/ miércoles 28 de julio de 2021

Subrayando | Medicina en la Vejez


Un grupo de mujeres campesinas, de 60 años y más, que van a trabajar, en el campo, cuando se necesita recoger los granos de maíz, que va dejando la desgranadora, o en esta época que van limpiando los surcos de hierba, que no deja crecer bien el maíz, o bien, encostalando los olotes después de desgranar el maíz de la cosecha anterior.

En momentos de descanso de su trabajo, se sientan en medio del sembradío a platicar; a mí me gusta oírlas y a veces me uno al grupo. Aunque ganan menos dinero que los hombres, ellas son felices por sentirse útiles a pesar de su edad, y no dependientes de nadie.

En ese descanso, ellas platican, se ríen, veces hasta lloran, pero se la pasan muy bien, comen lo que cada quien lleva, y no les falta su “caguama”. Me divierto escuchándolas, pero este fin de semana me sorprendió algo que comentaron.

Una de ellas, de las mas grandes de edad, hacia días que no iba a trabajar, estaba en su casa enferma, en cama, sus hijos ya no tenían esperanza, pues estaba muy decaída.

Y un día, (seguían diciendo) les dijo a sus hijos,” quiero que vayan con “el patrón”, y le digan que estoy enferma, en mi cama, y que venga a mi casa a verme que quiero decirle algo importante”, pero mama´ dijeron los hijos va hacer difícil que venga hasta acá, “Ustedes díganle”, ordeno.

Fueron a ver al “patrón”, con quien su familia había trabajado por muchos años, le explicaron y le hicieron la petición. Pasaron unos días de esa semana y fue a verla “el patrón”, ¿Qué se te ofrece Lutería?, le dijo.

“Patrón, quiero antes de morir, pedirle perdón por las “muinas” y corajes que le he hecho pasar todos estos años, en que he trabajado con usted y quiero oír que me perdona”. “Claro que sí, no tengo nada que perdonarte” “pero ya párate que haces mucha falta en el campo”, le dijo, animándola.

Eso fue hace apenas unas semanas, seguían platicando en el grupo de campesinas mayores. ¿Y qué paso? Pregunte con curiosidad, la respuesta me dio una lección más.

“Lutería, después de que “desembucho” su pesar, se fue aliviando poco a poco hasta ya salir a la calle,” Esa fue su medicina” dijo otra mujer en el grupo.

Y pensé: esa medicina es para todas las edades.



Un grupo de mujeres campesinas, de 60 años y más, que van a trabajar, en el campo, cuando se necesita recoger los granos de maíz, que va dejando la desgranadora, o en esta época que van limpiando los surcos de hierba, que no deja crecer bien el maíz, o bien, encostalando los olotes después de desgranar el maíz de la cosecha anterior.

En momentos de descanso de su trabajo, se sientan en medio del sembradío a platicar; a mí me gusta oírlas y a veces me uno al grupo. Aunque ganan menos dinero que los hombres, ellas son felices por sentirse útiles a pesar de su edad, y no dependientes de nadie.

En ese descanso, ellas platican, se ríen, veces hasta lloran, pero se la pasan muy bien, comen lo que cada quien lleva, y no les falta su “caguama”. Me divierto escuchándolas, pero este fin de semana me sorprendió algo que comentaron.

Una de ellas, de las mas grandes de edad, hacia días que no iba a trabajar, estaba en su casa enferma, en cama, sus hijos ya no tenían esperanza, pues estaba muy decaída.

Y un día, (seguían diciendo) les dijo a sus hijos,” quiero que vayan con “el patrón”, y le digan que estoy enferma, en mi cama, y que venga a mi casa a verme que quiero decirle algo importante”, pero mama´ dijeron los hijos va hacer difícil que venga hasta acá, “Ustedes díganle”, ordeno.

Fueron a ver al “patrón”, con quien su familia había trabajado por muchos años, le explicaron y le hicieron la petición. Pasaron unos días de esa semana y fue a verla “el patrón”, ¿Qué se te ofrece Lutería?, le dijo.

“Patrón, quiero antes de morir, pedirle perdón por las “muinas” y corajes que le he hecho pasar todos estos años, en que he trabajado con usted y quiero oír que me perdona”. “Claro que sí, no tengo nada que perdonarte” “pero ya párate que haces mucha falta en el campo”, le dijo, animándola.

Eso fue hace apenas unas semanas, seguían platicando en el grupo de campesinas mayores. ¿Y qué paso? Pregunte con curiosidad, la respuesta me dio una lección más.

“Lutería, después de que “desembucho” su pesar, se fue aliviando poco a poco hasta ya salir a la calle,” Esa fue su medicina” dijo otra mujer en el grupo.

Y pensé: esa medicina es para todas las edades.