Todavía en pleno siglo XXI, millones de pobladores en el mundo, incluyendo en nuestro país, le dan más valor a los niños, por considerarlos cuando crecen y son hombres, como proveedores y protectores frente a las mujeres a quienes se les ve como “cuidadoras” y encargadas del hogar y de los hijos, por eso la presión desde que se inicia el embarazo por dar a luz a un varón es muy fuerte.
En algunos casos, mientras el nacimiento de un niño es digno de celebrar, el de una niña llega a suponer una decepción. Esta tendencia, que origina desequilibrio se observó por la ONU, a través de Fondo de Población, en la década de los 80, en países como China y la India, en donde en la actualidad estos países tienen el 11 por ciento más de varones menores de 35 años, comparado con el número de mujeres por debajo de esa edad.
La selección, se hace a través de mecanismos desde la época prenatal, como el aborto para que no nazca una niña, o manipular el sexo en las fecundaciones en vitro y prácticas posnatales como, la mortalidad temprana en las recién nacidas, o en el menosprecio y abandono a las niñas y preferencia en atenciones a los niños.
El desequilibrio en la selección de sexo, puede desnaturalizar la composición de la población en las siguientes generaciones, ya que existirán una gran cantidad de hombres heterosexuales que no tenga posibilidad de encontrar pareja y tener hijos. Se prevé que el porcentaje de varones heterosexuales todavía solteros a los 50 años de edad aumente a partir de 2050 hasta 15 y 10 por ciento en países que tienen estas prácticas de preferencia por hijos varones.
Para acabar con estas prácticas discriminatorias contra mujeres y niñas, (ONU) en algunos países se han emprendido campañas específicas, en otros se ha prohibido revelar el sexo del feto en las consultas prenatales,
Considerar que la población masculina es más valiosa que la femenina, no solo revela retraso sino vulnera lo más importante los derechos humanos de niñas y niños, de mujeres y de hombres de esta generación y de las que vienen.