/ lunes 25 de enero de 2021

#TodoComunica | Cordialidad o tensión, impacto en la formación

El papel de las familias en los nuevos procesos de aprendizaje ha tomado un papel determinante en México, derivado de la pandemia por Covid-19. Es imposible cerrar los ojos a esa nueva realidad, en virtud de que ahora los ambientes de aprendizaje se han trasladado al hogar de millones de familias.

Con el modelo Aprende en Casa II que instrumentó la Secretaría de Educación Pública, desde el 11 de enero pasado reiniciaron su actividad escolar poco más de 30 millones de estudiantes de nivel básico y medio superior, además de licenciatura, en instituciones públicas y privadas.

Apenas una entidad del país: Campeche, se encuentra en color verde en el semáforo epidemiológico y es donde podría iniciar el regreso presencial a clases. Este fin de semana inició la vacunación de docentes en ese estado del país. El resto de las entidades siguen con clases a distancia. Por ello, el ambiente escolar que se cree en cada hogar será determinante para el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

Eduardo Andere, especialista y estudioso de los modelos de educación en el mundo, considera que una de las características in-dis-pen-sa-ble que propicia y nutre el aprendizaje es la cordialidad, que no debe ser simulación ni surge por decreto: “a partir de hoy seremos cordiales”. Es un proceso gradual en el que todas y todos intervenimos.

La manera como hablamos, acompañamos, orientamos, guiamos y apoyamos la formación, se convierten en piedra angular del aprendizaje, porque al cerebro le gusta la cordialidad.

La tensión -en sentido opuesto- reduce la capacidad de concentración del estudiante, lo que impacta negativamente en su atención que es factor clave para el entendimiento, la retención de conocimiento y el aprendizaje. “Si los niños navegan en un ambiente cordial, sano, seguro y confiado, su potencial de aprendizaje se realiza”, explica Andere en su libro: “La Cultura del Aprendizaje: Hogar y Escuela del Siglo XXI”.

Si existe un entorno de estrés -que en la actualidad es frecuente por las presiones a las que se encuentran sometidas muchas familias- se empobrecen las habilidades de aprendizaje y de resolución de problemas, además de afectar la capacidad de memoria.

Así de profundo es el desafío que afrontamos en esta realidad. Haría una invitación a que observemos cómo comunicamos en nuestra familia y revisemos si creamos entornos de cordialidad o tensión, porque -como lo anticipó la UNESCO hace años- la educación tiene cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

PERCEPCIÓN

Sería importante que las instituciones de educación también pongan atención a sus cuerpos docentes, porque la tensión que, ellas y ellos, viven, influye en el desarrollo de la actividad escolar.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC


El papel de las familias en los nuevos procesos de aprendizaje ha tomado un papel determinante en México, derivado de la pandemia por Covid-19. Es imposible cerrar los ojos a esa nueva realidad, en virtud de que ahora los ambientes de aprendizaje se han trasladado al hogar de millones de familias.

Con el modelo Aprende en Casa II que instrumentó la Secretaría de Educación Pública, desde el 11 de enero pasado reiniciaron su actividad escolar poco más de 30 millones de estudiantes de nivel básico y medio superior, además de licenciatura, en instituciones públicas y privadas.

Apenas una entidad del país: Campeche, se encuentra en color verde en el semáforo epidemiológico y es donde podría iniciar el regreso presencial a clases. Este fin de semana inició la vacunación de docentes en ese estado del país. El resto de las entidades siguen con clases a distancia. Por ello, el ambiente escolar que se cree en cada hogar será determinante para el aprendizaje de niñas, niños y adolescentes.

Eduardo Andere, especialista y estudioso de los modelos de educación en el mundo, considera que una de las características in-dis-pen-sa-ble que propicia y nutre el aprendizaje es la cordialidad, que no debe ser simulación ni surge por decreto: “a partir de hoy seremos cordiales”. Es un proceso gradual en el que todas y todos intervenimos.

La manera como hablamos, acompañamos, orientamos, guiamos y apoyamos la formación, se convierten en piedra angular del aprendizaje, porque al cerebro le gusta la cordialidad.

La tensión -en sentido opuesto- reduce la capacidad de concentración del estudiante, lo que impacta negativamente en su atención que es factor clave para el entendimiento, la retención de conocimiento y el aprendizaje. “Si los niños navegan en un ambiente cordial, sano, seguro y confiado, su potencial de aprendizaje se realiza”, explica Andere en su libro: “La Cultura del Aprendizaje: Hogar y Escuela del Siglo XXI”.

Si existe un entorno de estrés -que en la actualidad es frecuente por las presiones a las que se encuentran sometidas muchas familias- se empobrecen las habilidades de aprendizaje y de resolución de problemas, además de afectar la capacidad de memoria.

Así de profundo es el desafío que afrontamos en esta realidad. Haría una invitación a que observemos cómo comunicamos en nuestra familia y revisemos si creamos entornos de cordialidad o tensión, porque -como lo anticipó la UNESCO hace años- la educación tiene cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

PERCEPCIÓN

Sería importante que las instituciones de educación también pongan atención a sus cuerpos docentes, porque la tensión que, ellas y ellos, viven, influye en el desarrollo de la actividad escolar.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

Facebook: ricardo.joya.94 / Twitter: @RJoyaC