/ lunes 28 de mayo de 2018

#TodoComunica

Hay confusión. Algunas estructuras –dicen- se han desmantelado. Otros mantienen la esperanza y muchos están casi en la desesperación. Los datos no los colocan en la mejor circunstancia, pero insisto: nada está escrito.

En los pasillos expresan que el reto es, al menos, lograr los espacios suficientes en los congresos locales y el federal, para ser contrapeso ante el –aparente- triunfo del personaje que ha crecido de manera sostenida durante los últimos años: Andrés Manuel López Obrador.

“Su mensaje es muy básico”, “no tiene argumentos”, “repite siempre lo mismo”, “están adoctrinados”, “dicen mentiras”, son las expresiones que he escuchado en las últimas semanas. ¡Claro! Eso se llama: disciplina en el mensaje y es un principio básico de comunicación.

Las huestes del “peje” operan bajo una estrategia sistemática que no empezó el día uno de campaña. Son acciones, mensajes, canales, formatos y tiempos perfectamente calculados, desde hace varios años. La diferencia en esta ocasión es que entendieron que la política giró –dramáticamente- a lo emocional.

Apenas a poco más de 11 por ciento de los mexicanos nos interesa un líder que sea honesto y que diga la verdad, de acuerdo con la Tercera Encuesta Nacional de Cultura Constitucional en México.

Ese estudio –publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)- destaca que “las emociones, en particular la afinidad, desempeñan un papel crecientemente importante en las deliberaciones y resultados políticos, eclipsando otros factores como el estado de la economía, la política, los efectos de los cohortes electorales y el liderazgo”.

Es fundamental que los mensajes sean más emocionales, sumamente concretos, claros y contundentes. La mayoría no comprendemos las explicaciones técnicas y complejas en torno a distintos problemas y sus posibles soluciones. No es lo mejor, seguro que no… pero así es y ahí deben jugar.

Iniciaron las campañas locales en el Estado de México, donde podrán votar 11 millones 814 mil 33 personas. El perfil de sus candidatos –en la batalla de infantería, casa por casa- podría marcar la diferencia o reafirmar la ventaja, a partir de los liderazgos locales.

Quienes ya tocan puertas –si así lo han entendido- deberán entender que esta batalla, más que ninguna otra, se coloca en el terreno emocional y eso no significa no hacer propuestas, el punto es hacerlo de manera sencilla y que tenga sentido para la gente, en su vida cotidiana.

Sugerencia a quienes hacen política: lo que ofrezcan deben cumplirlo y comunicarlo eficazmente en su gestión. La campaña es todos los días. Desde el primer minuto de su gestión, se construye el triunfo o la derrota de la siguiente elección.

Tuiter: @RJoyaC

Hay confusión. Algunas estructuras –dicen- se han desmantelado. Otros mantienen la esperanza y muchos están casi en la desesperación. Los datos no los colocan en la mejor circunstancia, pero insisto: nada está escrito.

En los pasillos expresan que el reto es, al menos, lograr los espacios suficientes en los congresos locales y el federal, para ser contrapeso ante el –aparente- triunfo del personaje que ha crecido de manera sostenida durante los últimos años: Andrés Manuel López Obrador.

“Su mensaje es muy básico”, “no tiene argumentos”, “repite siempre lo mismo”, “están adoctrinados”, “dicen mentiras”, son las expresiones que he escuchado en las últimas semanas. ¡Claro! Eso se llama: disciplina en el mensaje y es un principio básico de comunicación.

Las huestes del “peje” operan bajo una estrategia sistemática que no empezó el día uno de campaña. Son acciones, mensajes, canales, formatos y tiempos perfectamente calculados, desde hace varios años. La diferencia en esta ocasión es que entendieron que la política giró –dramáticamente- a lo emocional.

Apenas a poco más de 11 por ciento de los mexicanos nos interesa un líder que sea honesto y que diga la verdad, de acuerdo con la Tercera Encuesta Nacional de Cultura Constitucional en México.

Ese estudio –publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)- destaca que “las emociones, en particular la afinidad, desempeñan un papel crecientemente importante en las deliberaciones y resultados políticos, eclipsando otros factores como el estado de la economía, la política, los efectos de los cohortes electorales y el liderazgo”.

Es fundamental que los mensajes sean más emocionales, sumamente concretos, claros y contundentes. La mayoría no comprendemos las explicaciones técnicas y complejas en torno a distintos problemas y sus posibles soluciones. No es lo mejor, seguro que no… pero así es y ahí deben jugar.

Iniciaron las campañas locales en el Estado de México, donde podrán votar 11 millones 814 mil 33 personas. El perfil de sus candidatos –en la batalla de infantería, casa por casa- podría marcar la diferencia o reafirmar la ventaja, a partir de los liderazgos locales.

Quienes ya tocan puertas –si así lo han entendido- deberán entender que esta batalla, más que ninguna otra, se coloca en el terreno emocional y eso no significa no hacer propuestas, el punto es hacerlo de manera sencilla y que tenga sentido para la gente, en su vida cotidiana.

Sugerencia a quienes hacen política: lo que ofrezcan deben cumplirlo y comunicarlo eficazmente en su gestión. La campaña es todos los días. Desde el primer minuto de su gestión, se construye el triunfo o la derrota de la siguiente elección.

Tuiter: @RJoyaC