restos humanos, no de una mujer, sino de varias, la mayoría atadas de pies y manos, entre ellas el de la joven Graciela Arias hija del influyente abogado, a las otras tres mujeres costo trabajo identificarlas, pero todas eran menores de edad, habían sido violadas y asesinadas.

Al conocer el alboroto vecinal y la presencia policiaca, llego la madre de “Goyo”, y le aconsejo hacerse pasar por loco, para eso lo llevo a un sanatorio privado para enfermos mentales, de tal suerte que cuando llegó la policía y lo interrogó, dijo que estaba inventando una pastilla para hacerse invisible: de todos modos, se lo llevaron.

Confesó a detalle como había conocido a cada una de las víctimas, 3 de ellas eran prostitutas, las violaba y después sentía un odio tan grande por ser mujeres que las mataba.” El juez dispuso mandarlo 5 años a la “Castañeda”, (sitio terrible para enfermos mentales), “Goyo “estado ahí, se convirtió en ayudante de la conserjería, puso una “tiendita”, fue encargado de la biblioteca y tenía derecho a salir de vacaciones.

Precisamente estando en Oaxaca de ”vacaciones”, lo llevaron preso a Lecumberri para purgar una condena de 35 años. Ahí estudió Derecho, escribió y fue popular, recibía cartas de mujeres de todos los rincones del país, admirándolo y poniéndose a sus órdenes. Se casó, tuvo 5 hijos, y salió de la prisión por buen comportamiento años antes de cumplir la condena.

Se convirtió en “héroe” popular, le hicieron varias entrevistas en radio, periódico y T.V, una película de” Los Crímenes de Mar del Norte”. Murió Gregorio Cárdenas en 1999 en” el seno familiar”.

Pero por la fama creada en años anteriores, a las mujeres que queríamos estudiar química y teníamos que ir a la escuela de Tacuba, de la UNAM, (aunque fuera un año porque después ya la escuela estuvo en Ciudad Universitaria) no era fácil, las que logramos estudiar en Tacuba, la curiosidad siempre nos llevó a conocer la casa del asesino y acrecentar nuestro compromiso por luchar contra el odio al ser humano, sea al hombre, y especialmente el odio hacia la mujer.

Que lastima que sean los gobiernos de ayer quienes aplaudieron esa clase de odios y, los gobiernos de hoy ignorando los feminicidios, fortaleciendo la impunidad, y acrecentando las muertes de mujeres, sigan rindiendo homenaje a los feminicidas.