/ lunes 1 de noviembre de 2021

#TodoComunica | Celebrar la vida: amar y seguir

Las personas sólo tenemos una certeza: en algún momento moriremos. Aunque la expresión puede parecer fuerte, esa es la realidad. Desde la tanatología -definida como “el estudio desde la vida que incluye a la muerte”-, se trata de encontrar el sentido al proceso de la muerte, incluyendo su significado y los ritos que le acompañan.

Esa rama científica -reconocida desde hace 70 años- “también se encarga de los duelos derivados de pérdidas significativas que no se relacionan con la muerte física o enfermos terminales, como estados vegetativos o terminación de relaciones amorosas”, explica la revista CIENCIAUANL, de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Sin embargo, para la sociedad mexicana, la muerte es un proceso al que poco se le teme e incluso se le toma con humor. “A morir venimos a esta vida”, dicen algunas personas, como expresión y actitud de “valentía” para tomar riesgos.

“El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega la muerte acaba por negar la vida”, escribió Octavio Paz en el Laberinto de la soledad, en 1950, en el apartado “Todos Santos Día de Muertos”, que sigue aportando elementos para comprender el porqué de estas fechas.

El 7 de noviembre de 2003, la UNESCO determinó que esta festividad sea considerada “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”, como fusión de tradiciones católicas e indígenas, en las que se cree en el “retorno temporal” de familiares y seres queridos al mundo de “los vivos”.

Por ello y luego de que el año pasado no fue posible que quienes son creyentes de la fe católica acudieran a los panteones para recordar a sus fieles difuntos, este fin de semana fue notoria la actividad en torno a los cementerios y se reactivó la venta de flores, papel picado, velas y veladoras, calaveritas, comida, inciensos, entre otros productos.

En ese contexto, estas épocas también pueden ser motivo para celebrar la vida y la posibilidad -sobre todo en un contexto de pandemia- de tener salud. Nos recuerda lo efímero que puede ser nuestro recorrido y que en un instante -que generalmente no se sabe cuándo llegará- todo puede terminar.

Y ante la pérdida de un ser querido, vale la pena recuperar unas líneas del poema escocés “Recuérdame” de David Harkins -que circula ampliamente en las redes sociales y que se conoció en 2002-: “Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda, o puedes hacer lo que a él le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir”.

Especialmente en memoria de mi abuela, Chayito; mi mamá, Lupita y mi hijo, Gabriel.

PERCEPCIÓN

A pesar de tener el esquema completo de vacunación no estamos exentos de enfermar de COVID-19. Sigamos cuidándonos, la pandemia no ha terminado.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC

Las personas sólo tenemos una certeza: en algún momento moriremos. Aunque la expresión puede parecer fuerte, esa es la realidad. Desde la tanatología -definida como “el estudio desde la vida que incluye a la muerte”-, se trata de encontrar el sentido al proceso de la muerte, incluyendo su significado y los ritos que le acompañan.

Esa rama científica -reconocida desde hace 70 años- “también se encarga de los duelos derivados de pérdidas significativas que no se relacionan con la muerte física o enfermos terminales, como estados vegetativos o terminación de relaciones amorosas”, explica la revista CIENCIAUANL, de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Sin embargo, para la sociedad mexicana, la muerte es un proceso al que poco se le teme e incluso se le toma con humor. “A morir venimos a esta vida”, dicen algunas personas, como expresión y actitud de “valentía” para tomar riesgos.

“El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega la muerte acaba por negar la vida”, escribió Octavio Paz en el Laberinto de la soledad, en 1950, en el apartado “Todos Santos Día de Muertos”, que sigue aportando elementos para comprender el porqué de estas fechas.

El 7 de noviembre de 2003, la UNESCO determinó que esta festividad sea considerada “Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”, como fusión de tradiciones católicas e indígenas, en las que se cree en el “retorno temporal” de familiares y seres queridos al mundo de “los vivos”.

Por ello y luego de que el año pasado no fue posible que quienes son creyentes de la fe católica acudieran a los panteones para recordar a sus fieles difuntos, este fin de semana fue notoria la actividad en torno a los cementerios y se reactivó la venta de flores, papel picado, velas y veladoras, calaveritas, comida, inciensos, entre otros productos.

En ese contexto, estas épocas también pueden ser motivo para celebrar la vida y la posibilidad -sobre todo en un contexto de pandemia- de tener salud. Nos recuerda lo efímero que puede ser nuestro recorrido y que en un instante -que generalmente no se sabe cuándo llegará- todo puede terminar.

Y ante la pérdida de un ser querido, vale la pena recuperar unas líneas del poema escocés “Recuérdame” de David Harkins -que circula ampliamente en las redes sociales y que se conoció en 2002-: “Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda, o puedes hacer lo que a él le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir”.

Especialmente en memoria de mi abuela, Chayito; mi mamá, Lupita y mi hijo, Gabriel.

PERCEPCIÓN

A pesar de tener el esquema completo de vacunación no estamos exentos de enfermar de COVID-19. Sigamos cuidándonos, la pandemia no ha terminado.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC