/ lunes 22 de octubre de 2018

#TodoComunica


¿Quién es el responsable?

¿Hasta qué punto se puede perder el liderazgo por errores del equipo o los errores del equipo surgen porque no existe liderazgo?

En la percepción de un gobierno, una institución o una organización, tan importante es el desempeño de quien dirige, como de quienes colaboran. Difícilmente se pueden desasociar. Líder y equipo transmiten -o no- mensajes que fortalecen la evaluación del conjunto.

Lo complicado para quien encabeza es que además de ser responsable de sus propios actos y dichos, se le identifica como responsable de lo que hagan quienes le rodean. Son las “letras chiquitas del contrato” y creen que con sólo mostrarse “como la cabeza” han cumplido.

Conforme aumenta el tamaño de la organización aumentan los problemas, sobre todo si no existen los canales adecuados de comunicación y los procedimientos que le permitan “al líder” conocer lo que se hace, cómo se lleva cabo y quiénes son los responsables, para tomar las decisiones correctas.

A seis semanas de que concluya la actual administración federal, parece que su mala percepción es responsabilidad exclusiva del presidente, Enrique Peña Nieto, quien –de acuerdo con Consulta Mitofsky- tiene una desaprobación de 77 por ciento de los ciudadanos.

Carlos Salinas de Gortari se ubicaba, en el trimestre 17 de su gestión, con una desaprobación de 16 por ciento; Ernesto Zedillo tenía por 40 por ciento de desaprobación; Vicente Fox, 36 por ciento, y Felipe Calderón, 46 por ciento.

Una administración se integra –al menos en teoría- por un equipo de “especialistas” que deben cumplir su responsabilidad y asumir los costos de sus errores; pero la “estrategia” de comunicación de este gobierno federal fue concentrar la emisión de mensajes –incluyendo situaciones de crisis- en la Presidencia de la República y se dejó al margen a quienes tenían la responsabilidad de planear, operar y evaluar las decisiones de la administración.

Algunos ejemplos: personajes como Gerardo Ruiz Esparza –con el caso del socavón en el paso Exprés de Cuernavaca-; Jesús Murillo Karam –con la investigación de Ayotzinapa-; José Antonio Meade –con el llamado “gasolinazo” que se “explicó” a destiempo-, o Aurelio Nuño Mayer –con la instrumentación de la Reforma Educativa, con perspectiva de persecución, que provocó el enojo de los profesores-, quedaron prácticamente ilesos.

Ese es uno de los daños al concentrar la comunicación institucional, gubernamental o política, en quien encabeza, porque –naturalmente- lo bueno y lo malo lo asume “el líder”, como responsable del equipo.

PERCEPCIÓN

Con la crisis de migrantes centroamericanos en la frontera sur de México, se ha mostrado nuevamente la polarización del país y las manifestaciones xenófobas viven en las redes.

@RJoyaC


¿Quién es el responsable?

¿Hasta qué punto se puede perder el liderazgo por errores del equipo o los errores del equipo surgen porque no existe liderazgo?

En la percepción de un gobierno, una institución o una organización, tan importante es el desempeño de quien dirige, como de quienes colaboran. Difícilmente se pueden desasociar. Líder y equipo transmiten -o no- mensajes que fortalecen la evaluación del conjunto.

Lo complicado para quien encabeza es que además de ser responsable de sus propios actos y dichos, se le identifica como responsable de lo que hagan quienes le rodean. Son las “letras chiquitas del contrato” y creen que con sólo mostrarse “como la cabeza” han cumplido.

Conforme aumenta el tamaño de la organización aumentan los problemas, sobre todo si no existen los canales adecuados de comunicación y los procedimientos que le permitan “al líder” conocer lo que se hace, cómo se lleva cabo y quiénes son los responsables, para tomar las decisiones correctas.

A seis semanas de que concluya la actual administración federal, parece que su mala percepción es responsabilidad exclusiva del presidente, Enrique Peña Nieto, quien –de acuerdo con Consulta Mitofsky- tiene una desaprobación de 77 por ciento de los ciudadanos.

Carlos Salinas de Gortari se ubicaba, en el trimestre 17 de su gestión, con una desaprobación de 16 por ciento; Ernesto Zedillo tenía por 40 por ciento de desaprobación; Vicente Fox, 36 por ciento, y Felipe Calderón, 46 por ciento.

Una administración se integra –al menos en teoría- por un equipo de “especialistas” que deben cumplir su responsabilidad y asumir los costos de sus errores; pero la “estrategia” de comunicación de este gobierno federal fue concentrar la emisión de mensajes –incluyendo situaciones de crisis- en la Presidencia de la República y se dejó al margen a quienes tenían la responsabilidad de planear, operar y evaluar las decisiones de la administración.

Algunos ejemplos: personajes como Gerardo Ruiz Esparza –con el caso del socavón en el paso Exprés de Cuernavaca-; Jesús Murillo Karam –con la investigación de Ayotzinapa-; José Antonio Meade –con el llamado “gasolinazo” que se “explicó” a destiempo-, o Aurelio Nuño Mayer –con la instrumentación de la Reforma Educativa, con perspectiva de persecución, que provocó el enojo de los profesores-, quedaron prácticamente ilesos.

Ese es uno de los daños al concentrar la comunicación institucional, gubernamental o política, en quien encabeza, porque –naturalmente- lo bueno y lo malo lo asume “el líder”, como responsable del equipo.

PERCEPCIÓN

Con la crisis de migrantes centroamericanos en la frontera sur de México, se ha mostrado nuevamente la polarización del país y las manifestaciones xenófobas viven en las redes.

@RJoyaC