/ lunes 26 de febrero de 2018

#TodoComunica

Modelo Agotado


La forma como percibimos a los demás, a una institución, a una figura pública, es un proceso en el que intervienen diferentes factores, tales como la información y las acciones que se llevan a cabo, así como aquello que no se dice y lo que no se hace, porque el silencio también comunica.

Por esa razón, en la mayoría de las instituciones y organizaciones, se procura cuidar todos los detalles, para que se les reconozca como profesionales, vanguardistas, innovadoras, humanas y cualquier otra característica positiva.

No es un proceso lineal. No basta con emitir información o hacer cosas, ya que nuestra forma de percibir también está relacionada con los datos previos que poseemos, con nuestros sentimientos, aspiraciones, dolores, frustraciones, ideales, principios, valores, sueños y objetivos. Las circunstancias que nos rodean también influyen en la manera como percibimos nuestro entorno.

Por ello, cuando pretendemos establecer comunicación con otras personas, es necesario que conozcamos su contexto y -en la medida de lo posible- sus características, de manera que logremos adecuar nuestro mensaje a su manera de percibir las cosas.

Y por momentos pareciera que las instancias públicas, los partidos políticos, los poderes del Estado, pierden de vista el contexto de los ciudadanos y emiten sus mensajes a partir de sus propios intereses, como si ello fuera suficiente para tener credibilidad y generar confianza, dejando de lado lo que verdaderamente preocupa y motiva a las personas.

Las redes sociales han generado la necesidad de tener más seguidores, “me gusta” o “retuits”, como sinónimo de confianza, y pareciera que eso alcanza para satisfacer la necesidad de informar y ser “líderes”. Es un mito.

Ante las actuales circunstancias -con gente que confía menos en las instituciones-, es fundamental que se replantee el modelo de comunicación, que se ha desgastado rápidamente. Las redes sociales no alcanzan para resolver la urgente necesidad de recuperar la credibilidad y el liderazgo, que podrían impulsar una nueva ciudadanía.

Esa tarea reclama una actitud responsable de los ciudadanos y de la sociedad en general, pero quien tiene los elementos (recursos, información e incluso canales) para detonar esa transformación, son las instancias de poder público.

Así que el hecho de que nuestro país haya caído seis lugares en el Índice Global de Percepción de la Corrupción 2017, publicado por Transparencia Internacional, y que estemos colocados como el país peor evaluado en el G20 –que integra a las economías más ricas y emergentes del mundo-, así como entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), obliga a reflexionar qué estamos haciendo y sobre todo… cómo lo comunicamos.


PERCEPCIÓN

Felicidades al doctor Jorge Olvera García, por la medalla Félix Fulgencio Palavicini 2018, que le otorgarán el periódico El Universal y la Fundación Ealy Ortiz A.C. Enhorabuena.

Modelo Agotado


La forma como percibimos a los demás, a una institución, a una figura pública, es un proceso en el que intervienen diferentes factores, tales como la información y las acciones que se llevan a cabo, así como aquello que no se dice y lo que no se hace, porque el silencio también comunica.

Por esa razón, en la mayoría de las instituciones y organizaciones, se procura cuidar todos los detalles, para que se les reconozca como profesionales, vanguardistas, innovadoras, humanas y cualquier otra característica positiva.

No es un proceso lineal. No basta con emitir información o hacer cosas, ya que nuestra forma de percibir también está relacionada con los datos previos que poseemos, con nuestros sentimientos, aspiraciones, dolores, frustraciones, ideales, principios, valores, sueños y objetivos. Las circunstancias que nos rodean también influyen en la manera como percibimos nuestro entorno.

Por ello, cuando pretendemos establecer comunicación con otras personas, es necesario que conozcamos su contexto y -en la medida de lo posible- sus características, de manera que logremos adecuar nuestro mensaje a su manera de percibir las cosas.

Y por momentos pareciera que las instancias públicas, los partidos políticos, los poderes del Estado, pierden de vista el contexto de los ciudadanos y emiten sus mensajes a partir de sus propios intereses, como si ello fuera suficiente para tener credibilidad y generar confianza, dejando de lado lo que verdaderamente preocupa y motiva a las personas.

Las redes sociales han generado la necesidad de tener más seguidores, “me gusta” o “retuits”, como sinónimo de confianza, y pareciera que eso alcanza para satisfacer la necesidad de informar y ser “líderes”. Es un mito.

Ante las actuales circunstancias -con gente que confía menos en las instituciones-, es fundamental que se replantee el modelo de comunicación, que se ha desgastado rápidamente. Las redes sociales no alcanzan para resolver la urgente necesidad de recuperar la credibilidad y el liderazgo, que podrían impulsar una nueva ciudadanía.

Esa tarea reclama una actitud responsable de los ciudadanos y de la sociedad en general, pero quien tiene los elementos (recursos, información e incluso canales) para detonar esa transformación, son las instancias de poder público.

Así que el hecho de que nuestro país haya caído seis lugares en el Índice Global de Percepción de la Corrupción 2017, publicado por Transparencia Internacional, y que estemos colocados como el país peor evaluado en el G20 –que integra a las economías más ricas y emergentes del mundo-, así como entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), obliga a reflexionar qué estamos haciendo y sobre todo… cómo lo comunicamos.


PERCEPCIÓN

Felicidades al doctor Jorge Olvera García, por la medalla Félix Fulgencio Palavicini 2018, que le otorgarán el periódico El Universal y la Fundación Ealy Ortiz A.C. Enhorabuena.