/ jueves 21 de enero de 2021

Subrayando | Tiempos de duelo

En el mundo, casi todas las personas han tenido en algún momento de esta pandemia, algún sentimiento de pena, causado por la pérdida de algún conocido, vecino, amigo, pariente o familiar muy cercano.

Al principio se trataba de noticias que informaban sobre la enfermedad o fallecimiento de alguien que, si bien se conocía, no se recordaba muy bien, de alguien “lejano”, poco a poco conforme paso el tiempo el circulo de conocidos se fue haciendo mas chico, hasta llegar a la perdida de algún familiar muy cercano, e incluso hasta el contagio de la enfermedad.

Esta circunstancia dio origen a pasar de la incredulidad, del no creer en la existencia de un virus tan poderoso, tan rápido de propagarse, tan fuerte para llegar hasta la propia casa, hasta convences de la necesidad de autoprotección y defensa.

Ayudó en esta etapa de la negación, lo sorpresivo de la aparición del virus en el mundo, el desconocimiento de sus características, y por tanto la ausencia de los medios para proteger y eliminarlo, Los gobiernos y las instituciones desconcertadas, cada uno presenta estrategias diferentes para vencer al virus y su propagación.

En esta etapa de negación, se sumó la desconfianza en las cifras reportadas de enfermos y muertos, en la efectividad de las estrategias, en la carencia de congruencia entre lo que se recomendaba y lo que mostraban los gobernantes.

Entonces aparece el enojo, otra etapa del duelo, las personas enojadas exigen eficacia y eficiencia en las medidas gubernamentales, y se exigen más, en el autocuidado, porque de no ser así, se han visto las consecuencias sobre todo muy cerca de días festivos.

El duelo pasa ahora a la etapa de negociación, los países compiten desesperadamente por ser los primeros en presentar mundialmente las vacunas, muchos muchísimos recursos económicos llegaran, como también crédito político y poder, aunque la información sea solo la que la emergencia permita, y la distribución la que la política decida.

Mientras en este duelo, aparece la depresión, el desánimo, la impotencia, la angustia si además de la enfermedad y el contagio se perdió el trabajo, se acabaron los ahorros, y el medio se vuelve inseguro, viviendo en un mundo vulnerable y frágil.

Pero esto nos tocó vivir, en todos los rincones de este mundo, a todas las culturas sabios e ignorantes, a mujeres, hombres,de todas las edades, de todos los colores, pobres y ricos. Esta pandemia nos igualó a todos, nos recordó que pisamos el mismo planeta tierra, que respiramos el mismo oxigeno y que este ,igual que la luz, el calor del sol, el frío de la nieve, el amor, la amistad y tantas cosas, mas, son gratis, Así es que, en medio de este duelo mundial, tenemos mucho porque dar gracias siempre.










En el mundo, casi todas las personas han tenido en algún momento de esta pandemia, algún sentimiento de pena, causado por la pérdida de algún conocido, vecino, amigo, pariente o familiar muy cercano.

Al principio se trataba de noticias que informaban sobre la enfermedad o fallecimiento de alguien que, si bien se conocía, no se recordaba muy bien, de alguien “lejano”, poco a poco conforme paso el tiempo el circulo de conocidos se fue haciendo mas chico, hasta llegar a la perdida de algún familiar muy cercano, e incluso hasta el contagio de la enfermedad.

Esta circunstancia dio origen a pasar de la incredulidad, del no creer en la existencia de un virus tan poderoso, tan rápido de propagarse, tan fuerte para llegar hasta la propia casa, hasta convences de la necesidad de autoprotección y defensa.

Ayudó en esta etapa de la negación, lo sorpresivo de la aparición del virus en el mundo, el desconocimiento de sus características, y por tanto la ausencia de los medios para proteger y eliminarlo, Los gobiernos y las instituciones desconcertadas, cada uno presenta estrategias diferentes para vencer al virus y su propagación.

En esta etapa de negación, se sumó la desconfianza en las cifras reportadas de enfermos y muertos, en la efectividad de las estrategias, en la carencia de congruencia entre lo que se recomendaba y lo que mostraban los gobernantes.

Entonces aparece el enojo, otra etapa del duelo, las personas enojadas exigen eficacia y eficiencia en las medidas gubernamentales, y se exigen más, en el autocuidado, porque de no ser así, se han visto las consecuencias sobre todo muy cerca de días festivos.

El duelo pasa ahora a la etapa de negociación, los países compiten desesperadamente por ser los primeros en presentar mundialmente las vacunas, muchos muchísimos recursos económicos llegaran, como también crédito político y poder, aunque la información sea solo la que la emergencia permita, y la distribución la que la política decida.

Mientras en este duelo, aparece la depresión, el desánimo, la impotencia, la angustia si además de la enfermedad y el contagio se perdió el trabajo, se acabaron los ahorros, y el medio se vuelve inseguro, viviendo en un mundo vulnerable y frágil.

Pero esto nos tocó vivir, en todos los rincones de este mundo, a todas las culturas sabios e ignorantes, a mujeres, hombres,de todas las edades, de todos los colores, pobres y ricos. Esta pandemia nos igualó a todos, nos recordó que pisamos el mismo planeta tierra, que respiramos el mismo oxigeno y que este ,igual que la luz, el calor del sol, el frío de la nieve, el amor, la amistad y tantas cosas, mas, son gratis, Así es que, en medio de este duelo mundial, tenemos mucho porque dar gracias siempre.