/ lunes 3 de diciembre de 2018

#TodoComunica


¡El rey ha muerto, viva el rey!

Las diferencias se marcaron claramente. En las transmisiones televisivas y por internet del cambio en la Presidencia de la República, el comparativo fue contundente. Andrés Manuel López Obrador se trasladó en un vehículo “austero”, rodeado de mucha gente; Enrique Peña Nieto, en una camioneta blindada, prácticamente solo.

Los mensajes simbólicos fueron poderosos. El cambio inició pero habrá que esperar para saber si será una “Cuarta Transformación” que rompa inercias negativas de hace décadas.

Por lo pronto, este fin de semana circuló en Twitter una fotografía (de @PdPagina) muy fuerte. Muestra a una familia que viajó desde Acapulco para estar en el Zócalo durante el segundo mensaje del presidente López Obrador, y antes de eso visitaron “Los Pinos”, que por primera ocasión se abrió a toda la gente.

Los 11 integrantes posaron en la planta alta junto a las escaleras, teniendo como fondo un enorme ventanal, en lo que hasta el viernes pasado se conocía como “la residencia oficial” de los presidentes, desde la época del general Lázaro Cárdenas.

La imagen es poderosa. Simboliza el rompimiento de privilegios de un círculo muy reducido. Esa “pequeña minoría que –de acuerdo con el nuevo presidente- ha lucrado con el influyentismo” y es la “causa principal de la desigualdad económica y social, y también de la inseguridad y de la violencia que padecemos”.

Afuera de la residencia personal de Enrique Peña Nieto, en la avenida Paseo de las Palmas, solo hubo un pequeño grupo de periodistas para obtener una declaración del mandatario saliente. Afuera de la privada residencial de tipo medio, en Tlalpan, donde vive Andrés Manuel López Obrador, un gran despliegue de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, entre una multitud, esperaba la salida del nuevo mandatario.

Todo el sistema se alineó. Estructuras empresariales como Concamín –cuyo presidente, Francisco Cervantes Díaz, está en el grupo privilegiado de Enrique Peña Nieto, desde que era secretario en el Estado de México-, saben que su sobrevivencia depende de su capacidad de adaptación.

Se acreditó la expresión: “El Rey ha muerto, larga vida al Rey” (The King is dead, long live the King), que se empleaba en Inglaterra desde el año 1272 o “El Rey ha muerto, viva el Rey” (Le roi est mort, vive le roi), usada desde 1422 en Francia. Las frases anunciaban al pueblo que su rey había muerto e iniciaba un nuevo reinado. Se considera una manifestación de fidelidad de los súbditos al rey. El sábado fue contundente.

Este domingo, al revisar las primeras planas de los medios periodísticos –que por cierto, la única diferente y muy creativa, fue la de El Sol de México-, la mayoría recupera la frase: “No tengo derecho a fallar”. Por el bien de todos, deseamos que el rey no falle.

PERCEPCIÓN

Análisis aparte y detallado para los 100 compromisos.


¡El rey ha muerto, viva el rey!

Las diferencias se marcaron claramente. En las transmisiones televisivas y por internet del cambio en la Presidencia de la República, el comparativo fue contundente. Andrés Manuel López Obrador se trasladó en un vehículo “austero”, rodeado de mucha gente; Enrique Peña Nieto, en una camioneta blindada, prácticamente solo.

Los mensajes simbólicos fueron poderosos. El cambio inició pero habrá que esperar para saber si será una “Cuarta Transformación” que rompa inercias negativas de hace décadas.

Por lo pronto, este fin de semana circuló en Twitter una fotografía (de @PdPagina) muy fuerte. Muestra a una familia que viajó desde Acapulco para estar en el Zócalo durante el segundo mensaje del presidente López Obrador, y antes de eso visitaron “Los Pinos”, que por primera ocasión se abrió a toda la gente.

Los 11 integrantes posaron en la planta alta junto a las escaleras, teniendo como fondo un enorme ventanal, en lo que hasta el viernes pasado se conocía como “la residencia oficial” de los presidentes, desde la época del general Lázaro Cárdenas.

La imagen es poderosa. Simboliza el rompimiento de privilegios de un círculo muy reducido. Esa “pequeña minoría que –de acuerdo con el nuevo presidente- ha lucrado con el influyentismo” y es la “causa principal de la desigualdad económica y social, y también de la inseguridad y de la violencia que padecemos”.

Afuera de la residencia personal de Enrique Peña Nieto, en la avenida Paseo de las Palmas, solo hubo un pequeño grupo de periodistas para obtener una declaración del mandatario saliente. Afuera de la privada residencial de tipo medio, en Tlalpan, donde vive Andrés Manuel López Obrador, un gran despliegue de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, entre una multitud, esperaba la salida del nuevo mandatario.

Todo el sistema se alineó. Estructuras empresariales como Concamín –cuyo presidente, Francisco Cervantes Díaz, está en el grupo privilegiado de Enrique Peña Nieto, desde que era secretario en el Estado de México-, saben que su sobrevivencia depende de su capacidad de adaptación.

Se acreditó la expresión: “El Rey ha muerto, larga vida al Rey” (The King is dead, long live the King), que se empleaba en Inglaterra desde el año 1272 o “El Rey ha muerto, viva el Rey” (Le roi est mort, vive le roi), usada desde 1422 en Francia. Las frases anunciaban al pueblo que su rey había muerto e iniciaba un nuevo reinado. Se considera una manifestación de fidelidad de los súbditos al rey. El sábado fue contundente.

Este domingo, al revisar las primeras planas de los medios periodísticos –que por cierto, la única diferente y muy creativa, fue la de El Sol de México-, la mayoría recupera la frase: “No tengo derecho a fallar”. Por el bien de todos, deseamos que el rey no falle.

PERCEPCIÓN

Análisis aparte y detallado para los 100 compromisos.