/ miércoles 29 de julio de 2020

Subrayando | Un gusto popular

El gusto por el pan de dulce no se ha terminado. Lo mismo pobres y ricos, niños, jóvenes y ancianos, estudiantes y científicos, siguen gustando un pan de dulce. A pesar de los cambios del ritmo de vida, a pesar de las dietas restrictivas, de las influencias extranjeras en este mundo globalizado, a pesar de los avances en la tecnología industrial, a pesar de las pandemias, a pesar de la vida acelerada.

En México la variedad de pan de dulce en lugar de disminuir ha aumentado, gracias a la creatividad, al ingenio, al humor de los panaderos, además de los tradicionales panes de temporada: Rosca de Reyes, Pan de muerto, Panque navideño. De los panes típicos de cada población, “finas” “pan de horno”, “rayadas” entre otros muchos más.

Están los tradicionales:” la concha”, “el cuernito”,” el bísquet”,” la trenza”, “la magdalena”,” la hojaldra”,,” la chilindrina”, “el barquillo”,” el conde”,” la estrella”, “el cubilete”, “el volcán”,” los polvorones, “velo de novia”, “campechanas ”“la oreja”,” el gusano”” el piojo”, entre muchísimos más.

El gusto por el pan de dulce, ha sido pretexto para mostrar afectos, cariño, compadrazgos caridades, atenciones en velorios, bodas. Cuantas veces hemos oído, “Le voy a llevar pan de dulce, ya le encanta el pan”.

Ha sido motivo de orgullo en ferias, en donde, calientito, se ofrece el pan tradicional del lugar. Ha sido motivo de reuniones no solo familiares en donde cada hermano “apartaba “de manera singular su pan, sino realmente ha sido un imán al ponerlo en la mesa para unir a la familia, que lo hace desaparecer rápidamente.

Ir por el pan ha sido pretexto para salir a dar la vuelta, a ver al novio, a estar con las amigas, hasta salir a la puerta cuando llega el pan en grandes canastas que trae el panadero en su bicicleta (Todavía se usa en algunas comunidades).

Ahora, con motivo de la pandemia, se prohíbe en algunas panaderías entrar a las personas mayores de edad, con eso no se va acabar el gusto por el pan de dulce, pero si, para mucha gente satisfacer a los sentidos, desde” el santo olor de la panadería”, hasta el pretexto de darse el gusto de escoger el pan que gusta, y conocer directamente las nuevas creaciones de pan que satisfagan el paladar, sentir la satisfacción de comprar algo que va a ser apreciado cuando llegue a la mesa. Esto que parece intrascendente es algo que también entre otras cosas trajo el virus, afectando poco o mucho a las personas.

El gusto por el pan de dulce no se ha terminado. Lo mismo pobres y ricos, niños, jóvenes y ancianos, estudiantes y científicos, siguen gustando un pan de dulce. A pesar de los cambios del ritmo de vida, a pesar de las dietas restrictivas, de las influencias extranjeras en este mundo globalizado, a pesar de los avances en la tecnología industrial, a pesar de las pandemias, a pesar de la vida acelerada.

En México la variedad de pan de dulce en lugar de disminuir ha aumentado, gracias a la creatividad, al ingenio, al humor de los panaderos, además de los tradicionales panes de temporada: Rosca de Reyes, Pan de muerto, Panque navideño. De los panes típicos de cada población, “finas” “pan de horno”, “rayadas” entre otros muchos más.

Están los tradicionales:” la concha”, “el cuernito”,” el bísquet”,” la trenza”, “la magdalena”,” la hojaldra”,,” la chilindrina”, “el barquillo”,” el conde”,” la estrella”, “el cubilete”, “el volcán”,” los polvorones, “velo de novia”, “campechanas ”“la oreja”,” el gusano”” el piojo”, entre muchísimos más.

El gusto por el pan de dulce, ha sido pretexto para mostrar afectos, cariño, compadrazgos caridades, atenciones en velorios, bodas. Cuantas veces hemos oído, “Le voy a llevar pan de dulce, ya le encanta el pan”.

Ha sido motivo de orgullo en ferias, en donde, calientito, se ofrece el pan tradicional del lugar. Ha sido motivo de reuniones no solo familiares en donde cada hermano “apartaba “de manera singular su pan, sino realmente ha sido un imán al ponerlo en la mesa para unir a la familia, que lo hace desaparecer rápidamente.

Ir por el pan ha sido pretexto para salir a dar la vuelta, a ver al novio, a estar con las amigas, hasta salir a la puerta cuando llega el pan en grandes canastas que trae el panadero en su bicicleta (Todavía se usa en algunas comunidades).

Ahora, con motivo de la pandemia, se prohíbe en algunas panaderías entrar a las personas mayores de edad, con eso no se va acabar el gusto por el pan de dulce, pero si, para mucha gente satisfacer a los sentidos, desde” el santo olor de la panadería”, hasta el pretexto de darse el gusto de escoger el pan que gusta, y conocer directamente las nuevas creaciones de pan que satisfagan el paladar, sentir la satisfacción de comprar algo que va a ser apreciado cuando llegue a la mesa. Esto que parece intrascendente es algo que también entre otras cosas trajo el virus, afectando poco o mucho a las personas.