/ lunes 18 de junio de 2018

#TodoComunica


¿Mi hijo sufre acoso escolar?

Es mentira que sufrirlo fortalezca para la vida, ni que la personalidad se haga más resistente; es todo lo contrario: se afectan las capacidades para enfrentar situaciones complicadas y muy probablemente se seguirá sufriendo acoso, maltrato o violencia. El acoso escolar es un problema delicado y debemos aprender a identificar las señales.

En México 7 de cada 10 niños sufre todos los días algún tipo de acoso y nuestro país se ubica en el primer lugar mundial en casos de “bullying” o acoso escolar. Se trata de acciones de intimidación o agresión física, psicológica o sexual –reiterada- contra una persona en edad escolar, lo que puede provocar daño, temor y tristeza en la víctima.

Las señales que debemos observar en nuestros hijos pueden pasar desapercibidas porque en ocasiones se confunden con los comportamientos derivados del cambio de edad, pero hay indicios claros que deben alertarnos ante una posible situación de acoso.

La niña, el niño o el adolescente, ya no quiere ir a la escuela, se muestra nervioso, busca la forma de faltar a clase. El fin de semana se encuentra bien, pero el domingo por la noche empieza a mostrarse incómodo, porque debe regresar a la escuela el día siguiente.

Puede dejar de hablar y reunirse con sus amigos. Abandona sus aficiones o sus pasatiempos y puede dejar de hablar en casa o responde con evasivas. Puede verse triste o tener cambios de humor: contesta mal o tiene arranques de enojo.

El estudiante pierde su material escolar o se le rompe y no sabe cómo explicar lo que sucedió. En ocasiones busca la manera de llevar dinero a la escuela para dárselo a quienes lo molestan.

Otros signos de un probable acoso escolar son: presenta malestar al levantarse, mareos, dolores de cabeza, molestias o alteraciones gastrointestinales, sensación asfixia, temblores, palpitaciones o alteraciones de apetito o de sueño.

Ante una situación así, es fundamental el papel que desempeñan la mamá y el papá o la familia. El diálogo es la herramienta clave para apoyar a los pequeños. La primera recomendación es platicar con la niña o el niño y creerles su relato. Jamás debemos quitarle importancia a lo que nos cuenten, y mucho menos culparlos del acoso.

Recordemos que el hogar debe ser un espacio donde nuestros hijos sientan plena y absoluta confianza y libertad para platicar lo que les sucede, y en ocasiones a la familia le genera angustia pensar que en casa hay una víctima de acoso y se evade la situación, o se busca una salida que detona mayor agresión, con una frase como: “Si te pegan, pega y pega más fuerte… o te pego yo”.

Los niños acosados, en la mayoría de los casos, cuando no reciben el apoyo necesario, se convierten en futuras víctimas, porque su resistencia psicológica queda dañada. Así que procuremos el diálogo y seamos muy observadores en nuestro hogar.


¿Mi hijo sufre acoso escolar?

Es mentira que sufrirlo fortalezca para la vida, ni que la personalidad se haga más resistente; es todo lo contrario: se afectan las capacidades para enfrentar situaciones complicadas y muy probablemente se seguirá sufriendo acoso, maltrato o violencia. El acoso escolar es un problema delicado y debemos aprender a identificar las señales.

En México 7 de cada 10 niños sufre todos los días algún tipo de acoso y nuestro país se ubica en el primer lugar mundial en casos de “bullying” o acoso escolar. Se trata de acciones de intimidación o agresión física, psicológica o sexual –reiterada- contra una persona en edad escolar, lo que puede provocar daño, temor y tristeza en la víctima.

Las señales que debemos observar en nuestros hijos pueden pasar desapercibidas porque en ocasiones se confunden con los comportamientos derivados del cambio de edad, pero hay indicios claros que deben alertarnos ante una posible situación de acoso.

La niña, el niño o el adolescente, ya no quiere ir a la escuela, se muestra nervioso, busca la forma de faltar a clase. El fin de semana se encuentra bien, pero el domingo por la noche empieza a mostrarse incómodo, porque debe regresar a la escuela el día siguiente.

Puede dejar de hablar y reunirse con sus amigos. Abandona sus aficiones o sus pasatiempos y puede dejar de hablar en casa o responde con evasivas. Puede verse triste o tener cambios de humor: contesta mal o tiene arranques de enojo.

El estudiante pierde su material escolar o se le rompe y no sabe cómo explicar lo que sucedió. En ocasiones busca la manera de llevar dinero a la escuela para dárselo a quienes lo molestan.

Otros signos de un probable acoso escolar son: presenta malestar al levantarse, mareos, dolores de cabeza, molestias o alteraciones gastrointestinales, sensación asfixia, temblores, palpitaciones o alteraciones de apetito o de sueño.

Ante una situación así, es fundamental el papel que desempeñan la mamá y el papá o la familia. El diálogo es la herramienta clave para apoyar a los pequeños. La primera recomendación es platicar con la niña o el niño y creerles su relato. Jamás debemos quitarle importancia a lo que nos cuenten, y mucho menos culparlos del acoso.

Recordemos que el hogar debe ser un espacio donde nuestros hijos sientan plena y absoluta confianza y libertad para platicar lo que les sucede, y en ocasiones a la familia le genera angustia pensar que en casa hay una víctima de acoso y se evade la situación, o se busca una salida que detona mayor agresión, con una frase como: “Si te pegan, pega y pega más fuerte… o te pego yo”.

Los niños acosados, en la mayoría de los casos, cuando no reciben el apoyo necesario, se convierten en futuras víctimas, porque su resistencia psicológica queda dañada. Así que procuremos el diálogo y seamos muy observadores en nuestro hogar.