/ lunes 5 de noviembre de 2018

#TodoComunica


Sobrevive quien se adapta

No hay ninguna duda: Andrés Manuel López Obrador, quien en menos de un mes será el presidente de la República en funciones, sabe que debe dejar en claro cuáles serán las “reglas del juego” durante su gobierno, y por ello la decisión de suspender el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) fue un mensaje absolutamente político y de poder.

Naturalmente, los factores que han tomado decisiones desde hace años, incluso décadas, en el país: los empresarios y los inversionistas, los grandes capitales, utilizaron todos los recursos a su alcance -incluyendo a los medios de comunicación- para enviar mensajes de que la decisión estaba equivocada.

Jamás dudaron en señalar que los elementos para determinar el futuro de la obra (incluyendo la consulta) eran erróneos y que habría enormes pérdidas para el país; sin embargo, la defensa -desde mi perspectiva- fue tardía y poco contundente, porque tienen claro, indudablemente, que las reglas han cambiado y que ellos mismos deberán ajustarse al nuevo escenario.

Inclusive la clase política gubernamental -a diferencia del año 2000, cuando Vicente Fox sacó por primera vez a los priistas de Los Pinos y que generaron la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) como elemento de contrapeso- elogió la decisión del presidente electo, a partir de la consulta popular que realizó y afirmó que respetaría la determinación.

Saben que en un régimen presidencial como el nuestro, quien manda -siempre- es el señor presidente y que la única forma que tienen para sobrevivir, literalmente, es adaptarse. Charles Darwin no se equivocó con la Teoría de las Especies: sobrevive la especie que mejor se adapta y no la más fuerte.

Sencillamente no hay mucho margen de maniobra para que los anteriores factores de poder intervengan en las decisiones del nuevo régimen y menos cuando no existe una verdadera oposición a los “morenistas”, entre quienes operan varios políticos experimentados que nacieron, crecieron y se desarrollaron en “el sistema” y, por ende, saben que “el poder se ejerce y no se comparte”.

Incluso, en esa dinámica de reacomodo, ya trascendieron diferencias entre Ricardo Monreal y Martí Batres, en la Cámara de Senadores, donde algunas definiciones dentro de la estructura administrativa de la llamada “Cámara Alta”, han quedado en la congeladora por falta de acuerdos.

Ese podría ser su “talón de Aquiles”: la lucha por el poder entre los propios morenistas; porque, como reza un dicho popular: “Quien no tiene y llega a tener, loco se quiere volver”.

PERCEPCIÓN

En el Estado de México el gobernador, Alfredo Del Mazo Maza, ha sorteado bien los primeros meses de convivencia con la oposición. Es claro que la clase política mexiquense siempre es institucional... aun siendo “contrarios“.


Sobrevive quien se adapta

No hay ninguna duda: Andrés Manuel López Obrador, quien en menos de un mes será el presidente de la República en funciones, sabe que debe dejar en claro cuáles serán las “reglas del juego” durante su gobierno, y por ello la decisión de suspender el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) fue un mensaje absolutamente político y de poder.

Naturalmente, los factores que han tomado decisiones desde hace años, incluso décadas, en el país: los empresarios y los inversionistas, los grandes capitales, utilizaron todos los recursos a su alcance -incluyendo a los medios de comunicación- para enviar mensajes de que la decisión estaba equivocada.

Jamás dudaron en señalar que los elementos para determinar el futuro de la obra (incluyendo la consulta) eran erróneos y que habría enormes pérdidas para el país; sin embargo, la defensa -desde mi perspectiva- fue tardía y poco contundente, porque tienen claro, indudablemente, que las reglas han cambiado y que ellos mismos deberán ajustarse al nuevo escenario.

Inclusive la clase política gubernamental -a diferencia del año 2000, cuando Vicente Fox sacó por primera vez a los priistas de Los Pinos y que generaron la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) como elemento de contrapeso- elogió la decisión del presidente electo, a partir de la consulta popular que realizó y afirmó que respetaría la determinación.

Saben que en un régimen presidencial como el nuestro, quien manda -siempre- es el señor presidente y que la única forma que tienen para sobrevivir, literalmente, es adaptarse. Charles Darwin no se equivocó con la Teoría de las Especies: sobrevive la especie que mejor se adapta y no la más fuerte.

Sencillamente no hay mucho margen de maniobra para que los anteriores factores de poder intervengan en las decisiones del nuevo régimen y menos cuando no existe una verdadera oposición a los “morenistas”, entre quienes operan varios políticos experimentados que nacieron, crecieron y se desarrollaron en “el sistema” y, por ende, saben que “el poder se ejerce y no se comparte”.

Incluso, en esa dinámica de reacomodo, ya trascendieron diferencias entre Ricardo Monreal y Martí Batres, en la Cámara de Senadores, donde algunas definiciones dentro de la estructura administrativa de la llamada “Cámara Alta”, han quedado en la congeladora por falta de acuerdos.

Ese podría ser su “talón de Aquiles”: la lucha por el poder entre los propios morenistas; porque, como reza un dicho popular: “Quien no tiene y llega a tener, loco se quiere volver”.

PERCEPCIÓN

En el Estado de México el gobernador, Alfredo Del Mazo Maza, ha sorteado bien los primeros meses de convivencia con la oposición. Es claro que la clase política mexiquense siempre es institucional... aun siendo “contrarios“.