/ lunes 30 de julio de 2018

#TodoComunica


¿Quién es más inteligente?

¿Hasta qué punto –como madres y padres de familia- proyectamos en nuestros hijos la necesidad de cumplir un modelo determinado de “persona” o de mostrar “inteligencia”, a partir de estándares?

Miles de familias han visto frustradas sus “ilusiones” o “deseos”, porque su hija o hijo no ingresó a los estudios universitarios y muchos de ellos están en depresión porque “los rechazaron” o porque “no son buenos” en los estudios.

De 177 mil 876 estudiantes de secundaria que buscaron ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como primera opción para bachillerato, sólo 33 mil 927 lo lograron, de acuerdo con la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems).

El modelo educativo determina que todos debemos competir y ganar un espacio. Quien no lo logra queda “estigmatizado” como si fuese un fracasado. Con la finalidad de minimizar ese estigma social, desde hace algunos años se acuñó el concepto de “aplazado”, cuando algún joven no alcanza el puntaje necesario para obtener un lugar –cada vez más limitado-, en estudios de bachillerato o de licenciatura.

Al interior de la familia se genera angustia, incertidumbre y temor porque un joven no continúa sus estudios –insisto-, a partir de los criterios que ha establecido el propio modelo. “Quienes obtienen 10 de calificación –pensamos- serán exitosos, y quienes reprueban o no estudian, fracasarán”.

En 1983, Howard Gardner, de la Universidad de Harvard -junto con otros especialistas- advirtió que los méritos académicos no son suficientes para conocer la inteligencia de una persona y surgió la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que reconoce ocho tipos: Lingüística, Lógico-Matemática, Espacial, Musical, Corporal y Cinestésica, Intrapersonal, Interpersonal y Naturalista.

La educación que se enseña en las aulas ofrece contenidos y procedimientos enfocados a evaluar los dos primeros tipos de inteligencia: lingüística y lógico-matemática, pero se ha demostrado que es insuficiente para que los estudiantes desarrollen a plenitud sus potencialidades.

En casa ayudaríamos mucho reconociendo esas diferencias. Nuestras hijas e hijos tienen enorme potencial individual. Nuestro mayor apoyo es darles confianza en sí mismos para desarrollarse.

Crear condiciones para que interactúen con seguridad con otros (inteligencia interpersonal) y para conocerse a sí mismos (inteligencia intrapersonal), a fin de controlar sus propias emociones, serán fundamentales para realizarse como seres humanos y alcanzar sus propios proyectos… no para superar nuestras frustraciones.

PERCEPCIÓN

Parece que algunos actores políticos no comprendieron el mensaje del primero de julio. Comunican con las mismas prácticas que les llevaron a la derrota.


¿Quién es más inteligente?

¿Hasta qué punto –como madres y padres de familia- proyectamos en nuestros hijos la necesidad de cumplir un modelo determinado de “persona” o de mostrar “inteligencia”, a partir de estándares?

Miles de familias han visto frustradas sus “ilusiones” o “deseos”, porque su hija o hijo no ingresó a los estudios universitarios y muchos de ellos están en depresión porque “los rechazaron” o porque “no son buenos” en los estudios.

De 177 mil 876 estudiantes de secundaria que buscaron ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como primera opción para bachillerato, sólo 33 mil 927 lo lograron, de acuerdo con la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems).

El modelo educativo determina que todos debemos competir y ganar un espacio. Quien no lo logra queda “estigmatizado” como si fuese un fracasado. Con la finalidad de minimizar ese estigma social, desde hace algunos años se acuñó el concepto de “aplazado”, cuando algún joven no alcanza el puntaje necesario para obtener un lugar –cada vez más limitado-, en estudios de bachillerato o de licenciatura.

Al interior de la familia se genera angustia, incertidumbre y temor porque un joven no continúa sus estudios –insisto-, a partir de los criterios que ha establecido el propio modelo. “Quienes obtienen 10 de calificación –pensamos- serán exitosos, y quienes reprueban o no estudian, fracasarán”.

En 1983, Howard Gardner, de la Universidad de Harvard -junto con otros especialistas- advirtió que los méritos académicos no son suficientes para conocer la inteligencia de una persona y surgió la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que reconoce ocho tipos: Lingüística, Lógico-Matemática, Espacial, Musical, Corporal y Cinestésica, Intrapersonal, Interpersonal y Naturalista.

La educación que se enseña en las aulas ofrece contenidos y procedimientos enfocados a evaluar los dos primeros tipos de inteligencia: lingüística y lógico-matemática, pero se ha demostrado que es insuficiente para que los estudiantes desarrollen a plenitud sus potencialidades.

En casa ayudaríamos mucho reconociendo esas diferencias. Nuestras hijas e hijos tienen enorme potencial individual. Nuestro mayor apoyo es darles confianza en sí mismos para desarrollarse.

Crear condiciones para que interactúen con seguridad con otros (inteligencia interpersonal) y para conocerse a sí mismos (inteligencia intrapersonal), a fin de controlar sus propias emociones, serán fundamentales para realizarse como seres humanos y alcanzar sus propios proyectos… no para superar nuestras frustraciones.

PERCEPCIÓN

Parece que algunos actores políticos no comprendieron el mensaje del primero de julio. Comunican con las mismas prácticas que les llevaron a la derrota.