/ lunes 23 de abril de 2018

#TodoComunica


La esperanza y el miedo

La experiencia que hasta este momento hemos acumulado los mexicanos será fundamental para tomar una decisión. Desde la perspectiva de la Teoría de la Inteligencia Emocional –que se ha integrado al campo de la comunicación política- las decisiones se toman a partir de la integración de razón y emoción.

La persona puede decidir basada solo en la información recibida o completarla con experiencias pasadas, y es ahí donde entra en juego el desempeño que ha tenido un gobernante o un régimen para que la gente decida.

Juan Carlos Villarreal, especialista en estudios electorales y exconsejero del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), advierte contundente: “Será una elección plebiscitaria”, lo que significa que el actual régimen será evaluado. Aprobación o rechazo a todo –absolutamente todo- lo que se ha realizado y ha ocurrido en los últimos años.

En esa perspectiva parecería que únicamente “cuenta” lo realizado por el presidente Enrique Peña Nieto, y muchas voces asumen que él será el único responsable de lo que suceda el próximo primero de julio. Falso.

Cuenta todo: lo que han realizado los gobernadores –los actuales y quienes dejaron el cargo-, lo que han hecho -o no- los presidentes municipales y sus equipos de trabajo; los diputados locales y los federales, e incluso lo que han realizado en el Senado.

La Teoría de la Inteligencia Afectiva indica que las emociones se rigen por dos sistemas: el sistema de disposición individual, referente a los hábitos y costumbres, y el sistema de vigilancia que, al activarse, provoca que las personas reflexionen sobre sus decisiones habituales y reconsideren otras opciones no conocidas.

Cuando las expectativas que tiene la persona no coinciden con la información que recibe –con lo que han hecho y dicho los gobernantes-, surgen emociones como la tristeza, la depresión, el enojo, el miedo y la frustración. Si la gente se siente defraudada, el componente afectivo interviene en la decisión política.

Por ello, si un candidato activa su sistema de disposición por apelar a emociones como entusiasmo y esperanza, entonces los ciudadanos considerarán otorgarle el voto; por el contrario, si el candidato apela a emociones como ansiedad, preocupación, ira, frustración, buscarán nuevas informaciones para obtener mejor información sobre la amenaza que sienten.

El desempeño que tuvieron anoche los candidatos a la presidencia de la república, en el primer debate organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE), ya movió las preferencias. La candidata y los candidatos atendieron a su estrategia. Habrá que ver, en las siguientes semanas, si eso les abona para ganar, pero es innegable que los responsables del triunfo o la derrota del PRI será responsabilidad de todos y no de una sola persona. Dejen de simular.


La esperanza y el miedo

La experiencia que hasta este momento hemos acumulado los mexicanos será fundamental para tomar una decisión. Desde la perspectiva de la Teoría de la Inteligencia Emocional –que se ha integrado al campo de la comunicación política- las decisiones se toman a partir de la integración de razón y emoción.

La persona puede decidir basada solo en la información recibida o completarla con experiencias pasadas, y es ahí donde entra en juego el desempeño que ha tenido un gobernante o un régimen para que la gente decida.

Juan Carlos Villarreal, especialista en estudios electorales y exconsejero del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), advierte contundente: “Será una elección plebiscitaria”, lo que significa que el actual régimen será evaluado. Aprobación o rechazo a todo –absolutamente todo- lo que se ha realizado y ha ocurrido en los últimos años.

En esa perspectiva parecería que únicamente “cuenta” lo realizado por el presidente Enrique Peña Nieto, y muchas voces asumen que él será el único responsable de lo que suceda el próximo primero de julio. Falso.

Cuenta todo: lo que han realizado los gobernadores –los actuales y quienes dejaron el cargo-, lo que han hecho -o no- los presidentes municipales y sus equipos de trabajo; los diputados locales y los federales, e incluso lo que han realizado en el Senado.

La Teoría de la Inteligencia Afectiva indica que las emociones se rigen por dos sistemas: el sistema de disposición individual, referente a los hábitos y costumbres, y el sistema de vigilancia que, al activarse, provoca que las personas reflexionen sobre sus decisiones habituales y reconsideren otras opciones no conocidas.

Cuando las expectativas que tiene la persona no coinciden con la información que recibe –con lo que han hecho y dicho los gobernantes-, surgen emociones como la tristeza, la depresión, el enojo, el miedo y la frustración. Si la gente se siente defraudada, el componente afectivo interviene en la decisión política.

Por ello, si un candidato activa su sistema de disposición por apelar a emociones como entusiasmo y esperanza, entonces los ciudadanos considerarán otorgarle el voto; por el contrario, si el candidato apela a emociones como ansiedad, preocupación, ira, frustración, buscarán nuevas informaciones para obtener mejor información sobre la amenaza que sienten.

El desempeño que tuvieron anoche los candidatos a la presidencia de la república, en el primer debate organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE), ya movió las preferencias. La candidata y los candidatos atendieron a su estrategia. Habrá que ver, en las siguientes semanas, si eso les abona para ganar, pero es innegable que los responsables del triunfo o la derrota del PRI será responsabilidad de todos y no de una sola persona. Dejen de simular.